domingo, 10 de agosto de 2014

Perfil de Puño Montoya Por Raúl Argemí argentina@miradasalsur.com



El relato de un amigo y compañero del padre de Guido.

El nuevo nieto reaparecido tendrá que agregar al Ignacio, que lo acompañó hasta ahora, el nombre Guido y los apellidos Montoya Carlotto, lo que viene acompañado de una necesidad común a los hijos de los militantes muertos o de­saparecidos en los años de plomo, recuperar, saber, cómo eran sus padres, en este caso Walmir Oscar Montoya, su padre biológico. Y para eso el testimonio que más puede pesar es el de sus compañeros de juventud y de militancia política, sus amigos. Miradas al Sur entrevistó a Luis Porciel, quien vive en Caleta Olivia, la ciudad sureña donde comenzó aquella historia.

“Teníamos unos 20 años, y nos encontrábamos para tomar mate, hacer música, leer poesía, a veces a escribirla, en la casa de Alberto Luna. Era como un refugio, donde hablábamos de política, de arte y de todo lo propio de esa edad”, dice con nostalgia. “Ahí me encontraba siempre con el Puño Montoya, a quien llamábamos así porque se había pintado en la campera de tela de vaquero un puño cerrado –acota Luis Porciel–. Y cuando vi en la televisión la foto del hijo no tuve ninguna duda, tiene la cara del Puño.” De aquellas “peñas” de ciudad chica, donde se entreveraban arte, fiesta y política, rescata que a su amigo, que no era alto, algunos lo llamaban “Chiquito”.

En escenarios como Caleta Olivia, ciudad de Santa Cruz que hoy tiene algo así como 50.000 habitantes, era difícil ser un desconocido. Eso, más los avatares de la actividad política, hicieron que sobre el ’74 Montoya se trasladara a Sierra Grande con Reinaldo Tatú Rampoldi, otro oriundo de la Patagonia que sigue desaparecido; luego de estar un tiempo relativamente breve en Trelew y Madryn. La empresa Hierro Patagónico Sociedad Anónima Minera (Hipasam) había multiplicado al menos por diez el pequeño pueblo original, con trabajadores de todo el país; y donde hay trabajadores hay sindicatos.

“Había reclamos y, a fin del ’75, cuando ya los militares participaban en la represión en todo el país, entraron con todo y la mayoría de los hombres de Sierra Grande fue a parar a Rawson. Ahí le perdí la pista a Puño. Pensaba que había caído, pero tuve una gran sorpresa cuando me mudé a Bahía Blanca. Había un parque grande, donde nos juntábamos los compañeros de todos los frentes en una especie de picnic. Era un poco loco, por la seguridad, pero... era así. Ahí me lo volví a encontrar. Un alegrón. Por esos días pudimos leer un informe de los ‘servicios’, donde tenían todos los datos de los compañeros que militaban en el sur, y figuraba Montoya. Me acuerdo que decía: sujeto muy capaz. Habría sido trasladado a Bahía Blanca y estaría en Logística”.
Poco tiempo más tarde, la casa donde vivía Luis Porciel con otros compañeros fue allanada. “No caimos porque estábamos trabajando a esa hora, pero reventaron todo, hasta levantaron el piso. Así que hice mi bolsito y salí huyendo, sin saber dónde me podía guardar. La solidaridad de un camionero me dio techo, pero seguía descolgado. Hasta que unos días después, cuando iba por la calle buscando alguien conocido, por casualidad me lo crucé al Puño que venía en bicicleta”.

Ese fue el último tiempo que compartiría con Walmir Oscar Puño Montoya, porque Luis Porciel tendría que emigrar a Córdoba, donde iba a comenzar otra historia, con su paso por el campo de concentración de La Perla y, al final, el ingreso al penal de Rawson.

“Luego, pasados los años, cuando buscaban a Laura Carlotto, tuve la certeza, estaba seguro, de que había sido la compañera de Montoya, pero no tenía mucho para fundamentarlo. Así que, ahora, cuando aparece el pibe y se confirma que sus padres fueron el Puño y Laura, no sé, fue una emoción muy grande. ¿Cómo explicarlo? Con los compañeros cercanos, más que amigos, uno tiene una ligazón profunda, y me llenó de alegría ver la foto del pibe. La mamá de Montoya tiene 91 años, y si no tiene al hijo, al menos recupera a su nieto, que ya era hora”.
En ningún momento Luis Porciel dijo que le gustaría conocer a Guido, pero es previsible que un día se encuentren, tal vez en Caleta Olivia, y entre mate y mate recreen aquellas lejanas mateadas con el Puño Montoya.

10/08/14 Miradas al Sur

 

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