sábado, 5 de julio de 2014

Deudas Por Luis Bruschtein

Estados Unidos se abstuvo el jueves en la votación de los cancilleres de la OEA contra los fondos buitre. La semana pasada, Gran Bretaña desoyó por enésima vez el pedido del Comité de Descolonización de la ONU sobre las islas Malvinas. En los dos casos, las propuestas de declaración fueron presentadas por representantes del gobierno argentino. Se trata de dos calamidades que afectan al mundo, y a los argentinos en particular, desde hace décadas, pero que se reconfiguran según las circunstancias. Son situaciones de abuso de poder económico o militar, de las que en su momento estuvieron representadas por las figuras del imperialismo y del colonialismo. En el mundo tecnificado, unipolar y globalizado de la posguerra fría son situaciones que asumen nuevos significados, nuevas líneas de desarrollo, pero que siguen siendo desequilibrios e injusticias alrededor de las cuales va tomando forma el reordenamiento mundial. Los países de la periferia tratan de asociarse para fortalecerse ante esas amenazas por las cuales Argentina ha jugado sus fichas en la OEA y la ONU, en el Grupo-77 + China, en la Unasur, el Mercosur y la Celac. El resultado de esa puja en la que Argentina tiene fuerte protagonismo definirá la conformación de las relaciones internacionales. No es un dato menor, el fracaso o el éxito del país en esos dos frentes afectará a todos los demás.

Lo mismo con los derechos humanos, que constituyen otro cauce de políticas impulsadas por el kirchnerismo. Ayer fueron condenados a prisión perpetua el ex comodoro Luis Fernando Estrella y el ex general Luciano Benjamín Menéndez por el asesinato del obispo Enrique Angelelli. Más paradojas: Estrella, el asesino probado del obispo riojano, escuchó la sentencia con un rosario en la mano. Argentina impulsó pactos y acuerdos internacionales en defensa de los derechos humanos y acompañó la difusión de conceptos de avanzada como el de justicia universal. Se avanzó mucho por ese camino en el que Argentina tuvo protagonismo. Pero Estados Unidos, que publica en forma periódica listados de países donde supuestamente se violan los derechos humanos, se niega a firmar acuerdos y compromisos internacionales de respeto a esos derechos. Esa negativa le resta autoridad moral para reclamar a otros países. Se asume como juez, pero no permite que lo juzguen. Funciona así cuando se trata de los derechos humanos, y en todos los temas. Así funcionó el jueves su voto en la OEA. No quiere que otros países juzguen lo que hacen en su país los fondos buitre, los bancos y los jueces en detrimento de reglas internacionales.



Estados Unidos publica todos los años listados de países que supuestamente facilitan el lavado de dinero y aplica duras restricciones económicas. Igual que en el tema de los derechos humanos, se da el lujo de juzgar y castigar a las economías de otros países, pero no acepta reciprocidad. Son consecuencias de un mundo unipolar, donde la hegemonía de una potencia económica y militar establece los parámetros en los relacionamientos internacionales.

Deuda externa, Malvinas y derechos humanos han sido líneas donde el oficialismo mantiene la iniciativa. La oposición arremetió con el juicio al vicepresidente. La débil argumentación del procesamiento de Amado Boudou por parte del juez Ariel Lijo dejó demasiado espacio a la política. La prueba no es irrebatible sino más bien pobre. Solamente si se hace una valoración política de la prueba es posible sacar conclusiones: para los opositores es culpable; para el oficialismo es inocente. Si la prueba hubiera sido flagrante, el vicepresidente hubiera sido indefendible y el oficialismo habría estado obligado a ceder el juicio político. De las pruebas que presentó el juez es imposible deducir que Boudou se apropió de Ciccone. Y la única plata que aparece en toda la operación tampoco es de Boudou, sino de Raúl Moneta y Jorge Brito. En ese contexto, el juicio político era discutible y el oficialismo lo rechazó. El daño más grande al Gobierno provino de la forma en que los medios opositores potenciaron el fallo y el debate parlamentario y menos del fallo y el debate en sí.

En derechos humanos, la oposición no tiene metas ni líneas de acción. En el tema de la deuda, corre el riesgo de quedar en oposición al Gobierno cuando la oposición al Gobierno son los fondos buitre. Hay una disputa que deja de ser sectorial y toma dimensión nacional. Es un hilo delgado para el oficialismo y la oposición. Los economistas neoliberales presionan para que el Gobierno cumpla sin discutir la sentencia del juez Thomas Griesa. También lo dijeron Mauricio Macri y Marcelo Echenique, un especialista en mercados colaborador de Julio Cobos. No es la forma más popular de abordar este tema.

Cobos y Macri son precandidatos y tratan de incursionar incluso en terrenos donde el oficialismo manda. Malvinas es una trama en la que nunca se les había escuchado hasta ahora. A principios de la semana, Cobos hizo circular unas imágenes que lo mostraban en las islas junto al ex combatiente José Duarte. Explicó que había ido de visita, al tiempo que reivindicaba a las islas como argentinas. Fue un desastre, es un tema complejo y que desconoce. Como diputado es un representante del pueblo argentino que ahora tiene en su pasaporte un sello del Foreign Office que dice “Falkland Islands”. Cuando los ingleses levantaron la prohibición de viajar a las islas a los argentinos, la discusión fue el documento. Argentina proponía el DNI o la cédula y Gran Bretaña exigía que fuera el pasaporte. Se acordó una solución intermedia por la cual viajan a Malvinas con una hoja especial que se utiliza en situaciones de conflicto similares y no implica el reconocimiento de la autoridad británica en las islas.

El viaje fue duramente criticado por la Comisión Nacional de ex Combatientes y por otros agrupamientos que se mueven en el ámbito de esa temática. Pero además, el oficial retirado que acompañó a Cobos en su visita a las islas, José Duarte, es un carapintada que participó en los levantamientos contra el gobierno de Raúl Alfonsín, un correligionario de Cobos.

La política del Gobierno ha sido separar el discurso de Malvinas del discurso de la dictadura. En parte por convicción, pero también porque nada que se vincule con la dictadura tiene autoridad moral en el plano internacional. Los respaldos y alianzas que se han conseguido fueron en gran medida por las políticas de derechos humanos y porque pudo ser creíble al descartar la opción militar. A nivel interno respaldó a los agrupamientos de ex combatientes que habían denunciado a la dictadura. Y para que no quede la más mínima duda, instaló el Museo de Malvinas en la ex ESMA. Esa estrategia le permite a la sociedad retomar una bandera en la que había sido usada y traicionada por la dictadura. Un síntoma importante de esas aperturas fue que un ex combatiente de Malvinas, el ex soldado Edgardo Esteban, autor del libro Iluminados por el fuego, ocupara la tapa del periódico de las Madres de Plaza de Mayo. Otro síntoma ha sido este aterrizaje en el discurso malvinero de políticos que nunca lo habían mencionado.

La política del oficialismo, que colocó desde el principio entre sus prioridades el reclamo por Malvinas, acercó al movimiento de ex combatientes a la sociedad en general y a otros movimientos sociales como el de los derechos humanos. El movimiento ganó así una entidad cívica que antes la sociedad le retaceaba por sus vinculaciones con militares de la dictadura y carapintadas de prosapia antidemocrática y todos estos movimientos cambiaron también sus relacionamientos internos. Como resultado fueron quedando aislados los ex combatientes que defienden a la dictadura y los carapintadas más extremistas.

Este sector empezó entonces a deambular entre la oposición. Así apareció Duarte con Cobos y así varios de ellos aparecieron como funcionarios o en actos del gobierno de Mauricio Macri. En abril, en unas Jornadas sobre Malvinas que se realizaron en el centro cultural Julián Centeya participaron ex combatientes de Malvinas como Carlos Szyrkoviec, suboficial retirado que reivindica al nazismo, o Víctor Villagra, Jorge Cosentino y Adrián Campana, que se presentaron como amicus curiae en defensa de los oficiales acusados de cometer crímenes de lesa humanidad contra sus propios soldados durante la guerra. También había otros personajes que han declarado públicamente su admiración por Jorge Rafael Videla.

Así como la oposición debe tener cuidado de no quedar asociada a los fondos buitre en sus críticas al Gobierno por la negociación de la deuda, también tiene que evitar arrastrar a estos personajes antidemocráticos cuando intente iniciar una política propia sobre Malvinas.

05/07/14 Página|12
 

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