viernes, 4 de julio de 2014

DESDE EL PANNO DE AZUCAR Noche negra en Barcelona, día radiante en México

Por Juan José Panno
Desde Río de Janeiro
Hay dos antecedentes mundialistas de enfrentamientos entre Argentina y Bélgica, la derrota de Barcelona 1982 y la victoria de México DF 1986. A este cronista le tocó presenciar ambas. Pasaron tres décadas y seis Copas y por eso muchas imágenes aparecen difusas, otras no tanto. Lo primero que surge cuando se mezclan los recuerdos es el segundo gol de Maradona en el ’86, una versión un poco menos deslumbrante que el gol de barrilete cósmico, pero más limpia, más exquisita en la definición. Fue en el mismo arco del mil veces repetido gol a los ingleses, y la pelota se metió casi por el mismo lugar, acaso como un homenaje. Diego entrando por la izquierda debió hacer equilibrio para no caer después del fenomenal toque cruzado en velocidad que no le dejó ninguna chance a ese arquerazo que era Jean-Marie Pfaff. El 10 arrancó en tres cuartos de cancha y cuando puso la sexta marcha dejó desarmados a los cuatro defensores belgas que se escalonaban para marcarlo, tal como ahora lo hacen los rivales con Messi. Pasó haciendo zigzag y cuando ya no quedaban delante camisetas rojas y sólo estaba la amarilla de Pfaff, ¡pim!, le dio de zurda, cruzado. Golazo. Recontragolazo. La imagen que se superpone es la del primer gol, un toque sutil de zurda, tic, entre dos defensores, cuando Pfaff salía a cortar en una jugada que había iniciado Burruchaga. En ese partido, el cronista repartió puntajes altos, concordantes con la producción general. Maradona en el 10 que marca el techo, Burruchaga 8, Olarticoechea 8, y 6 o 7 casi todos los demás. Un promedio claramente superior al de los puntajes del encuentro en España, en el que nadie trepó más allá de los 6 puntos y hubo varios aplazos. La victoria 1-0 de Bélgica fue merecida.
Argentina tuvo su revancha cuatro años más tarde en la semifinal del Azteca. El equipo venía embalado, confiado después de bajar a Uruguay en octavos y a Inglaterra en cuartos, y en algunos pasajes dio cátedra de fútbol. Tuvo varias situaciones de gol y entre ellas una jugada que dejó a todo el mundo helado en el estadio y sigue fresca en el recuerdo. Pelotazo de Olarticoechea, corrida de Diego dejando atrás a su marca, llegada forzada hasta la línea de fondo, pelota detenida contra la raya, como Robben contra México, y toque hacia atrás para la llegada franca de Valdano que, con el arco vacío, le dio mal, por arriba.
Si Argentina juega mañana en Brasilia la mitad de lo que lo hizo aquel día en México, si Messi se asemeja a Maradona, Di María a Valdano y los de atrás ponen como Ruggeri y compañía, los belgas no tienen ninguna chance. Si en cambio Argentina se parece a que equipo que cayó en el Nou Camp, Basanta juega como Tarantini e Higuaín como el Pelado Díaz, se dependerá de un milagro. Pero ya se sabe que cada partido abre una historia diferente.

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