miércoles, 9 de julio de 2014

7-1

Y un día, el mapa del mundo del fútbol cambió para siempre. ¿Cuántas cosas se pueden hacer en cinco minutos de tu vida? Pensá. Quizás, esperar el colectivo. Tal vez, fumar un cigarrillo y alcanzar justo a tiempo a dejar la colilla en el cenicero.  Tomar un té. Mirar un par de zapatos en una vidriera y hacer un diagnóstico fino del costo-beneficio.  Brindar por un nuevo año y saludar a todos los familiares posibles. Y también que Alemania te haga cuatro goles. ¡Cuatro! Y desplumar y manchar buena parte de tu historia con la pelota en los pies.  Y humillarte en tu casa y hasta incluso opacar un poco aquella pesadilla que te persigue desde 1950 con el Maracanazo de Uruguay. Y dejar marcada a fuego una fecha que será inolvidable y traerá tristezas y angustias y dejos de una congoja inagotable cuando ya de viejo le cuentes a tu nieto la historia de una tarde en Belo Horizonte que acaba para siempre en tan sólo cinco minutos y que tiene un final un poco más doloroso aún, con un cierre que ruboriza y que pone en pantalla gigante la cifra definitiva: 7 a 1. Brasil se va de su Mundial con una goleada y siete goles en contra. Se va con llantos, se va envuelto en silbidos, se va y sus futbolistas sólo quieren que todo esto se termine cuanto antes y todavía les queda una nueva exposición pública el sábado cuando deba jugar por el tercer puesto frente al que pierda del cruce Argentina-Holanda.
17: 23 de una tarde de fútbol en el Mineirao y aunque el 0-1 de Müller molesta un poco todavía la reacción es posible y Brasil es local y sigue siendo –para muchos– pese a la ausencia de Neymar. 17:23 es la hora en la que de este lado del mundo se es testigo de la humillación en público para el pentacampeón, para esos futbolistas de camiseta amarilla que crecieron viendo a los Romario, los Ronaldo y Ronaldinho y que más allá y en el tiempo y gracias a la tecnología están a un clic de ver a Sócrates, a Pelé, a Garrincha y más. 17:23 y es el comienzo de un hecho histórico, de esos que van a quedar en el recuerdo y que serán fantasmas en el viento un tiempo después. A Brasil le bajan los pantalones a la vista del mundo entero. Se lo bajan como lo hacen esos niños ingratos en una clase de gimnasia en la escuela. Y un aluvión de risas y de goles pasa de golpe y se lo lleva puesto. Sopla, sopla bien fuerte y las cinco Copas que tiene en su vitrina y que nadie jamás le tocará parecen tambalear con el estruendo alemán. Dos, tres, cuatro, ¡cinco! Es una ráfaga, y una tormenta que se desata con furia como quien ha esperado este escenario para quizás vengar a tantos otros que alguna vez han sabido de lágrimas y de espantos frente a los futbolistas más talentosos en la historia del planeta.
 17:28 de una tarde de fútbol en el Mineirao y el partido está 5 a 0. No llega a la media hora y Brasil lo pierde 5 a 0. No hay final, no hay sueños ni nada. Todo lo que viene –y sobre todo lo que vendrá– caerá en forma de maldiciones. La gente silba al equipo, y a todo lo que se cruce. Y de repente se le da por aplaudir a los alemanes y cantar oooole. Sumar, en definitiva, su parte para encender los reflectores y observar como Fred –sólo por citar al más insultado del partido– lleva la pelota como puede y con esa torpeza tan lejana y propia de un país capaz de armar un seleccionado de fútbol de un picado en una playa de Río. Brasil tal vez sea esta realidad y no su leyenda, al margen de un resultado difícilmente pronosticado por el más soñador de los hinchas. Ni siquiera por el recordado  pulpo Paul, que por sus ocho tentáculos pensó que se trataba de un juego cuando Alemania metió el séptimo y más de una vez se arrimó –como un león que acaba de salir de su jaula– a buscar uno más. Tal vez dos.
 Es de noche en el Mineirao. En realidad, nunca salió el sol y la tarde se nubló desde temprano. Cualquiera de los hinchas que haya pasado por el baño o intentado una selfie o haya mirado su celular para responder un mensaje, se ha perdido de esta historia que con el tiempo, allá a lo lejos, quedará para siempre escondida en un placard. ¿Cuántas cosas se pueden hacer en cinco minutos de tu vida? Alemania, en principio, le manchó la historia a Brasil.
tiempo argentino

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