lunes, 30 de junio de 2014

¿Qué está sucediendo en Irak?

El 10 y 11 de junio pasados el mundo se vio sorprendido al ver cómo el grupo radical autodenominado Estado Islámico de Irak y el Levante, ISIS, tomó, casi sin oposición militar ni civil, las ciudades iraquíes de Mosul y Tikrit.
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Por Ezequiel Kopel
El gran avance de ISIS sobre las ciudades norteñas iraquíes se explica como la punta de lanza de una rebelión sunita contra el gobierno central iraquí encabezado por el Primer Ministro chiíta Mouri al-Maliki, quien, desde la retirada de los Estados Unidos, ha hecho todo lo posible para alinear a la minoría sunita, situación que explica por qué las conquistas territoriales de este grupo fundamentalista islámico se han dado sólo en zonas donde los sunitas son mayoría y en la cual ISIS es recibido con los brazos abiertos, casi como un "ejército de liberación", cumpliendo el papel de avanzada contra la opresión chiita. Es bueno recordar que durante el régimen de Saddam Hussein -un líder sunita de orientación nacionalista- la población chiíta fue marginalizada y perseguida por el gobierno central a pesar de representar a más del 65 por ciento de la población total de Irak.
Entonces ¿qué pasó para que una organización extremista, que en el mejor de los casos no supera los diez mil hombres, haya derrotado a un ejército y fuerzas de seguridad entrenadas por Estados Unidos, conformadas por casi un millón de miembros, y que ha recibido más de 100 billones de dólares desde su creación, en  2006?
1) La persecución del gobierno contra los sunitas ha provocado que los rebeldes formen una alianza de lo más heterodoxa, en la cual facciones tan disímiles como ex militares del régimen ba'atista (Ba'ath era el partido de tendencia socialista y pan-arabista que en Irak encabezaba Saddam Hussein) se hayan unido con radicales islámicos -que buscan establecer un califato- y con líderes tribales -cuya única ambición es una tajada de poder y continuar con sus negociados que incluyen el tráfico de armas, drogas y petróleo-.
2) Mouri al-Maliki se rehusó a pagar los salarios de la sahwat (grupos paramiliatres sunitas que lucharon y contuvieron a Al Qaeda -grupo terrorista sunita- en Irak, aún corriendo el riesgo de ser acusados de traidores por  su propia minoría) provocando que éstos no se enfrentaran a ISIS en esta oportunidad. A la vez, Maliki echó a su ministro de Economía, un tecnócrata sunita,  y trató de enjuiciarlo, hecho interpretado como un ataque contra todos los sunitas en general. Además, los sunitas nunca fueron favorecidos con los preciados trabajos gubernamentales a los que accedieron los seguidores  de Maliki.
3) El ejército y la policía de Irak son vistas por la población sunita como fuerzas de seguridad sectarias y pro-chiítas. De esta manera, cuando la insurgencia  arribó a las ciudades sunitas de Mosul y Tikrit, los soldados no encontraron ninguna razón para defender ciudades hostiles que, además, los consideran un ejército de ocupación chiíta. Un ejemplo de esto es que hasta sus propios comandantes les ordenaron retirarse.
4) El ejército iraquí, a pesar de los millones de dólares, careció de profesionalismo para enfrentar a un oponente decidido y preparado. El Primer Ministro Maliki rellenó sistemáticamente los mandos medios y altos con miembros leales a su persona, no con profesionales. Las mismas fuerzas especiales, incluidas el Comando de Operaciones de Bagdad, funcionaron como una fuerza personal del Primer Ministro, que reprimía manifestantes y arrestaba a opositores en el medio de la noche para detenerlos en cárceles secretas. Por lo tanto, el ejército iraquí terminó por convertirse en una fuerza de carácter étnico más que en un ejército representante de todos los ciudadanos de Irak.
5) Cuando lo enfrentaron militarmente, el ejército iraquí fue derrotado. Ciertamente, no ha ganado una batalla en años. Cabe señalar que para defender Tikrit sólo se necesitaba  proteger la única autopista que atraviesa el centro de la ciudad con un par de vehículos de asalto y un limitado apoyo aéreo. Sin embargo, no hubo reacción de Bagdad, que se encuentra a sólo dos horas de Tikrit,  y la ciudad cayó en manos de los rebeldes en menos de medio día.
Dicho lo anterior ¿quiénes son los ganadores con este conflicto?
1) Los kurdos que dominan la región autónoma iraquí de Kurdistan aumentaron el territorio bajo su control en un 40 por ciento desde el inicio del avance de ISIS. Las fuerzas militares kurdas, denominadas Peshmerga,  aprovecharon el revuelo y actuaron rápidamente: mientras las fuerzas militares iraquíes abandonaban sus posiciones ellos ocuparon su lugar, extendiendo los límites controlados por el Gobierno Regional Kurdo (KRG) a casi toda la zona, que desde hace 11 años está en disputa con el gobierno iraquí. Por el momento, ISIS se ha concentrado en enfrentar a los chiítas, dejando de lado el conflicto con los kurdos, que poseen uno de los ejércitos más motivados y orgullosos del Oriente Medio; una fuerza que tiene identidad nacional, que es obediente y que está dispuesta a luchar hasta el final por un objetivo colectivo. Pero el actual límite territorial entre las fuerzas sunitas de ISIS y los kurdos del KRG es de 1.200 kilómetros; una frontera tan grande es una invitación a que cualquier enfrentamiento encienda la mecha de otro conflicto étnico y territorial.
2) Otro de los beneficiados del avance de los radicales jihadistas en Irak es, paradójicamente, el gobierno sirio de Basher Al-Assad. A pesar de haberse dado a conocer tarde en el conflicto sirio, ISIS ha demostrado ser un férreo  oponente a un régimen que aún no da muestras de retirada.  Cuando Assad comenzó a recuperarse en su propio e interno conflicto y logró reconquistar territorio perdido, los fundamentalistas islámicos volcaron su avanzada sobre un líder mas débil: Irak. Y, contrariamente a lo que se piensa, ISIS también ha ganado más enemigos. De esta manera, se ha producido una surrealista alianza entre enemigos que se han unido tácitamente para enfrentar a uno mucho más temido.
Siria bombardea posiciones de ISIS en territorio iraquí, Irán envía sus generales de la Guardia Revolucionaria a Bagdad a preparar a unas fuerzas militares quebradas, Estados Unidos ofrece sus asesores militares junto con dinero, el Hezbollah espera una señal para mover las fuerzas que combaten junto a Assad y Arabia Saudita -que financió en el pasado a los jihadistas- expresa su preocupación ante el avance de un grupo que ya no le responde. Lo que se dice, un cóctel explosivo que más temprano que tarde se hará trizas, provocando un particular rediseño de Medio Oriente, donde los estados multiconfesionales comenzarán su retirada dando nacimiento a naciones donde las diferencias religiosas ya son una sentencia firmada de muerte.

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