domingo, 13 de abril de 2014

SOCIEDAD • Especial Domingo • Viernes 11 de Abril de 2014 | 21:19 ◄ Por Gisela Carpineta Historias "con-ciencia": descubrimientos innovadores de investigadores argentinos

Si bien los une la pasión por su trabajo, el haberse formado en universidades públicas y el apostar a hacer ciencia en nuestro país, todos tienen un común denominador aún más fuerte: esa obstinación por lograr lo que se proponen. Capacidad, creatividad e inventiva criolla, son algunas de las características que nuestra generación dorada de científicos e investigadores locales, así como las futuras promesas, le muestra al mundo. 
Desde la búsqueda de la cura del cáncer hasta pequeños inventos para ayudar a personas con capacidades diferentes, estos argentinos entusiastas quieren abrir una ventana al mundo. ¿El objetivo? Dejar de ser exportadores de cerebros y que Argentina se convierta en un país al que se recurra para conseguir soluciones innovadoras. Con años de formación e investigación, y con la creatividad y la mira puesta en ese desafío, se proponen revolucionar la vida cotidiana y que la ciencia argentina vuelva a estar en boca de los países desarrollados.
La realidad es que hoy, lejos del "lo atamo' con alambre", existe una gran cantidad de científicos respetados mundialmente, como así también emprendedores y estudiantes universitarios que ponen su ingenio y creatividad para brindar un servicio a la comunidad. Así es como a puro pulmón estos jóvenes investigadores argentinos logran llevar a la práctica esa idea original pensada en la facultad y, a la vez, abrir una puerta en el mercado para su proyecto.
“Al principio tenía miedo de mostrarlo porque, como no había nada similar ya creado, tenía temor a ver cuál iba a ser la repercusión, la crítica o que pensaran que era un divague. Pero no, desde el diseño industrial se tienen herramientas para mejorar la vida de la gente y me parece importante que se usen en ese sentido, sumado a que, los que venimos de la universidad pública, tuvimos la posibilidad de estudiar gracias al aporte de todos los argentinos. Es un modo de devolverles algo”, afirma Danilo Gallo. Con 26 años, su proyecto de graduación lo llevó a resultar premiado en el concurso INNOVAR 2013, por haber creado un propulsor eléctrico de rescate para guardavidas.
ALGUNOS DESCUBRIMIENTOS CON SELLO ARGENTINO:
Casi la misma edad que Gallo tenía el Doctor en Química Biológica de la UBA e investigador del CONICET, Diego Croci, cuando se se incorporó hace una década al laboratorio de Gabriel Rabinovich, en el Instituto de Biología y Medicina Experimental. Después de cursar Ciencias Biológicas en la Universidad Nacional de Río IV, Croci llevó su tesis doctoral al IBYME, el organismo creado por el premio Nobel, Bernardo Alberto Houssay, hace 70 años.
Al preguntarse en ella porqué había tumores que no respondían a las terapias y se hacían resistentes, dio el primer paso para la investigación que, a comienzos de este año, colocó a la Argentina como tapa de la prestigiosa revista norteamericana Cell, algo con lo que sueña cualquier científico. La noticia fue que el equipo de Rabinovich, en su mayoría compuesto por jóvenes investigadores, abrió una luz de esperanza en la batalla contra el cáncer y descubrió la naturaleza de uno de los mecanismos de resistencia tumoral de ciertos tipos de cáncer y cómo revertirlo.
Doctor en Química Biológica de la UBA e investigador del CONICET, hace diez años, Diego Croci dio el primer paso para la investigación que abrió una luz de esperanza en la batalla contra el cáncer
Así como los argentinos supieron inflar el pecho por haber creado desde la birome hasta el by-pass, hoy es justamente un equipo local el que puede marcar un antes y un después en la lucha contra el cáncer. Desarrollado íntegramente en Argentina y patentado en nuestro país, casi diez años le llevó a Croci que esta investigación "made in Argentina" hoy ya esté en etapa probatorio en ratones. "Si bien teníamos muchos indicios para pensar que podía funcionar, no pensaba que iba a tener tanta repercusión", afirma en diálogo con INFOnews.
Diego Croci (primero desde la izquierda) junto al equipo liderado por Rabinovich
Diego Croci (primero desde la izquierda) junto al equipo liderado por Rabinovich
Para llegar hasta etapa, el equipo debió sortear una infinidad de encrucijadas pero los resultados, tarde o temprano, siempre fueron positivos. Al recordar cómo fue el día a día de esta larga investigación, Croci no puede evitar pensar que en ese momento sólo tenía 25 años: "En 10 años pasaron un montón de cosas, crecimos mucho, pero el común denominador es que está bueno. Este es un trabajo al que venís con ganas; te gusta lo que hacés, te interesa y es parte de vos. Están tus ideas y tu libido puestas ahí, es tu tesis doctoral, tu formación. Es más que venir a trabajar y entonces hay mucha carga emocional puesta en cada trabajo". 
Pedro Colinas, investigador del Conicet en la Facultad de Ciencias Exactas de la UNLP, lidera el grupo que halló un compuesto que "engaña" el crecimiento de la bacteria de la tuberculosis. Volvió al país en el 2001.
Para Croci, es esa pasión el motor necesario para pasar horas y horas trabajando hasta lograr el objetivo. "De hecho, lo hacemos con gusto. En el día a día, en términos generales, si bien hay momentos en que lo pasamos mal porque las cosas no salen y porque tenemos problemas más allá del trabajo, cuando miras a largo plazo comprobás que está bueno lo que hacemos. Me di el lujo de poder ser parte del laboratorio de Gabriel Rabinovich, que es lo mejor que me pudo pasar para mi formación". Por eso, no duda en afirmar que, si tuviese diez años menos, volvería a hacer lo mismo. 
Pedro Colinas (segundo desde la izquierda) junto al grupo del LADECOR
Pedro Colinas (segundo desde la izquierda) junto al grupo del LADECOR
 Casi con el mismo énfasis, Pedro Colinas, investigador del Conicet en el Laboratorio de Estudios de Compuestos Orgánicos (LADECOR) de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata, describe su trabajo: "Buscamos, investigamos y probamos, pero no es una carga. Tenemos la suerte de estar trabajando en algo que nos gusta y no todo el mundo puede decir lo mismo. Si bien los resultados no lo vemos plasmados inmediatamente y hay que respetar los tiempos de la ciencia, tenemos un aliento constante a seguir trabajando".
Con 45 años y graduado de la UNLP, lidera el grupo responsable del hallazgo de un compuesto que "engaña" el crecimiento de la bacteria de la tuberculosis. Mientras que el mundo busca una solución a esta problemática que, sólo en nuestro país, mata a 800 personas por año, estos científicos de La Plata encontraron una posible respuesta que lograría frenarla e inhibir su desarrollo. 
"Uno siempre imagina que es una enfermedad que ha desaparecido, pero no, está siempre presente. Si bien tenemos la vacuna contra la BCG, lo que pasa es que hay mucha gente que está inmunodeprimida o en situaciones de extrema pobreza y los sigue afectando", explica. En la actualidad y luego de tres años de trabajo, los resultados son más que optimistas. Sin embargo, el camino es largo: primero hay que probarlo en animales y luego en seres humanos, es decir un tiempo mínimo de 8 a 10 años. "No es una vacuna, no es un medicamento, lo que logramos es que la bacteria no siga creciendo, algo que hasta ahora no se podía frenar", afirma.
Pese a los malos augurios y que era "una de las peores épocas de nuestro país", Colinas decidió volver a la Argentina en 2001. Estaba trabajando en Alemania y, aunque recibía ofrecimientos del exterior, decidió regresar porque, afirma, cree firmemente en que tenemos la capacidad de demostrar que la ciencia argentina tiene mucho por ofrecer. "Tuve la suerte de poder trabajar dos años en Alemania y noté que tenemos una calidad a nivel internacional excelente. Nuestras capacidades son muy buenas. Comparado con los países más desarrollados, obviamente nos falta más equipamiento y financiamiento pero creo que si uno se propone algo y lucha por eso, lo va a conseguir finalmente", enfatiza.
Colinas: "Están dadas las condiciones para que la Argentina vuelva a trabajar por la Argentina"
Ya prestigiosos y con el aval de estos dos prometedores descubrimientos, alientan a los jóvenes a meterse en el mundo de la ciencia y recuerdan cuáles eran sus temores al comenzar su carrera. "Cuando empecé a pensar qué estudiar, mi duda era si iba a poder trabajar y tener una familia. Son preguntas que uno siempre se hace. Esta carrera está buenísima y hay más posibilidades que antes", alienta Croci. Y Colinas agrega: "En el camino, en la búsqueda por descubrir eso que plasmaste en un papel, uno a veces se desmoraliza. Pero si uno pone pasión, los resultados siempre aparecen".
¿Qué sienten al saber que de acá a 10 o 20 años, con estos descubrimientos, es un argentino el que puede cambiar el futuro de la humanidad? "A uno lo pone muy contento que una idea que uno tuvo en un papel se pueda llevar a la práctica. Siempre se piensa en los científicos como en personas que trabajan en su laboratorio, completamente alejados de la sociedad y no es así", sostiene Colinas.
"Ojalá suceda. Somos muy optimistas. Lo que sí sabemos es que de acá a 10 años esto no va a ser un hecho aislado porque deseamos que este tipo de contribuciones se escuchen dos o tres veces al año. Nuestra mayor aspiración es que en 10 años el mapa científico sea distinto y mucho más preponderante en el mundo de la ciencia, como lo tuvimos en los años ’50", coincide Croci. 
Danilo Gallo (26) es diseñador industrial recientemente egresado de la UNMP. La creación del propulsor eléctrico era su proyecto de graduación
Danilo Gallo (26) es diseñador industrial recientemente egresado de la UNMP. La creación del propulsor eléctrico era su proyecto de graduación
 Se trata de una nueva herramienta para el guardavidas en su tarea de rescate en el agua, que le permite llegar rápidamente a la víctima y trasladarla a la costa, lo que incrementa ampliamente sus posibilidades de supervivencia. Desarrollado con tecnologías locales ya presentes en el mercado y combinadas específicamente para esta tarea, fue creado por Danilo Gallo, diseñador industrial recientemente egresado de la Universidad Nacional de Mar del Plata. La creación de este dispositivo era su proyecto de graduación.
"La idea era buscar una solución y hacer un aporte a nivel local", recuerda. Sin embargo, a partir de la investigación, se dio cuenta de que no había nada similar en el mercado. "Me llamó la atención darme cuenta que nadie había desarrollado algo parecido, que nadie hubiese tomado esta problemática y que los guardavidas siguieran trabajando como siempre, con el cuerpo. Eso fue lo que me llevó a trabajar el triple en el proyecto".
 
Según explica este marplatense, el equipamiento de los guardavidas no cambió mucho, salvo algunos que pueden llegar a usar moto de agua para el rescate. Sin embargo, al ser tan grandes no es práctico y además se necesita una estructura para trasladarlo hasta la costa, lo que tiene un costo muy alto comparado con un propulsor. Es por eso que recibió críticas favorables y lo han llamado desde diferentes provincias para ampliar el uso del propulsor al agua de río.
Si bien Gallo tiene todo el proyecto desarrollado, aún no llegó realizar el prototipo. "Mi deseo es estar produciéndolo cuanto antes y sé que va a tener una buena repuesta en el mercado porque no tiene nada que se le parezca. Siempre hay que tener fe en el proyecto, pero lo fundamental es ponerle mucha garra y contactarse con todas las personas que sean necesarias porque uno va creciendo durante ese proceso", aconseja.
En 1990, Aldo Marenco, hoy gerente General de Ecolab SRL, comenzó su carrera como ingeniero industrial y electrónico en la Universidad Nacional Tecnológica. Con más de 20 años de experiencia en el mercado, hoy carga orgulloso con el título de haber creado el primer ecodoppler diseñado y fabricado en Latinoamérica. El Terason 3000c Institucional además posee el 85% de los componentes nacionales y recibió el Premio Innovar 2013 como Producto Innovador, categoría Diseño.
Aldo Marenco, junto a su equipo de jóvenes innovadores, diseñó el primer ecodoppler nacional
Aldo Marenco, junto a su equipo de jóvenes innovadores, diseñó el primer ecodoppler nacional
"Hace tres años comenzamos con el proyecto de realizar un ecógrafo nacional. El año pasado presentamos el prototipo final para comercializar y no existe un ecodoppler de este tipo ni en Brasil ni en México, que son los dos países más importantes de fabricación de ecógrafos", explica.
Además de su uso conocido en el período de embarazo, también se emplea en diversos estudios médicos, como en el diagnóstico de dolores, hinchazones e infecciones en cualquier parte del organismo. El modo doppler permite al médico evaluar obstrucciones en el flujo sanguíneo y la visualización de tumores o malformaciones vasculares.

En estos 20 años "marcados por la pasión" por hacer el trabajo que le gusta, Marenco trabajó desarrollando ecógrafos en empresas multinacionales, hasta que en 2008 decidió llevar adelante su proyecto personal y fundó su propia empresa. Hoy el panorama es alentador: "Tenemos más de 60 equipos vendidos en el mercado y una gran expectativa para lo que es este año. Por ahora sólo estamos en el mercado nacional y estamos desarrollando el regional para, a mediados de julio, comenzar a comercializar en Latinoamérica".

"Lo fundamental es lograr que estas innovaciones lleguen al mercado. Es importante poder trabajar a nivel internacional, tener un producto que compita en toda la región. Hoy acceder a una línea de crédito del Ministerio de Ciencia y Tecnología es muy fácil, pero la clave es que tu proyecto sea bueno y claro", afirma.

A María Sol Fonollosa Villalba sólo le falta rendir un final para recibirse de diseñadora industrial en la Universidad de Buenos Aires. Junto a otras tres compañeras, todas de entre 25 y 26 años, le encontraron una vuelta distinta al clásico memotest y diseñaron el Memo Zoo, un juego de memoria sonoro para estimular a los niños ciegos en la edad temprana. Así, un trabajo práctico de la facultad las llevó a desarrollar, innovar y ayudar a través de un juego a esos chicos que, entre el primer y tercer año de vida, deben adaptarse al espacio y aprender a manejar distancias. 
Tras haber recorrido un centro de día para chicos no videntes, María Sol, Aimé Pratolongo, Mariana Beverati y Yanina Guinsburg, diseñaron este juego que, además, pretende ayudar a desarrollar otros sentidos como el auditivo y el tacto. “La idea del Memo Zoo es que la maestra los pegue en la pared y que luego los chicos recorran el espacio, toquen las texturas -que están en volumen- y escuchen el sonido. Así, ese chico sigue conociendo el espacio y lo relaciona con otras fichas que tocó anteriormente”, cuenta María Sol.
"Con ganas y pasión todo se puede", afirma María Sol Fonollosa, una de las ganadoras del premio "Innovación en las universidades"
"Con ganas y pasión todo se puede", afirma María Sol Fonollosa, una de las ganadoras del premio "Innovación en las universidades"
 Además, se trata de un juego tan práctico como económico. Con materiales de bajo costo como la goma eva, la idea es que sea en el mismo establecimiento educativo donde las maestras puedan armar las 12 piezas que contienen el juego y que cuenta con distintas temáticas: animales, ruidos de ciudad o sonidos del hogar.
Si bien María Sol muestra orgullosa el diseño, arma y desarma las piezas con el mismo entusiasmo que un chico, aún no pueden sacar el producto al mercado porque el diseño original es en base a tintas funcionales, tecnología que aún no está desarrollado en nuestro país. "Se está haciendo una planta para imprimir acá con esas tintas, pero por ahora debemos esperar. Ahora la espera nos desmotiva un poco porque las críticas nos demostraron que es una buena idea y queremos verla plasmada ya", explica.
"Lógicamente se puede hacer con otro tipo de tecnología, pero no es la idea justamente porque son las tintas funcionales lo que hacen que sea muy muy barato. Se supone que en un futuro va a haber impresoras de este tipo, por lo que en el mismo colegio o casa van a poder tener estas placas", cuenta, y explica que "en otras partes del mundo se usan estas tintas para cosas superficiales como publicidad, para que la gente toque un cartel y suene. Nuestra idea es aprovecharlo para algo más útil y que sea un aporte a la sociedad".
Ciencia para armar: panorama y desafíos
Si bien afirman que aún se está lejos de aquellos años '50 en los que Argentina se perfilaba como una de las estrellas mundiales en ciencia, los científicos Croci y Colinas remarcan que, desde la creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, a fines de 2007, son notables los avances en la materia.
Sin embargo, ¿qué tan cerca estamos de que Argentina sea un país al que se recurra para obtener soluciones innovadores en ciencia? ¿Están dadas las condiciones? Con estos dos  ejemplos científicos el panorama parece ser alentador, pero ambos afirman que aún queda mucho camino por andar.
Croci: "Ojalá que en 10 años el mapa científico sea distinto y mucho más preponderante en el mundo de la ciencia, como lo tuvimos en los años ’50"
"Aunque estamos lejos de eso, estamos en el camino. No existe el cortoplacismo en ciencia pero al menos desde hace 10 años en Argentina se está queriendo avanzar en eso y los resultados se están viendo. Ya hay cambios sustanciales ", afirma Croci. Lejos de esos años en que Argentina era un país bueno pero como exportador de científicos, ideas y herramientas, sostiene que se está mirando más mundialmente lo que están haciendo los científicos argentinos y hasta se anima a pronosticar: "Todavía no está aceitado ese intercambio pero si seguimos en esta vía, en 10 o 15 años, quizás hasta seamos productores de ciencia. Tenemos todo para que esto pase y últimamente se está haciendo todo en el país para que eso pase así que estimo y deseo que eso pase".
Por su parte, Colinas coincide en que Argentina es un país con muchas capacidades y que, con el financiamiento adecuado, se está empezando a avanzar en ese sentido: "Tenemos muchos convenios con distintos países que nos permiten seguir adelante. Además, la formación de la universidad pública es excelente. Salimos muy bien preparados para trabajar en el mundo científico".
"Made in Argentina"
"El desafío es buscar soluciones al mundo pero desde acá, sin la necesidad de irse a desarrollar al exterior", remarca Colinas. Pero, ¿están dadas las condiciones para que la Argentina vuelva a trabajar por la Argentina? Este investigador cree firmemente en que sí. "La meta de todos los científicos es poder hacer algo que sea útil a la sociedad y que, todo lo que nos dieron a través de la universidad pública, vuelva a esa sociedad que nos sigue retroalimentando siempre".
En ese sentido, también remarca que la clave es seguir invirtiendo en el sector científico y trabajar "en la idea de que se puede, de que es posible estudiar en la universidad, que la educación pública es para todos. Nos falta acercarle a los jóvenes de secundario el mensaje de que todo el mundo puede estudiar. Con más o menor esfuerzo, con mayor o menor capacidad pero se puede estudiar".
No existe el cortoplacismo en ciencia, pero si seguimos en esta vía, en 10 o 15 años, quizás hasta seamos productores de ciencia", afirma Croci.
Croci también hace hincapié en la formación académica gratuita para lograr ese objetivo: "Más del 90 por ciento de la gente que trabaja en ciencia se formó en la universidad pública. Antes era más difícil acceder y no había sueldos para investigadores, sólo lo hacía el que se podía dar el lujo de hacerlo como hobby".
" Está habiendo un crecimiento muy importante y, además, en los últimos cinco años ha regresado mucha gente valiosa que estaba en el exterior y que van a empezar a dar frutos. Son personas muy capaces, inteligentes y con ganas de trabajar, así como los jóvenes que hoy apuestan a la educación pública", remarca Croci, el talento argentino que puede convertirse en una bisagra en la historia de la lucha contra el cáncer, uno de los grandes desafíos de los investigadores del mundo.
Infografías: Diego Pintos

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