domingo, 27 de abril de 2014

Logros históricos con deudas pendientes

Los avances obtenidos en materia laboral constituyen uno de los mayores logros de la política económica durante la última década. Al mismo tiempo, persisten una serie de factores sobre los que resulta necesario lograr mayores avances.
Cuando el próximo 1º de mayo se haga un balance sobre la gestión kirchnerista en materia laboral, luego de 11 años en todos los guarismos hubo notables mejoras. Sin embargo, aún persisten una serie de inequidades, entre las que se destacan la alta proporción de trabajadores en la informalidad y salarios mínimos que no alcanzan a cubrir la totalidad de la canasta básica familiar. Lo cierto es que poco más de una década atrás, como en otras variables, en materia de empleo la Argentina era otro país. La tasa de desocupación era mayor al 20%, los trabajadores en la informalidad representaban el 50% y tanto el poder adquisitivo como el salario mínimo se encontraban entre los más bajos de la región. Cifras que contrastan fuertemente con las actuales, donde el desempleo se encuentra en una tasa que no llega al 7%, la informalidad descendió 15 puntos porcentuales, y prácticamente todas las escalas salariales se encuentran al tope entre la región.
Las políticas de empleo fueron elogiadas incluso por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en su informe “Tendencias Mundiales del Empleo 2014: ¿Hacia una recuperación sin creación de empleos?”. Allí, se señalan los riesgos de que la economía mundial –que dejó sin empleo a 5 millones de habitantes en 2013 y a 202 millones desde que comenzó la crisis global en 2008– pueda recuperarse paulatinamente en lo macroeconómico, pero sin generar empleo. Por el contrario, elogia las políticas de empleo en toda la región latinoamericana, especificando que en el caso argentino se pudo atravesar la crisis internacional de 2008 reduciendo incluso el desempleo, que pasó del 8,5% en 2007 al 7,3% en 2013, guarismo que se proyecta que se mantendrá estable hasta 2016.
Incluso este 2014, que para nuestro país comenzó con turbulencias económicas, parece no haber por el momento incidido en materia de empleo. De acuerdo con la medición de la Encuesta de Indicadores Laborales (EIL) del Ministerio de Trabajo, la tasa de desempleo no aumentó durante los meses de enero y febrero. Y, durante los siguientes meses, desde ese ministerio afirmaron que no se incrementó significativamente la demanda del Programa de Recuperación Productiva –para asistir a los trabajadores con riesgos de empleo–, ni de solicitud de subsidios al desempleo, mientras que los procedimientos preventivos de crisis por parte de las empresas no se diferenciaron sustantivamente de los de años anteriores.
En cambio, las paritarias que ya han cerrado, que tuvieron como resultados aumentos del 27 al 29%, hacen prever que este será un año de descenso en el poder adquisitivo, con una inflación oficial que anualizada, se encontraría por encima del 30%. Más allá de la coyuntura, resulta esclarecedor observar cómo han evolucionado las principales variables relacionadas al empleo, esto es ocupación, trabajo informal, promedio salarial y salario mínimo.
Crecimiento récord del empleo. De acuerdo con la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Indec, en 2013 existían poco más de 17 millones de puestos de trabajo, es decir cerca de 5 millones de puestos de trabajo formales e informales más que en 2002. Por eso esta EPH, que había estimado una de­socupación superior al 20% en 2002 (24% con la actual medición), arrojó para el último trimestre de 2013 un nivel de desempleo del orden del 6,4%.
El informe “El mercado de trabajo en la post-convertibilidad”, del Centro de Estudios Cifra de la CTA, permite dar cuenta de los contrastes en la creación de empleo durante la etapa neoliberal y la acontecida a partir de 2002. Según señala este estudio, “si se compara el número de ocupados en 2001, resulta sólo 200.000 superior al de 1991”. Por el contrario, a partir de 2002 el empleo subió de forma exponencial, con lo que en 2010, con más de 4 millones de puestos de trabajo creados, se alcanzó una tasa de empleo “similar a la de 1974, es decir, previo al inicio de un largo descenso que culminó en 2002”. De acuerdo al Informe de Cifra, entre los 4 millones de puestos de trabajo creados, se encontraban 3 millones de empleos registrados. Un informe producido el año pasado por parte del Ministerio de Trabajo, denominado “La situación laboral argentina 2012”, señala que en base a datos del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) desde 2002 se sumaron alrededor de 4,5 millones de empleos formales, lo que exhibe un crecimiento de un millón y medio de puestos de trabajo registrados desde aquel logro de 2010. En este sentido, Trabajo menciona como una de las claves las más de 200 mil nuevas empresas formales creadas en la última década, lo que significó un incremento del 50% de la cantidad de firmas empleadoras.
Trabajo no registrado. Según la EPH, para junio del año pasado el 34,5% de los trabajadores argentinos desarrollaba una labor no registrada, es decir cerca de 4 millones de personas sobre el total de 12 millones y medio que conforman la fuerza laboral del país (la diferencia con las cifras de empleo radican en que un trabajador puede ocupar más de un puesto de trabajo). Se trata de una cifra que exhibe una débil baja en relación con la del 2008, cuando se situó en el 37%. Al mismo tiempo, el Informe de Coyuntura N° 12 de Cifra permite observar la notable reducción que se operó en el total de la década gestionada por los gobiernos kirchneristas. En efecto, el informe señala que entre 2003 y 2012 el trabajo informal se redujo del 49,2% al 34,4%, es decir cerca de 15 puntos porcentuales. De acuerdo con el informe “Trabajo no registrado: Avances y Desafíos para una Argentina inclusiva” del Ministerio de Trabajo, esta reducción representa una baja sostenida como no se había experimentado en los 25 años previos, lapso en los que ascendió prácticamente de forma consecutiva desde alrededor del 25% al citado 49%. Además, señalan que desde 1976 en adelante “hubo un incremento permanente y sistemático del trabajo no registrado”. En el informe, se detalla también que mientras que en la década del noventa sólo 10 de cada 100 puestos de trabajo asalariados que se generaban eran registrados, entre 2003 y 2012 esta cifra mejoró incluso su propia inversión, pues de cada 100 puestos que fueron creados, 92 fueron empleos registrados.
En función de la fuerte desaceleración en la disminución del empleo no registrado en los últimos años, es que la semana pasada el Ejecutivo envío un proyecto de ley para fomentar la regularización de los trabajadores. La iniciativa, que contempla una inversión pública de 4.150 millones de pesos y comenzará a ser tratada en el Senado el próximo miércoles, busca beneficiar a 290.000 microempleadores (este tipo de empleadores concentra el 60% del trabajo informal) para incentivar la regularización de trabajadores, así como fijar mayores controles y penas para detectar y sancionar a las empresas que contraten de forma informal. El objetivo, señalaron desde fuentes oficiales, es posibilitar la registración de 650 mil puestos de trabajo en dos años, logrando así un descenso de la informalidad del actual 35% AL 28%.
Poder adquisitivo del salario. Luego de una tendencia declinante a lo largo de gran parte de la década del noventa e inicios de la pasada, con los gobiernos kirchneristas y la implementación de las negociaciones paritarias, el nivel de ingreso de los trabajadores experimentó crecimientos en la mayor parte de los años, pues solo registró leves descensos en 2008, 2009 y el año pasado, según se desprende de los datos del último Informe de Coyuntura (N°15) del Centro Cifra. Allí, se puede concluir que, desde 2003 a esta parte, los salarios aumentaron en un 47% en el caso de los trabajadores registrados y de 56% en los no registrados. Exceptuando el retroceso de 2009 -íntimamente ligado a la crisis mundial-, las otras dos caídas, como así también la desaceleración de las subas salariales a partir de 2008, estuvieron directamente relacionadas con el aumento en los índices de inflación. Sucede que fue justamente a partir de 2008 que la inflación superó el 20% anual -con excepción del 2009-, debido en gran parte a la denominada “puja distributiva”, es decir, la lucha de los grupos económicos por no continuar cediendo parte de su elevada rentabilidad al sector del trabajo. Aun así, los salarios estuvieron casi siempre por encima de la suba de precios, según se desprende de otro informe del Centro Cifra, publicado en 2011. En relación a 2012, este organismo señaló recientemente que también se experimentó un “ligero crecimiento del salario real”, mientras que respecto al año pasado, se experimentó en cambio un leve descenso, del 0,4%, en el poder adquisitivo de los trabajadores.
Salario mínimo. De acuerdo con un estudio realizado a fines de 2012 por el Centro de Estudios de la Nueva Economía de la Universidad de Belgrano, el sueldo mínimo en nuestro país se encontraba al tope de toda la región. “A nivel regional, el salario mínimo real argentino lidera el ranking sudamericano, al ser 10% superior al piso salarial paraguayo, que se ubica segundo”, había afirmado oportunamente el economista Víctor Beker, quien estuvo a cargo del citado estudio. Sucede que luego de mantenerse congelado en 200 pesos por más de una década, a partir de 2003 el salario mínimo experimentó subas permanentes, llegando a 3.600 pesos en enero de este año. Con todo, al contrastarlo con la inflación, se advirtió un freno en su suba a partir de 2006, de acuerdo al documento 18 del Centro de Estudios Cenda, dirigido entonces por el actual ministro de Economía Axel Kicillof. Según este documento, mientras que en el período comprendido entre 2002 y 2006 el salario mínimo creció en términos reales un 166,4%, a partir de ese año prácticamente no se produjeron variaciones significativas. Es altamente probable que la inflación del año pasado, del 29% de acuerdo a institutos provinciales de estadísticas, y la devaluación de enero, cercana al 20%, hayan hecho retroceder a nuestro país de este primer lugar, aunque en cualquier caso sigue estando entre los más altos de la región. De todas formas, los valores del salario mínimo tienen en la Argentina sobre todo una función de referencia, ya que, de acuerdo a cifras oficiales, quienes perciben este ingreso son menos del 1% de los trabajadores, es decir, aproximadamente 113.000 asalariados, pero uno de sus aspectos más relevantes es que permite elevar el piso de referencia, algo fundamental para los trabajadores no registrados. Si bien nada hace prever que durante la convocatoria anual del Consejo del Salario Mínimo, Vital y Móvil que se realizará este año, el monto no se actualizará significativamente, lo cierto es que hasta el momento las retribuciones del salario mínimo no alcanzaron a cubrir los costos de una Canasta Básica Total, necesaria para superar la línea de pobreza de una familia, que teniendo en cuenta datos de inflación provinciales y de centros independientes podría hasta triplicar el costo real de la que actualmente difunde el Indec, que la sitúa en falsos 1.800 pesos.
MIRADAS AL SUR

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