lunes, 21 de abril de 2014

Las palabras y los días POR MIGUEL RUSSO


 
En pocos días (aunque pocos días parece un siglo en la Argentina), tres sucesos hacen pensar sobre la coherencia entre palabra y cosa (significado y significante, en su justa denominación). Sobre todo en esos pocos días donde, también, ocurrieron las muertes de Ernesto Laclau, de Eliseo Verón, de Gabriel García Márquez, tres personas que, desde distintas disciplinas, distintas ideologías, reflejaron un mismo amor por la palabra: lo que dice, lo que señala, lo que nombra cada una de las palabras que supieron usar. Los tres sucesos hacen palidecer a Platón y al mismísimo Borges, reflejado aquél en un poema de éste: "Si, como el Griego afirma en el Cratilo, el nombre es arquetipo de la cosa, en las letras de 'rosa' está la rosa y todo el Nilo en la palabra 'nilo'". Los tres sucesos –siguiendo con la perspectiva de esta nota, de alguna manera hay que nombrarlos– pusieron en tela de juicio lo que se dice cuando se dice y lo que se verbaliza cuando ocurre algo. Los tres sucesos, vistos a la escasa distancia de hace unos días nomás, remiten, en una primera aproximación, al desvarío etílico del discepoliano Carancanfunfa cuando en su barquito llegó a Francia: "en un pernó mezcló a París con Puente Alsina". Después, en una lectura un poco más profunda, los tres sucesos, cada uno por su lado y los tres juntos, vertiginosos –domingo, lunes, martes de hace una semana– por lo sucesivo, muestran el grado de enloquecimiento disolvente en que se mueve, en realidad en que es obligada a moverse, la sociedad argentina.  
 
DOMINGOS DE SICARIOS. La nochecita del pasado 13, volvió Jorge Lanata con su programa –ternado para el Martín Fierro, aunque de la terna ya se bajó Víctor Hugo Morales con su Bajada de línea– Periodismo Para Todos. Volvió, dijo, anunció, dispuesto a mostrar cómo la narcocultura caló hondo en todos nosotros. Para demostrarlo, no tuvo mejor ocurrencia que hacer saltar el rating ibopiano con dos entrevistas –realizadas por el entrevistador con una mueca de seriedad que rozaba una angustia digna de mejores causas– a dos sujetos de rostro tapado que fueron presentados como sicarios que trabajan a sueldo para narcotraficantes de Rosario. "¿Acá se les dice también 'sicarios', como en Colombia?", preguntó Lanata. "Sí, sicarios", fue, escueta, la respuesta de uno de ellos. El diálogo –digno heredero de las afirmaciones del librepensador colombiano Durán Barba acerca de la definición, en su país natal, de la palabra "espectacular"– siguió su curso, con insólitas declaraciones de los dos entrevistados: "Yo no mato por poder, mato por plata", "Ya maté a más de 20", "Al principio se siente miedo, después se te hace costumbre". Y hasta con una respuesta (a la punzante pregunta "¿tenés miedo de ir preso?") que hace pensar en un trabajo perfectamente aceitado: "¿Con la nueva ley? No, salimos en dos minutos". El entrevistador no se preguntó ni le preguntó a qué "nueva ley" se refería el entrevistado. ¿Sería, acaso, el anteproyecto de reforma del Código Penal? Quizás, sí. De todos modos, convendría haberle señalado al entrevistado sicario que por asesinar a alguien –con el actual Código Penal y con cualquier futuro código medianamente normal– se va preso algo más de dos minutos. Sí, sicarios (sí, periodistas), aunque cobren por el crimen. 
 
El estudio de C5N se abrió el pasado 14 para que Samuel Gelblung recibiera en su programa Chiche en vivo a dos entrevistados también enmascarados. Los dos, de espaldas a cámara, pero frente a la vastamente conocida figura del periodista, admitieron ser delincuentes: motochorros.
Ahora bien, la incoherencia estaba plasmada. ¿Qué sicario, por más principiante que sea, va a prestarse a una entrevista defendiendo su tarea y, encima, haciendo gala de ella? Además, ¿para qué? Y otro además, ¿por qué? Y muchos además: ¿Qué periodista va a realizar una entrevista al borde de la apología del delito? ¿Para qué? ¿Por qué? ¿Qué límites pueden cruzarse por un puñado de rating, por más ibopiano que sea? ¿Qué es un sicario, qué es un criminal, qué es un entrevistado por más pixelado de ojitos que haya y por más máscara que se ponga para responder preguntas? Y, fundamental, en el supuesto caso de que el entrevistado sea en realidad quien dice ser: ¿qué proporciona alguien enmascarado, más allá de cierta renuencia a creerle lo que dice?
 
LUNES DE MOTOCHORROS. El estudio de C5N se abrió el pasado 14 para que Samuel Gelblung recibiera en su programa Chiche en vivo a dos entrevistados también enmascarados. Los dos, de espaldas a cámara, pero frente a la vastamente conocida figura del periodista, admitieron ser delincuentes: motochorros, para más datos. Los muchachos definieron sus gustos al momento del choreo: "billeteras, notebooks, maletines, bolsos, automotores, autos de alta gama, pulseras, collares, motos, motos grandes", es decir, de todo, siempre y cuando le encontraran algún valor posible en el momento de la reducción.
 
Gelblung es un experto en esas lides. Él mismo definió una vez, hace varios años, y muy suelto de cuerpo, cómo entendía la labor del periodismo: "Sorprender, sorprender y sorprender; de vez en cuando, informar." El aporte gelblungiano, esta vez, no tenía en cuenta la información. Ni siquiera de manera solapada. La cuestión era tener, de primera mano, un testimonio sobre "un tema de actualidad permanente, uno de los flagelos que azota a la Ciudad y el Conurbano". Y, ni lerdo ni perezoso –aunque sí, un día después del controversial episodio Lanata– citó a dos ladrones que operan en motocicleta, conocidos popularmente como "motochorros", como supuestamente debe haber "automovichorros", "bicichorros", "camionechorros", "peatonechorros", y así. Claro que se volvió a hablar –con o sin mención de ella– de la archiconocida puerta giratoria y de las componendas político-policiales con la delincuencia bajo el remanido cliché "todo suma". En un primer momento, cabe preguntarse cómo consiguió la producción de Chiche en vivo, no a uno, sino a dos delincuentes decididos a ponerse la máscara y contar sus peripecias, poco se sabe. O, peor, antes de la respuesta, habrá quien pueda llegar a admirar la excelencia del equipo de producción. Al fin de cuentas, ¿dónde quedó aquello de "somos periodistas, queremos preguntar", eh?
 
Pero el desmoronamiento llegó a la salida del programa, cuando un grupo de policías de la seccional vecina a C5N decidió meter en cana (o, al menos, demorar) a quienes se enorgullecían de sus ilícitas tareas por la tele. El diálogo entre partes fue muy parecido a ese juego infantil del "yo señor, no señor, pues entonces quién lo tiene". Se sabe, los delincuentes no eran delincuentes sino contratados para seguir un guión; todo fue desentrañado después de unas horas de comisaría de ambos guionados y un productor que salió a decir la verdad. Lo que no quedó claro, ni siquiera con la aclaración absurda del día siguiente ("acá no se guiona a nadie, la entrevista se hizo de buena fe") fue qué es la verdad. Y qué tiene que ver la verdad con dos "motochorros" convocados bajo máscara y con Chiche Gelblung.  
 
MARTES DE USUARIOS. El subte de Macri sigue a $ 4,50. La jueza Elena Amanda Liberatori había dado el 11 de abril un nuevo plazo para exigir que el gobierno porteño compareciera con la composición tarifaria del valor del pasaje. El lunes, Liberatori escribió su fallo: "Lo expuesto vivamente en la audiencia, según SBASE, de modo alguno constituye lo requerido el pasado viernes en el sentido de conocer la estructura de 4,50, es decir, qué abona el usuario al efectuar el pago. Ni siquiera se aportó algún documento elaborado específicamente para responder a ello. Sólo se presentó por segunda vez un documento que ya obraba en autos y que, como antes se detalló, es un cuadro de costos." Más adelante, en el escrito se señaló que las propuestas realizadas por SBASE "no satisfacen adecuadamente lo ordenado en la medida cautelar en la medida en que siguen quedando fuera de poder acceder a una tarifa más baja de 4,50 un importante nivel de usuarios que son aquellos que realizan de 1 a 19 viajes por mes", un 53% de los viajeros subterráneos. ¿Es decir? ¿Marcha atrás en el valor del pasaje? No: para viajar en subte hay que pagar 4,50. ¿Justicia? ¿Qué dice la justicia cuando quiere decir que algo no está del todo en orden? ¿El Palacio de Justicia repartirá ábacos entre los usuarios para saber qué conviene, luego del organigrama de 20, 30, 40 o 50 viajes pagaderos con Sube, Monedero o taca taca? ¿Y cómo se toma la promesa del aumento para mayo con que el gobierno porteño asumió el fallo? El martes pasado, por la mañana, algunos medios, no todos, por supuesto, daban cuenta del disparate. Mientras tanto, la sociedad (la palabra "sociedad", la cosa "sociedad") sigue enloqueciéndose por saber dónde y cuándo decir lo que tiene para decir sin que le digan lo que debe decir.

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