lunes, 14 de abril de 2014

La militancia como legado

Por Paula Biglieri *, Gloria Perelló ** y Fiorella Canoni ***

“Nosotros nos encontramos con mi padre y Jauretche en el Petit Café, que está allí en la avenida Santa Fe casi esquina con Callao, estuvimos charlando un rato y después nos fuimos. Entonces, Jauretche me dijo: ‘Vení muchacho acompañame a hacer una caminata’. Así fuimos por la avenida Santa Fe, llegamos a la plaza San Martín, doblamos por la calle Florida y al final nos despedimos en Diagonal Norte. Y ahí Jauretche me empezó a hablar y me empezó a decir ‘no hay que ser demasiado estricto con los conceptos porque los conceptos limitan y un poco hay que mirar al mundo de reojo, ver cómo son las cositas que uno percibe cuando uno mira al mundo de reojo y ahí entonces uno empieza a forjar sus pequeñas grandes verdades. Entonces, a esas pequeñas grandes verdades muchas veces no se las puede fijar en un concepto y hay que darles simplemente un nombre’.” Corría el año 1957 cuando Laclau recibió este consejo que supo escuchar y nunca abandonó a lo largo de su carrera académica.

Este fragmento que el propio Laclau gustaba de contar en las animadas reuniones que muchas veces lo tenían por protagonista señala cómo se engarzaron en su vida las experiencias políticas de su juventud con las diversas fuentes teóricas en las que abrevó para forjar un pensamiento original. Difícilmente este pensador hubiese llegado a desarrollar sus categorías teóricas centrales sin su paso como militante político.

En sus comienzos como estudiante de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires –donde llegó a ser presidente del centro de estudiantes– se dedicó por entero a la academia y a la militancia política. La academia abonaba su posicionamiento político y la participación política motorizaba su desarrollo académico. Para un militante de la izquierda, inquieto por los movimientos populares argentinos, no resultaban fácilmente aceptables las explicaciones lineales a través de la categoría nodal marxista de modo de producción. Por eso, ya desde sus inicios transitó un camino que lo llevó paulatinamente a enfocar su mirada académica en lo que –en términos marxistas– podríamos denominar superestructura y su compleja interconexión con la estructura. No es extraño entonces que los autores que más impactaron al estudiante de licenciatura fueran Antonio Gramsci y Louis Althusser.

En un artículo publicado el 9 de diciembre de 1964 en Lucha Obrera, la semana posterior al atentado que sufriera el local de dicho periódico, Laclau escribió: “La seriedad de una política revolucionaria se mide, en gran parte, por su capacidad de concentrar sobre sí el odio profundo y definitivo de todos los sectores vinculados al sistema imperante (...) Una verdadera política revolucionaria debe contar con este odio y saber que será el compañero inseparable de todas sus luchas. No es verdaderamente revolucionario quien busca como reaseguro de sus actos alguna forma de consenso, justamente por edificar su acción sobre el sentido profundo de los procesos históricos, el revolucionario debe renunciar de antemano a cualquier consenso en la superficie. Lo primero que debe hacer un político revolucionario que no juegue simplemente a serlo es construirse una piel de elefante que le permita soportar sin pestañear la calumnia y la violencia y acostumbrarse a andar por el mundo sin sobretodo”. Esta cita anticipa lo que constituyó uno de los grandes logros de la obra de Ernesto Laclau: incluir dentro del pensamiento filosófico la cuestión del afecto como elemento constitutivo de lo político.

Ya en su formación académica europea recibió la influencia decisiva de pensadores como Foucault, Derrida y Lacan. En 1985 publica Hegemonía y estrategia socialista. Hacia una radicalización de la democracia, junto a su compañera, la académica Chantal Mouffe. El texto resultará el puntapié inicial de lo que luego se denominaría posmarxismo. En una notable deconstrucción de los fundamentos del marxismo desplazó el debate y la preocupación acerca de la emancipación hacia otro terreno: el análisis del discurso. En un momento histórico de claro dominio conservador y neoliberal, vino a abrir un espacio para seguir pensando una política radical –sin un destino y un sujeto de la historia fijado a priori como lo planteaba el marxismo tradicional– donde la lógica de la necesidad perdió su preeminencia a favor de la contingencia y el deseo. Esto implicó que ante la ausencia de leyes objetivas –que gobiernen el devenir histórico– la acción política recae en la responsabilidad subjetiva.

Si Hegemonía y estrategia socialista lo lanzó a la fama en el mundo europeo y norteamericano, será La razón populista, en el 2005, el texto que lo instalará definitivamente en el debate académico y político latinoamericano. Laclau argumentó allí que es la figura del pueblo –cuando ésta logra articularse como tal– la única que puede desencadenar modificaciones en el statu quo. Sólo el pueblo, a partir del encadenamiento de demandas de diversa índole, y del amor a un líder, es capaz de empujar un proceso de emancipaciones.

Quienes hemos tenido la fortuna de participar en alguno de sus espacios de formación podemos dar fe de su generosidad como maestro. No sólo por ofrecer sus ideas al debate, y de este modo poner en acto un pensamiento crítico y creativo, sino también por transmitir un estilo de trabajo riguroso y comprometido. El último de sus emprendimientos es la revista Debates y Combates, de la cual fue fundador y director. Hoy, en este día tan triste, queremos reafirmar nuestra responsabilidad de continuar con el legado académico y militante de un extraordinario filósofo: Ernesto Laclau.

* Politóloga.

** Psicoanalista.

*** Politóloga.

Otras voces

- Julián Domínguez, presidente de la Cámara de Diputados: “El pensamiento de Ernesto Laclau significó un faro intelectual para muchísimos dirigentes de la política que acompañamos el proyecto nacional y que creemos en el pueblo como sujeto histórico en la construcción común de una identidad latinoamericana. Sus reflexiones fueron inmensos aportes para transitar la soberanía de nuestro proyecto nacional, sostenido en un liderazgo indiscutible como fue el de Néstor y hoy es el de Cristina, y revelando que el único interés es articular las demandas del pueblo y no los intereses de las corporaciones”.

- Juan Manuel Abal Medina, politólogo y ex jefe de Gabinete: “Ernesto Laclau fue uno de los principales pensadores políticos de estos tiempos. Sus obras son lectura obligatoria en todas las universidades del mundo y su producción teórica ha estado siempre comprometida con la construcción de una sociedad más justa, libre, plural e igualitaria”.

- Martín Sabbatella, titular de la Afsca: “Despedimos a un amigo y a un gran maestro, pero sobre todo a un hombre generoso y comprometido. Su obra es imprescindible para todos aquellos que reivindicamos el pensamiento nacional, popular y latinoamericano. Ernesto fue un intelectual que decidió volcar todo su desarrollo teórico al servicio de la acción de los movimientos populares; un pensador que puso el cuerpo para entender y acompañar las luchas emancipatorias de nuestros pueblos, más allá de los claustros académicos”.

- Oscar González, secretario de Relaciones Parlamentarias de la Nación: “Laclau fue un pensador excepcional, comprometido como pocos con la historia nacional. Fue un ser humano muy afectuoso y cálido. Agradezco la posibilidad que nos fue dada de frecuentarlo, de aprender de él y de disfrutar de su cercanía”.

- Florencia Saintout, decana de la Facultad de Periodismo de la Universidad Nacional de La Plata: “Lamentamos la partida del profesor Ernesto Laclau, un intelectual comprometido que comprendió y acompañó los nuevos tiempos de América latina”.

- Humberto Tumini, secretario general de Libres del Sur y dirigente del Frente Amplio Progresista (FAP): “Murió Ernesto Laclau, un importante intelectual que pensaba en profundidad desde los intereses nacionales, más allá de diferencias con él. Siempre he adherido, más allá de diferencias puntuales, a las ideas de la izquierda nacional. Laclau se ganó su lugar allí”.

- Carlos Heller, diputado nacional de Nuevo Encuentro: “Consternado con la muerte del querido Ernesto Laclau, quien nos ayudó a pensar, proponer e imaginar un país mejor. Nos deja un legado de pensamientos pero sobre todo un compromiso que debemos honrar con la construcción de un país más justo”.

- Agustín Rossi, ministro de Defensa: “Laclau fue uno de los más grandes intelectuales que dio la Argentina en estos últimos años. Supo explicar un concepto descalificado como el populismo, y esa resignificación del populismo ha sido más que importante para el debate político. Destaco el fuerte compromiso político e ideológico que siempre tuvo a pesar de estar lejos del país y la fuerte impronta latinoamericana en todos sus textos. Era un defensor de los movimientos nacionales y populares”.

- Jorge Coscia, secretario de Cultura de la Nación: “Siempre aportó una palabra justa y una reflexión original. Combinó magistralmente la rigurosidad académica con un profundo compromiso político con las causas más nobles como la igualdad y la libertad. Creador del concepto teórico de populismo, supo describir y defender mejor que nadie las experiencias políticas de transformación social que vive América latina desde principios de este siglo. Laclau nos deja un riquísimo bagaje teórico para seguir pensando críticamente la política, la sociedad, el capitalismo y el mundo intelectual, pero sobre todas las cosas para seguir defendiendo los proyectos políticos que se comprometen con el destino de sus pueblos”.

- Jorge Rivas, diputado del FpV: “Ernesto Laclau tenía todas virtudes que se le pueden reclamar a un verdadero intelectual. Era tan estudioso como capaz de someter sus conocimientos a la crítica más original y desprejuiciada. Generoso con su saber, nunca rehuyó de la polémica ni del debate. Era, además, un hombre comprometido con la defensa de las causas populares. Siempre vamos a estar en deuda con él. Y nos va a hacer falta en los tiempos que vienen”.

- Ricardo Forster, filósofo y miembro del grupo de intelectuales Carta Abierta: “Es probablemente uno de los más importantes intelectuales de América latina del último siglo. Su ausencia se va a sentir porque fue uno de los últimos grandes teóricos del pensamiento latinoamericano y emancipatorio. Vivió hasta el último día con una intensidad y una plenitud envidiables, y su muerte lo sorprende después de participar en Sevilla de una actividad de discusión de ideas. Su relevancia atravesó largamente a la Argentina. Su historia académica comprometida en sus años en Inglaterra lo convirtió en uno de los referentes internacionales de las izquierdas y del posmarxismo. Cruzaba tradiciones intelectuales, políticas y filosóficas”.

- Daniel Filmus, secretario de Asuntos Relativos a las Malvinas: “Adiós a Ernesto Laclau. Muy buen tipo, un gran pensador y luchador por la causa nacional y popular”.

- Federico Schuster, filósofo y profesor de la UBA: “Tuve la oportunidad de estudiar con Laclau en Inglaterra, diez años antes del kirchnerismo y los debates locales. Aprendí mucho de él y fue siempre muy generoso conmigo. Fue un tipo enormemente reconocido en todo el mundo y creo que hizo aportes valiosos a la teoría política”.

14/04/14 Página|14

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