jueves, 10 de abril de 2014

Dolores de parto de la nueva derecha

Macri entendió que uno de sus comentarios sobre la inseguridad terminó siendo usado por Massa para castigarlo y sacarle ventaja allí donde se instalaron para competir: el espacio conservador.

Por Laura Mendoza

La pelea pasó casi al terreno de lo personal. Dinamitó, por un lado, los escasos puentes que podrían unirlos a futuro. Y por otro, una de las vertientes de la estrategia electoral fogoneadas desde el Pro. El hasta ahora módico enfrentamiento de los dos máximos referentes de la nueva derecha, Mauricio Macri y el renovador Sergio Massa, pasó a mayores cuando Macri entendió que uno de sus comentarios sobre el espinoso asunto de la inseguridad, terminó siendo usado por Massa, un cruzado de la oportunidad, para castigarlo y sacarle ventaja allí donde se instalaron para competir: el espacio conservador.

Que Macri haya dicho que respiraba aliviado al pensar que su hija Gimena vivía fuera de la Argentina, y que por tanto estaba a salvo de la violencia y de los robos cotidianos (la chica vive y estudia en la ciudad del flower power, San Francisco), sirvió a Massa para cuestionar la supuestamente escasa vocación del jefe de Gobierno porteño por la cosa nacional.

Macri respondió que la utilización de Massa era poco menos que una bajeza y que lo había decepcionado, ahora, a nivel personal. Pero más allá de la esgrima de superficie, lo cierto es que hacia adentro del Pro la cuestión, medida en términos electorales hacia 2015, comenzó a inquietar a varios. Especialmente a los que alentaban un entendimiento pre primarias con el hombre fuerte de Tigre. Entre ellos, la rama orientada por Nicolás Caputo, socio de Macri en sus empresas y en la política. Es que “Nicky” es un defensor del acuerdo con Massa, toda vez que entiende que con “lo propio” no es posible llegar a la poder, aunque lo propio podría servir para hacerse con una cuota importante si triunfa una alianza que, de hecho, reparta los espacios.

Tal vez envalentonados por el –lento- crecimiento de Macri en las encuestas –que hoy le dan un 15 por ciento de intención de voto-, han soñado con un reparto del Gabinete nacional, con un acuerdo que instale como vicegobernadora bonaerense a María Eugenia Vidal y hasta la vicepresidencia de la Nación.

En esa mesa de arena, imaginan un poder consolidado, entre otras cosas, por un bloque de diputados y senadores nacional de envergadura, y dejando fuera a Macri de los cargos aunque no de la política. El ingeniero se convertiría así en un árbitro ineludible, del mismo modo que Cristina podría serlo después de 2015.

La otra vertiente en el Pro, la más tradicional y si se quiere “romántica”, es la que impulsa el armador Emilio Monzó quien sostiene que hay que ir con los propio a elecciones –tal como predica públicamente Macri-, tal vez en una fórmula con Gabriela Michetti, la única dirigente del Pro con 70 por ciento de imagen positiva. “Dadas las circunstancias, y en el predicamento de apoyar al alguien en un eventual ballotage, Mauricio prefiere apoyar a Daniel Scioli, con quien comparte una larga amistad”, sospechan cerca de Macri.

Por ahora la consigna sigue sin cambiar: profundizar el discurso de la “tercera vía”, de lo nuevo en la política y de la gestión, que se propone inaugurar el metrobus de Cabildo y seis pasos bajo nivel más a fines de septiembre de 2015.

DZ/sc

Diario Z

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