lunes, 30 de septiembre de 2013

"Los pibes están en riesgo por culpa del mismo Estado que después los institucionaliza"

Entrevista con María Fernanda Berti, maestra y coautora junto al sociólogo Javier Auyero del libro "La violencia en los márgenes". Se trata de una investigación que aborda la problemática de la violencia a partir de los relatos de chicos de una escuela primaria en el sur del Gran Buenos Aires. Por Enrique de la Calle APU: ¿Cómo fue su trabajo junto a Javier Auyero en la elaboración del libro? Usted es maestra en "Arquitecto Tucci" (nombre ficticio con el que se refieren al barrio que estudiaron), así que tiene una mirada doble, como investigadora y como persona que vive allí. María Fernanda Berti: Empecé a trabajar en esta escuela primaria en el 2007, con uno de los grados más chicos. Lo que empiezo a notar es que los chicos hablaban todo el tiempo sobre la cárcel - todos, o la gran mayoría, tiene a un familiar en situación de cárcel, ya sea tíos, padres, madres o el abuelo-, o pasaban situaciones como que alguno se dormía porque el día anterior habían allanado la casa y se habían llevado a los padres. Eso fue lo primero que a mí me empezó a llamar muchísimo la atención. Todavía no lo había contactado a Javier, con quien fui compañera de militancia en el año ‘88. APU: Militaron juntos en ese mismo barrio. MFB: Exactamente. Me reencontré con Javier en 2008. Él había terminado un libro con Débora Swistun y lo que él quería, te habrá contado, era replicar ese trabajo sobre familias en situación de riesgo de contaminación. Le empiezo a ayudar, haciendo entrevistas con vecinos del barrio. Lo que empieza a aparecer es la violencia, en todos lados, adentro de la casa, en la vereda, de día, de noche y, sobre todo, la violencia interpersonal. Entonces, después de varios meses empecé a escribir un diario, cada vez que terminaba el día, escribía lo que los nenes contaban. Cuentan todo el tiempo lo que les pasa, por eso decimos que es algo que no está naturalizado para nada, porque ellos lo cuentan, lo padecen. Ahí empezamos a darnos cuenta que el recorte tenía que ser ése y que la mirada tenía que pasar por ese tema. APU: Cuando ves en los medios de comunicación, en los diferentes debates públicos en torno a la inseguridad, cómo se la describe... ¿Se relaciona con tu propia experiencia en torno a ella, con los relatos de los vecinos de tu barrio? ¿Cuánta distancia hay entre un relato y tu experiencia? MFB: Nosotros partimos de la hipótesis de que la inseguridad, el discurso, está apropiado por la clase media, la clase media alta, que es la que quiere la baja de la edad de imputabilidad, que es la que le gusta ver a la Gendarmería - "Arquitecto Tucci" está lleno de gendarmes - le gusta ver la policía, la Bonaerense, la municipal. Lo que empezamos a notar (en las entrevistas, cuando visitamos los hospitales) es que los muertos de la inseguridad los ponen los sectores más pobres. Y la gente, cuando vos hablás con los vecinos, con las mamás, con los chicos de los grados más grandes y le pedis qué quieren para el barrio, qué le pedirían al intendente, a la Presidenta, piden seguridad. APU: Y los vecinos: ¿Qué valoración hacen de la mayor presencia policial en la zona? Uno ve a los gobiernos (locales, provinciales o Nacional) y la respuesta suele ser siempre la misma para la demanda de "seguridad": mandar más policías. MFB: Tal cual. Respecto a "Arquitecto Tucci", es un barrio muy especial, que tiene particularidades por la feria, por La Salada, que está muy cerca. Porque los días en que hay feria, además de la Bonaerense, está la Gendarmería. Uno de los chicos me decía el otro día: “a la Gendarmería le tenemos miedo porque vienen en patota”. Los gendarmes, el otro día me lo decía un alumno mío que sale a robar, te ponen la bota en el pecho y no te dejan respirar. Lo que pudimos ver es que hay una relación muy compleja con la policía. En los 80, cuando nosotros militábamos en la zona, la policía funcionaba oprimendo; no digo que no haya casos de gatillo fácil en la actualidad, pero ahora esa situación es un poquito más compleja, porque reprime el crimen pero a la vez lo reproduce, reprime algunos crímenes pero en otros mira para otro lado, por ej. con el abuso a las mujeres. Todo el mundo dice que el Estado está ausente, pero el Estado no está ausente para nada, está presente pero lo está de una manera intermitente, contradictoria. APU: Un tema que muy presente en el libro es el de las adicciones, sobre todo al paco. En ese sentido, el Estado no tiene ninguna mirada sobre el tema. MFB: No, no, claro. Mirá, a las mamás se les hace muy difícil, ellas lo repiten, encontrar una ayuda, de hecho en más de una oportunidad nos han dicho que van a buscar ayuda a la policía. APU: Incluso una madre llega a decirles que está contenta que su hijo esté en un penal preso porque, por lo menos, puede salir de la adicción. MFB: Claro, para evitar un mal mayor. Hay una cosa que te repiten mucho, y a mí me ha dejado muy marcada. Unas mamás me contaban hace poco cómo salían a la noche a buscar a sus hijos que no aparecían. Ven que son las doce de la noche y los pibes no volvieron, entonces se juntan con las vecinas y salen a buscar. Salen solas, con miedo, tratan de llamar por teléfono a otro pibe para ver si lo vio, dónde lo vio; cuando van a buscarlo a la casa donde están consumiendo, todo lo que tienen que hacer para entrar. Toda esta búsqueda me hace acordar a las Madres, a Susana Trimarco. Esa es una luz entre todo esto. Esas mujeres que salen a buscar no tienen ayuda. Una cosa que nosotros no investigamos, pero yo en la escuela lo veo mucho, tiene que ver con esta presencia del Estado perversa que tiene que ver con la institucionalización de los chicos. Es impresionante. A veces no son casos de abuso ni nada, sino son casos de extrema pobreza. Los pibes están en riesgo por culpa del mismo Estado, el mismo Estado que los institucionaliza. Es una locura, la verdad es muy difícil de entenderlo. APU: La última pregunta: ¿Qué rol cumple la escuela en todo este contexto? MFB: Eso me lo preguntan siempre, pero está muy bien. La escuela hace lo que puede, pero es parte del Estado, es una de las instituciones del Estado, creo yo, que mejor funciona porque abrimos todos los días. Y las mamás y algunos papás, también, vienen acá a pedir ayuda. Muchas veces viene una mamá que necesita ir, no sé si conocés un poco la zona sur, a la Comisaría de la Mujer, que está en Temperley, es decir, se tiene que tomar dos colectivos. Porque en la comisaría del barrio no le toman la denuncia. Entonces la directora o nosotras sacamos plata de nuestros bolsillos para que pueda tomarse un remis. Eso hace la escuela, cumple el rol que puede. Con respecto a lo pedagógico, esa es otra historia.

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