domingo, 29 de septiembre de 2013

Fuego eterno', el documental sobre la familia de Gleyzer

El film de Cynthia Sabat compite en la sección de cortos del FESAALP, donde se proyectará el domingo y el miércoles. Antes, la realizadora habló sobre este trabajo que la vinculó con Juana Sapire, esposa de Raymundo Glayzer, y su hijo Diego. Por Carolina Sirio. @CaroSirio En el marco de la competencia de cortos de la 8º edición del FESAALP, Festival de Cine Latinoamericano de La Plata, el domingo y el miércoles próximos se proyectó Fuego eterno, un documental de Cynthia Sabat sobre la familia de Raymundo Gleyzer, el gran documentalista desaparecido en la dictadura. El miércoles habrá una nueva proyección del film. Gleyzer estudió cine en la entonces Escuela de Bellas Artes de la UNLP, “por eso es tan significativo pasar la película allí”, destacó la realizadora en charla con Diagonales.com. Además, hubo otra coincidencia en torno a la figura de Glayzer: el festival abrió con la proyección de La tierra quema, su film de 1963. –Mucho se ha dicho y hecho sobre Raymundo Gleyzer, ¿por qué usted eligió hacer un documental sobre su familia? –Porque cuando veía un documental o leía su historia en un libro, siempre terminaba con su desaparición. Allí se perdía todo rastro. Pero además, se perdía la historia de su familia, de Juana Sapire, su compañera, y de su hijo Diego, que era muy chiquito cuando su padre desapareció. También se perdía la historia de sus compañeros de Cine de la Base, aquellos quienes se jugaron literalmente la vida al embarcarse en el proyecto de filmar Los Traidores, y debieron exiliarse. Desde esa inquietud hice Fuego eterno. El hecho de haber conocido tan de cerca a Juana y Diego, me permitió hacerles preguntas muy íntimas. –¿Cómo tomó la noticia de que su película participara en el Festival de cine de La Plata, una ciudad que no a Gleyzer no le era ajena? –Conozco al Fesaalp desde sus inicios, y es un festival de gran nivel, que año y año se juega más y redobla la apuesta de calidad. El año pasado Juana Sapire fue invitada a presentar el film Ni olvido ni perdón de Gleyzer, sobre la Masacre de Trelew, a 40 años de ese hecho tremendo. Juana se sintió muy bien recibida, y además destacó que La Plata es una ciudad importante en la historia de Raymundo porque aquí estudió cine. Se formó en la Escuela de Bellas Artes, pero no se recibió porque partió a filmar antes de completar sus estudios. Por todo esto, participar en la competencia del Fesaalp es un gran honor y una alegría. Cynthia Sabat es docente, periodista e investigadora. Fue editora del sitio cineindependiente.com.ar, trabajó como productora del área de cine de Canal (á) y fue editora de la revista Haciendo Cine. En 2012 debutó como realizadora con el film Fuego eterno, que fue estrenado durante el 27° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, ahora pasó por el FESAALP y en unos días continuará su recorrido por el NEFIAC, Festival de Cine Latino de New England, Connecticut (un festival que organiza la Universidad de Yale) y el Festival de Cine Independiente de Villa de Leyva, en Colombia. Fuego eterno nació de una serie de apuntes audiovisuales a raíz del trabajo de escritura del libro Compañero Raymundo –sobre la obra de Gleyzer y el grupo Cine de la Base–, que continúan escribiendo Juana Sapire y Cynthia Sabat, y que se publicará en 2014. Para concretar el trabajo, la directora viajó a Nueva York a principios de 2011 y trabajó intensamente durante tres meses, conviviendo con Juana en la intimidad de su hogar, que alberga recuerdos de Raymundo. En la casa atesora el archivo de su compañero, un riquísimo legado que contiene cartas, textos, guiones y fotos que documentan el trabajo de Raymundo y su grupo Cine de la Base, uno de los grupos clave del cine militante de los años ‘70. “En un viaje de ida y vuelta entre Buenos Aires y Nueva York, el recuerdo siempre presente de un hombre inspira a sus seres queridos a honrar la vida. Juana Sapire vuelve a la ciudad de la que tuvo que exiliarse en 1976 para testimoniar en un juicio histórico por la desaparición de su esposo, el militante y cineasta revolucionario Raymundo Gleyzer. Su hijo Diego vive en Nueva York y, aunque guarda pocos recuerdos de su padre, evoca vivencias de su infancia y defiende su convencimiento de que el perdón es lo que lo ayuda a seguir viviendo”, reza la sinopsis de Fuego eterno. Y Cynthia Sabat resume: “Es una película de diálogos”. –¿En qué se centra la trama? –Sucede en Nueva York y Buenos Aires, y comienza cuando Juana Sapire es convocada por primera vez en 35 años para testimoniar en el juicio contra el Centro de Tortura y Detención El Vesubio, en Comodoro Py. Mi cámara acompaña a Juana en los días previos al juicio, y en la sala de audiencias, mientras que en Nueva York Diego Gleyzer (que hoy tiene 41 años) reflexiona sobre su historia familiar, y sobre una idea muy personal que tiene él sobre el perdón: Diego sostiene que perdona a los asesinos de su padre; Juana piensa que es imposible perdonar. Allí es donde se da una batalla de ideas y de emociones muy íntimas entre madre e hijo. –¿Cuánto tiempo le demandó la realización del documental? –El documental se filmó sin que me diera cuenta. Cuando viajé a Nueva York a trabajar junto a Juana en la escritura del libro, me llevé una cámara muy chica, muy amateur, y me puse a registrar sensaciones, a hacer apuntes audiovisuales. Pero a medida de que pasaba el tiempo, me di cuenta de que el material se convertía en una especie de diario de viaje. Cuando volví a Buenos Aires, trabajé con el montajista Agustín Villani en el armado de un relato cinematográfico, y allí encontré la historia que quería contar. –¿Cómo fue el contacto con la familia de Gleyzer? –El primer contacto lo tuve en los años ‘90. Yo escribía notas sobre los films de Gleyzer en un sitio que se llamaba Espacio Cine Independiente. A Juana le habían gustado, entonces me mandó un mail para felicitarme. Yo me quedé muy conmovida. Después de algunos años, nos contactamos vía Facebook, y surgió una amistad que llevó a que la acompañara a testimoniar, a estar junto a ella en uno de los momentos más importantes de su vida. Poco después ya estábamos planeando la escritura del libro. En enero vuelvo a Nueva York a terminar de escribirlo, se llamará Compañero Raymundo. Y muy probablemente me lleve la cámara otra vez. –¿Qué fue lo que más la sorprendió de sus charlas con Juana Sapire? –Descubrí a la mujer detrás del "gran hombre", y me di cuenta de que había sido una pieza clave en la vida y obra de Raymundo. Juana no sólo fue su esposa, sino la sonidista de sus films. Soñó, filmó y montó películas junto a él, y también corrió riesgos y peleó contra la censura cuando fue necesario. Recuerda anécdotas con muchos detalles. Anécdotas que son fundamentales para lograr plasmar en un libro al Raymundo de carne y hueso, al hombre, pero también al tiempo que le tocó vivir.

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