lunes, 30 de septiembre de 2013

Crónicas bosteras: Bianchi, Seinfield y Sartre, por Mariano Dorr

Nueva crónica del ensayista y escritor sobre Boca Juniors. ¿Qué tienen en común el dt xeneize, el filósofo francés y la serie norteamericana? Por qué no escribir una crónica con el diario del lunes? Incluso, ¿por qué no con el diario del sábado siguiente? Digamos la verdad, en toda la semana, el diario –al menos para quien escribe- sirve de poco y nada. A menos que admitamos que cuando se dice “el diario del lunes” no se quiere decir otra cosa que… terminó el partido. Ya nadie necesita un periódico para saber cómo salió Boca. Ahí está, en la tele, en vivo. En varios canales. Los diarios no agregan –lamentablemente- ninguna información. “El diario del lunes” es una expresión vacía. Es sábado a la mañana y lo único que ofrecen es un conjunto de lugares comunes. Intrigas, noticias partidas por la mitad: Boca entrenó a puertas cerradas. Uno se queda flasheando con un Carlos Bianchi dirigiendo un ensayo de la pieza teatral que Jean-Paul Sartre escribió en los años cuarenta. Huis clos (su título original en francés) quedó finalmente sepultada en una sola frase que pretende ser algo así como su tesis principal: el inferno son los otros. Boca entrenó A puertas cerradas. ¿O querrán decir… Boca ensayó A puertas cerradas? En el mejor de los casos, Boca estrenó A puertas cerradas. ¿El infierno son los otros? Hoy no. Bianchi no estaría de acuerdo, aunque no deje entrar a “los otros” a ver la práctica de fútbol durante la semana. La gran noticia del diario del lunes, o del martes, ¿a quién le importa? Pienso en un cronista de Política y Sociedad anunciando, como si se tratara de una primicia: “El Ministro de Planificación, Don Julio de Vido, trabajó durante la mañana de ayer en su oficina con la puerta de su despacho abierta. Se lo pudo observar preocupado, aunque no hizo declaraciones”. El diario del lunes decía cualquier basura sobre el estado de salud de Erbes. Si de todas formas al día siguiente había que volver a escribir; en el peor de los casos, un diario saca a otro diario, como si fueran clavos. El reportero gráfico, junto al fotógrafo aficionado, es quien ofrece lo más significativo –sin contar, por supuesto, a los equipos y la transmisión en radio y tv- en materia de novedades en el panorama actual del espectáculo deportivo. Una fotografía, un video amateur tomado en la popular y subido a youtube, es información no perecedera. Viendo una fotografía del último domingo, Carlos Bianchi abriendo los brazos, con las palmas de las manos hacia arriba, quejándose, pegando un grito, nos hace pensar en Larry David, el guionista de Seinfield, dos años mayor que el DT de Boca Juniors. ¿Qué tienen en común, además de ser idénticos físicamente y ser reconocidos a nivel mundial únicamente en virtud de su genialidad? Los dos poseen el don de expresarse de manera tal que sus oyentes, en un mismo destello, experimentamos el vacío de nuestra mediocridad al tiempo que vivimos la gloria de comprender sus palabras. Escuchar a Bianchi explicar un 0 a 0 entre Argentinos Juniors y Boca es chocar contra la pared de nuestra estupidez mientras alcanzamos el cielo. ¿Qué dijo Bianchi sobre el empate en La Paternal? Obviamente, nada que valga la pena repetir. Que jugó Boca. ¿Qué otra cosa va a decir? Nada que nosotros, con un poco de esfuerzo –apenas el que hace falta para embocar el chorro en el inodoro- no podamos pensar, sin la necesidad de ir a hincharle las equis al Virrey. Seinfield fue una serie hecha de la misma sustancia que las palabras de Bianchi. Todo lo que ocurre entre Jerry, Kramer, George Constanza y Elaine, no es más que la nada misma de todos los días. La genialidad de Larry David es narrar esa nada, hacerla visible, risible. Nosotros, como somos el infierno, no vemos en la vida más que fuego y mierda, la existencia ardiendo. Y si nadie lo compra, exhalamos humo, mientras miramos la tele. En el mejor de los casos, nos enganchamos con Seinfield o alguna otra cosa de Larry David. O vemos a Boca en Fútbol para Todos. Somos nosotros los que vivimos la semana a puertas cerradas. Bianchi, en cambio, es pura apertura, proyecto. Gane, pierda o empate.

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