jueves, 25 de julio de 2013

MACRI INAUGURO AYER EL DENOMINADO METROBUS 9 DE JULIO, PARA ONCE LINEAS DE COLECTIVOS, DESDE SAN JUAN HASTA ARENALES

Arrancaron los carriles exclusivos en la 9 de Julio Ayer por la tarde se demoraba entre 18 y 26 minutos para avanzar por los casi tres kilómetros de recorrido. Satisfacción de los choferes y algunas quejas de los usuarios por las distancias entre paradas y las extensas colas. Por Eduardo Videla “Acá andamos, desconcertados pero contentos, como colectivero con metrobús nuevo.” La frase, que bien podría incorporarse al refranero popular, surge de lo ocurrido ayer después de las 14, cuando los colectivos comenzaron a circular por los carriles exclusivos de la avenida 9 de Julio. Si los choferes estaban mayormente satisfechos, entre los pasajeros las opiniones aparecían más repartidas: la distancia entre paradas, a veces de seis o más cuadras entre una y otra, según la línea, resultó ser el mayor motivo de queja. Los colectivos no recorrieron el tramo en los 14 minutos prometidos: les llevó entre 18 y 26 minutos, al menos en los viajes realizados por Página/12, lo cual, de todos modos, es poco en comparación con lo usual, hasta ayer. Habrá que ver si el beneficio se corresponde con la inversión, que según el secretario de Transporte porteño, Guillermo Dietrich, fue de 150 millones de pesos sólo para la construcción de las estaciones, a razón de 8,8 millones por cada una. El metrobús fue inaugurado ayer en forma oficial por el jefe de Gobierno, Mauricio Macri, en medio de una protesta de trabajadores estatales, que reclamaron contra la precarización laboral en la ciudad y los recortes en los sueldos del sector salud. “Quiero arrancar agradeciendo a los vecinos y a los ciudadanos que nos bancaron una vez más, porque las obras traen problemas, pero esta transformación valía la pena porque es a favor de millones de personas que vienen al centro”, dijo Macri en la estación Teatro Colón luego de descender de un colectivo de la línea 45. Cerca de las 14.20, los carriles exclusivos se abrieron para el paso de los primeros ómnibus. Los andenes habían sido adornados con globos amarillos y algunas personas, sin haber usado todavía el servicio, aplaudieron al mismo colectivo de siempre que venía por otro camino. Los andenes están unos 30 centímetros por encima de la calle. Están techados de punta a punta con un panel de acrílico verde. Los carriles se extienden desde la avenida San Juan hasta Arenales (hasta Libertador se llega por Carlos Pellegrini) y las estaciones van desde Estados Unidos, la primera del sur, hasta Santa Fe. En total son 17 a lo largo de 20 cuadras. Solo no hay andenes a la altura de la Plaza de la República, en Avenida de Mayo y frente al edificio de Obras Públicas. “Esto va a funcionar bien”, aventuró ante el cronista el chofer de un interno de la línea 67, rumbo a Constitución. “¿Para en Independencia?”, le preguntó una pasajera. “Es mi primer viaje, todavía no se dónde están las paradas”, le respondió el hombre. Alguien le advirtió a la mujer que el colectivo recién se acercaría al andén cuando se lo indique una inscripción en el piso, con el número de línea y una flecha. “Ahora tiene que doblar”, le indicó la mujer al chofer, al ver el número. “Déjeme a mi solo, que si no no voy a aprender”, le respondió él, con sarcasmo. La distancia entre paradas es uno de los problemas del metrobús. No sólo porque los pasajeros que antes tenían una cada dos cuadras ahora deben caminar más, sino porque, a menor cantidad, más gente en las colas. Fue lo que ocurrió anoche en la estación Obelisco Norte (entre Lavalle y Tucumán), donde una multitud esperaba el 100, con destino a Lanús. “Antes, cuando paraba frente al cine Metro, subíamos enseguida, pasaba uno atrás de otro, no se formaba tanta cola”, se quejan tres usuarios, indignados porque habían perdido parte del tiempo que irían a recuperar con el viaje. “Voy a avenida San Juan. ¿Dónde tengo que bajar?” pregunta una mujer en el 67. “En México”, sentencia el chofer. Parece un error, pero es así. Seis cuadras antes. Porque desde allí el ómnibus se convierte en rápido hasta Plaza Constitución: no hay una parada intermedia. Algunos choferes se compadecieron de los pasajeros por la escasez de paradas, como el 45 que iba a Retiro y le abrió la puerta a dos chicas antes de doblar en Santa Fe: es que desde Marcelo T. de Alvear no tiene puntos de detención hasta Libertador. Este cronista hizo cuatro viajes entre las 17 y las 19. El primero, en el 59, hacia el norte, duró 18 minutos. Luego, el 67, hacia el sur, demoró 18 minutos. Después, el 45, hacia el norte, 23 minutos, y al final, el 100 a Constitución, 26 minutos. en todos los casos, incluyendo el tiempo que demora entrar y salir del carril. Dietrich dijo a Página/12 que antes de la puesta en marcha “hubo cursos de capacitación de cinco horas para 1200 choferes”. De todas maneras, ayer hubo un amplio despliegue de inspectores de las líneas que indicaban a los choferes cómo ingresar y cómo salir de esa recta, a través del complejo sistema de semáforos y carriles para giro. También había personal del Gobierno de la Ciudad, que indicaba a los choferes, por ejemplo, que no abrieran la puerta para ascenso hasta que arrancara el micro anterior, lo que demoraba aún más la operación. Según Dietrich, se desplegaron en la calle 150 agentes de tránsito para ordenamiento de la circulación, aunque a simple vista parecía haber el doble. El sistema funcionó relativamente bien para los colectivos, ya que no hubo atascos. Beneficia sobre todo a los pasajeros que viajan desde o hacia la provincia, ya que para el tramo corto no hay mayores diferencias con la línea C de subte, que tiene casi el mismo recorrido y uno ya sabe dónde están las paradas. Las mayores demoras se producen a la altura del Obelisco y en el doble semáforo para salir, a la altura de Arenales. La peor parte la llevaron los automovilistas, especialmente en la zona del Obelisco, donde los sorprendió un separador que obliga a todo el que viene por la izquierda a doblar por Corrientes, impidiendo continuar hacia al sur. Dietrich refutó las críticas que señalan que la Ciudad debió haber licitado un nuevo servicio con una tecnología menos contaminante. “Los colectivos que tenemos en la ciudad de Buenos Aires, y esto gracias a la Secretaría de Transporte de la Nación, tienen las unidades más modernas y son mucho menos contaminantes que hace veinte años”, destacó. Agregó al respecto que el sistema implementado ayer “se compadece con una ciudad más verde, porque al tener menos detenciones y aceleraciones, los colectivos producen menos emisiones de carbono”. Por los carriles circulan, además de las líneas mencionadas, la 70, la 129, la 10, la 17, 59, 9, 45, 91 y 98. Cada una tiene entre cuatro y cinco paradas en todo el trayecto, según la línea. En la inauguración, Macri destacó que el nuevo corredor permitirá “por primera vez” tener “un corredor verde en el centro en la 9 de Julio con 500 árboles que hemos plantado y que serán lindísimos”. Se refería a los arbustos que deben ir sobre los canteros laterales de cemento: hasta ayer había sido plantado apenas el 10 por ciento de lo prometido. Pretenden reemplazar así a los más de 300 robustos ejemplares removidos de los canteros centrales de la avenida. Un paisaje que se perdió para siempre.

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