jueves, 27 de junio de 2013

Elecciones 2013: el factor Massa

Instalado y promovido desde las encuestas y los medios, el silencioso intendente de Tigre decidió participar en las PASO. Y alteró las expectativas de todo el espectro político. Uno de los heridos es el PRO, que continúa sin lograr estructurar una propuesta sólida fuera de la Ciudad. Por Eduardo Blaustein Del cierre de listas electorales queda un acuerdo generalizado: la irrupción del espacio armado por Sergio Massa como la más potente novedad política que afecta a todo el resto. Pero quedan también algunas incertidumbres: no sólo la pregunta de hasta dónde Massa podrá consolidarse como candidato relativamente dialogante, en una interesante ruptura de la lógica de las polarizaciones rabiosas, sino cierto misterio acerca de las razones por las que el intendente de Tigre aparece tan bien posicionado en las encuestas. Un misterio que para el que escribe tiene algún punto de contacto con el asombro que causó en Brasil la imponente sucesión de movilizaciones que no desmienten sin embargo la buena imagen de Dilma Roussef. En ambos casos surge una cierta perplejidad sobre lo ambiguas e inciertas que parecen las conductas ciudadanas en las democracias que conocemos, como si “las instituciones” fueran desbordadas por la complejidad. La emergencia de Massa vino a romper el mapa de previsiones de pocos meses atrás. En principio afecta a todos pero perjudica más a cuatro espacios políticos: el del kirchnerismo, el de Francisco de Narváez (y otros así llamados peronismos opositores), el del sciolismo y el del proyecto político que encabeza Mauricio Macri, cuya apuesta presidencial, por vía de la incapacidad política, queda muy desdibujada. El PRO sólo sigue fuerte en su distrito de origen aunque amenazado en su caudal de votos por la curiosa coalición que va de Solanas a Prat Gay. El único territorio donde puede hacer una elección importante es Santa Fe, en la que seguramente se impondrá la candidatura de Hermes Binner. En cuanto a Sergio Massa, hay puntos que explican su súbita popularidad y otros inciertos. El intendente de Tigre tiene a su favor una gestión en su distrito con amplia ratificación electoral, la visibilidad pública que le dieron sus cargos en la ANSES y la Jefatura de Gabinete, un discurso “constructivo” acompañado por una buena sonrisa y una voluntad política demostrada en recorridos y armados territoriales que no supieron o quisieron realizar ni Daniel Scioli ni Mauricio Macri, ambos dormidos en la apuesta a la buena onda comunicacional. En cuanto a los misterios: ni el cargo de intendente de un municipio bonaerense ni los anteriores pueden explicar la popularidad presunta de Massa (que aún tiene un bajo nivel de conocimiento a escala nacional). Tampoco, a diferencia de infinitos opositores al kirchnerismo, fatigó los estudios de radio y televisión de los medios opositores anunciando apocalipsis y mil corrupciones. Sin embargo fueron los medios los que instalaron las encuestas que lo mostraron como figura ascendente. Aunque hasta hace un tiempo esas encuestas sonaran a pura operación, cantidad de intendentes, políticos, empresarios y famosos corrieron detrás de esa virtualidad de Massa, en muchos casos abandonando de manera urgida sus presuntos espacios de origen. Lo virtual (las encuestas) terminó haciéndose real (las listas y el nuevo poder de Massa como polo de atracción). Heridos y fugas pánicas Está claro que el principal perjudicado por el ascenso de “Massita” es Francisco de Narváez, que a minutos de pretender aliarse con él pasó a acusarlo de kirchnerista embozado (es casi cómico como el lunes mismo desde los referentes del Colorado a Pino Solanas salían a decir cosas tan trascendentes contra Massa como que en Tigre creció el robo de automóviles). El kirchnerismo también perderá votos que irán a Massa salvo que la lista que encabeza Martín Insaurralde consiga trasladar todo el potencial de la figura presidencial (está claro que Cristina encabezará la campaña) o añada nuevos atractivos y discursos que no se dirijan sólo a los votantes ya convencidos. Si el kirchnerismo decide hacer de Massa un nuevo enemigo, es muy factible que lo fortalezca en lugar de debilitarlo. Finalmente, la irrupción de Massa terminó de desnudar un largo papelón del PRO, que nunca terminó de construir nada interesante en el principal distrito electoral del país. Aunque PRO y kirchnerismo parezcan el agua y el aceite, también el kirchnerismo paga caro la enorme centralidad de la figura presidencial y la ausencia de figuras nuevas o taquilleras no sólo en provincia de Buenos Aires. Para la necesidad oficialista de sostener su proyecto más allá del 2015, queda abierta la pregunta de si no le convenía sostener mejor trato con Massa (y con Scioli y siguen firmas, incluyendo dirigencias gremiales). Del cierre de listas queda también una larga serie de asombros, aunque explicables por la inconsistencia y levedad de las identidades políticas de muchos espacios. Allí está el caso de Córdoba: Rodríguez Sáa, el que declaró el default argentino, convocó al máximo símbolo del endeudamiento nacional y del Corralito, Domingo Cavallo. La fuga vertiginosa de un niño mimado de Elisa Carrió, Adrián Pérez, en dirección a la lista de Massa es otro dato poderoso. Pero abre además la pregunta de cuántos cuadros políticos trabajan aún con Carrió, luego de las sucesivas dinamitaciones que practicó y su sonora renuncia a conducir nada luego de la derrota aplastante que sufrió en la última elección. Quedan también como datos a subrayar las aventuras políticas de diversos referentes gremiales presuntamente encuadrados en el moyanismo. Julio Piumatto se juega prácticamente solo en Capital y lo mismo Gerónimo Momo Venegas en provincia. Omar Plaini es el segundo en la lista de De Narváez; Hugo Moyano mismo ocupa allí el significativo puesto 35. El que escribe no se cansa de subrayar la atroz fragmentación de las representaciones político-gremiales. El Corte de la Corte Quedará no se sabe si para el mediano plazo o para la historia el velocísimo y superficial fallo de la mayoría de la Corte Suprema contra la elección popular de los consejeros de la Magistratura. Batalla interesante pero muy mal planteada por el kirchnerismo, impetuosa, ayuna de mejores tiempos y consensos a la hora de impulsarla. Quedan de esa batalla dos cosas positivas: los contenidos de otras leyes sí aprobadas (cuya implementación sin embargo quedará librada a los lentos tiempos judiciales) y el debate abierto en el mundo del Poder Judicial acerca de cómo democratizar más y mejor. Habrá que ver si antes o después de las elecciones el kirchnerismo intenta seguir dando esa pelea. DZ/km Fuente: Diario Z

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