miércoles, 26 de junio de 2013

CONTRASTES

La nación y la Ciudad son gobernadas por dos proyectos políticos antagónicos que, desde sus inicios y desde veredas ideológicas diametralmente opuestas, se propusieron transformar el presente y apuntalar las bases de un futuro diferente para el país. Pero como no todos los futuros son iguales, veamos algunos contrastes. En el caso del Gobierno Nacional, en torno a las banderas históricas del peronismo y a la reivindicación de una perspectiva de ampliación de derechos, se propuso una combinación de desarrollo económico con inclusión social, con eje en las capacidades renovadas del Estado. La Ciudad, por su parte, reivindicó la eficiencia y la administración ascética, al tiempo que desestimaba por sucia y corrupta a la política y proponía la disminución del rol del estado, naturalmente elefantiásico e inoperante. La diferencia, más allá de los programas y los discursos, puede verse en los resultados. Los datos de la Nación son contundentes: creación de 5 millones de puestos de trabajo, disminución constante del desempleo del 20,4 % en 2003 al 6,9% en 2012, 95 % de crecimiento el PBI, aumento del presupuesto educativo del 2,4 % en 2003 al 6,47 % en 2011, reducción de la tasa mortalidad infantil del 16,5 por mil en 2003 al 11,7 por mil en 2011, construcción de 3787 kilómetros de rutas, entre otros innumerables datos. En la Ciudad de Buenos Aires, en cambio, el proyecto alternativo no logró asegurar siquiera estándares decentes en cuestiones elementales para cualquier gestión municipal, tales como la limpieza, la recolección de residuos, la infraestructura pluvial y la protección del medio ambiente. Desde que gobierna Macri, la basura que la ciudad envía al CEAMSE aumentó un 28 % (cuando según la Ley de Basura Cero ya debería haberse reducido al menos a la mitad), el presupuesto de recolección de residuos aumentó a casi el doble (pasó del 4 % del presupuesto al 7,3 %) pero las denuncias por higiene urbana de los vecinos aumentaron más de 300 %. El año pasado, la Ciudad tuvo un record de inundaciones para la última década, con 5 inundaciones en total, número que no se veía desde los eventos del fenómeno climático de El Niño. Sin embargo, para 2013, el Gobierno redujo un 90 % el presupuesto para Infraestructura de la Red Pluvial. La subejecución completa el panorama desolador. Según un reciente informe de La Fábrica Porteña (portal de los equipos técnicos del espacio político que lidera Carlos Tomada) en todas las áreas de gestión se registran alarmantes tasas de recursos no ejecutados para los fines a los que fueron asignados. A pesar de ello, el ABL no paró de aumentar: respecto de hace seis años, algunos vecinos llegaron a pagar una tasa un 1000 % superior. Eso contrasta con un Gobierno Nacional que hizo la gran transformación descripta con una política de ingresos fuertemente expansiva, a través de la recuperación del salario, la AHU, la movilidad jubilatoria y los subsidios al transporte y a los servicios públicos. En relación a los indicadores macroeconómicos, la Ciudad tampoco tiene una buena performance: en los años 2005, 2006, y 2007, la CABA creció en su Producto Bruto Geográfico incluso más rápido que el país en su conjunto (10,5%, 11,5% y 8,5% respectivamente), pero desde 2008, cuando comienza el gobierno del PRO, repentinamente la CABA empieza a crecer mucho más lento: 4,2% en 2008, -0,1% en 2009, y 7,1% en 2010, mientras que el país nunca tuvo crecimiento negativo y en esos años creció 6,8%, 0,9% y 9,2%, respectivamente. Los datos muestran cómo el perfil de una gestión no puede anular la inercia positiva de una política macroeconómica nacional efectiva, pero sí muestra cómo se puede actuar en un sentido contrario que la aletargue. La administración del PRO, claramente en lugar de acompañar el crecimiento, hizo su mejor esfuerzo para impedirlo, al punto que la ciudad llega a crecer 2 puntos porcentuales menos que el país. Si tomamos la tasa de desempleo en los 31 aglomerados urbanos del país evaluados al cuarto trimestre de cada uno de aquellos años, se halla una disminución constante de 10,1 en 2005 a 6,9 en 2012. La CABA, hasta 2008, acompaña esa tendencia, siempre en el sentido de disminución del desempleo, pero a partir de ese año hay un quiebre. En la lectura más favorable al PRO puede hablarse de un amesetamiento y en la peor, de un grave empeoramiento de la situación: mientras que en 2008 el desempleo era del 5,5, en 2012 era del 7,4 %. En el total del país, en cambio, en 2008 era del 7,3 % y en 2012 del 6,9 %. Estos datos dan cuenta del fracaso de un modelo, que no resuelve aspectos municipales básicos, y que además no aprovecha ni sostiene los indicadores macro en niveles consistentes con el resto del país. La ciudad es la misma, pero un poco peor. Una ciudad que en tiempos de expansión del comercio internacional y las commodities argentinas, hoy ni siquiera puede resolver los problemas de accesibilidad urbana a su puerto, principal puerta del país al mundo. Una ciudad en la que su Jefe de Gobierno proyecta polos tecnológicos y productivos, que nunca se concretan, mientras aumenta el desempleo, colapsa el transporte público y se le recorta el presupuesto a la cultura, a la salud y a la educación. La Ciudad necesita entonces volver a pensar qué tipo de proyecto puede ubicarla en la senda de un desarrollo sostenido en el tiempo, con inclusión social, y que aproveche las grandes oportunidades que brinda la gran transformación en marcha a nivel nacional. *Colaboró en la investigación Matías Gianonni Nota publicada originalmente en

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