martes, 12 de marzo de 2013

La nueva eleccion del Papa por Eduardo Febbro Opinion

Memoria Literatura Psicología Pensamiento Tango Pasión de Multitudes Mezcladito LAS APUESTAS ESTAN ABIERTAS SEGUN PREFERENCIAS Y RUMORES TOTALMENTE OPUESTOS Hoy empieza la elección del nuevo papa A la ya compleja cuestión de geopolítica se le agrega una lista decisiva de asuntos pendientes: la posición de la Iglesia ante las cuestiones de sociedad, su postura ante los avances de la ciencia y la bioética. Por Eduardo Febbro Desde Ciudad del Vaticano Roma amanece con los ojos puestos en la perspectiva de la fumata bianca, el humo generado con productos especiales que le anunciará a la ciudad y al mundo los resultados del voto destinado a designar a quien reemplazará al renunciante Benedicto XVI. El sombrero de cobre por donde subirá el humo de los papeles quemados con los votos de los cardenales puede verse desde la Plaza San Pedro y, a partir de este martes, de allí saldrá la primera emisión de humo cuyo color traduce la decisión de los cardenales reunidos en la Capilla Sixtina: negro si el papa no salió electo al cabo de las primeras votaciones, blanco si el próximo papa ya tiene identidad. Por ahora, las apuestas están abiertas según preferencias y rumores totalmente opuestos. Algunos apuntan hacia un papa del tercer mundo; otros, en cambio, a la designación de un italiano. Desde el sábado pasado, los 115 cardenales electores más otros cuantos más con edad superior a los 80 años, pero que no formarán parte del cónclave, han intentado definir el perfil del futuro pontífice. Se trata de una suerte de hombre-milagro que, por un lado, debe restablecer la legitimidad de una Iglesia empañada por los escándalos financieros y sexuales y los enredados complots entre las tendencias; por el otro, debe ser capaz de responder a un desafío de orden infinitamente superior: un papa que responda al retroceso del catolicismo en Occidente, que aliente la fe en las regiones del mundo donde crece. A esa ya compleja cuestión de geopolítica se le agrega una lista decisiva de asuntos pendientes que van desde la posición de la Iglesia ante las cuestiones de sociedad, su postura ante los avances de la ciencia, la bioética por ejemplo, hasta la respuesta a las demandas de un mundo desarmado por el lobo global del liberalismo. Acuciados por la prensa, los jerarcas de la Iglesia salen al paso con frases de gran altura. ¿Será un papa norteamericano, africano, latinoamericano, asiático o europeo? “Ah... Dios entiende todos los idiomas”, dijo con sabiduría teológica Carlos Amigo Vallejo, arzobispo emérito de Sevilla. La cultura del secreto que siempre caracterizó al Vaticano –sólo rota con la divulgación de los documentos secretos del papa, los Vatileaks– incrementa los rumores y las especulaciones. Hay quienes dicen que ya todo está cocinado, que el papa será del tercer mundo. Otros, en cambio, argumentan con igual sustento la versión contraria: el futuro papa será un italiano respaldado por un secretario de Estado del Tercer Mundo. En este puesto clave, los vaticanistas escriben el nombre del cardenal argentino Leonardo Sandri. Este jerarca católico acumula varias funciones clave en la estrategia actual de la Iglesia: en 2007, Benedicto XVI lo nombró prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales. El mismo año pasó a integrar el Consejo Pontificial para la promoción de la unidad de los cristianos y el Consejo Pontificial para el diálogo interreligioso. Al año siguiente, Sandri ingresó a la Congregación para la Evangelización de los Pueblos. De este embrollo de nombres y rumores emergen dos figuras en torno de las cuales hay un absoluto consenso. Desde luego, ese consenso no es una verdad sino otra especulación respaldada por varias voces: se trata del cardenal italiano Angelo Scola, arzobispo de Milán, y del brasileño Pedro Odilo Scherer, arzobispo de San Pablo. El primero tendría el respaldo del ala reformista, mientras que al brasileño lo apoyarían los conservadores. De la galería de nombres posibles ubicados detrás de estos dos favoritos desaparecieron los africanos, pero quedaron muchos nombres como alternativa: Marc Ouellet (Canadá), Sean O’Malley (Estados Unidos), Peter Erdo (Hungría), Christoph Schönborn (Austria), Luis Antonio Tagle (Filipinas) y el mismo Sandri, cuyo perfil hace de él un “papable” en caso de desacuerdo. Los misterios del cónclave son espesos y todos recuerdan la inesperada elección de Juan Pablo I, en 1978, y su célebre frase: “Que Dios los perdone por lo que han hecho”. Juan Pablo I murió apenas un mes después de haber sido elegido papa. El cónclave siguiente designó a un no favorito: Karol Wojtyla, quien fue elegido tras ocho sesiones de voto. Esta vez, sin embargo, son tantas las cosas que Dios tiene que perdonar a los hombres que integran la Iglesia que las polémicas y los pactos raros a la hora del voto parecen excluidos. Hará falta mucho más que eso para tapar el enorme túnel negro que dejó la revelación de las calamitosas internas de la curia y del Vaticano. La fumata bianca es apenas una luz pasajera en un bosque sembrado de ojos que acechan entre las ramas. LOS VATILEAKS REVELADOS “Poder y dinero” Por Eduardo Febbro El nombre de Gianluigi Nuzzi despierta una incomodidad visible en los alrededores del Vaticano. Este periodista de investigación es el autor del libro que reveló los asuntos turbios del Vaticano, es decir, los Vatileaks: Su Santidad, las Cartas Secretas de Benedicto XVI. Allí están compiladas todas las cartas, las notas, los mensajes y los cables que dan del Vaticano la imagen de un infierno gobernado por disputas de poder, confabulaciones, conjuras y, sobre todo, recorrido por una densa trama en donde personajes de las sombras pugnan por el control del dinero, o sea, del IOR, más conocido como el Banco del Vaticano. En Roma, Nuzzi tiene un sobrenombre: “Buzón de los monseñores y los cardenales descontentos”. Hay que reconocer que sus informaciones son sólidas. En su libro precedente, Vaticano SPA, Nuzzi dejó al desnudo el lado más oscuro de las finanzas vaticanas. Ahora fue más lejos. Los Vatileaks que él hizo públicos provocaron la crisis moral más honda que haya conocido la Iglesia. Su resultado está en la elección de un nuevo papa, es decir, la renuncia al pontificado de Benedicto XVI. –Si hacemos una síntesis de lo que aportó y reveló el caso de la fuga de los documentos privados del papa que plasmó en el libro, ¿cómo la definiría usted? –Los Vatileaks muestran por primera vez la filigrana y la historia del Vaticano, no ya con el enfoque espiritual del trabajo o del mensaje del pastor que es el papa sino como Estado. El Vaticano es un pequeño Estado y dentro de éste hay muchos poderes y mucho dinero, hay conjuras, denuncias de corrupción. Los Vatileaks son como la máquina del tiempo. Estas historias siempre existieron dentro del Vaticano, pero hoy tenemos una fotografía nítida, una reconstrucción documentada. Hasta ahora, la información que emanaba del Vaticano estaba siempre muy controlada con una suerte de idea que encontramos en los Evangelios. Los Evangelios observan que “lo que se dice al oído, lo predicas en secreto”. Este libro sobre los Vatileaks creó una ruptura con el pasado. –Cuando se sumerge en su libro y en el conjunto de los Vatileaks, queda la sensación de que hay una guerra entre la fe, el poder y el dinero. –Sí, puede decir eso. Josef Ratzinger hablaba de la ambición, del poder y del afán de éxito, del individualismo. Ratzinger ha sido un gran pastor que asumió el desafío de reformar la curia romana y cambiarla. –El Vaticano parece una suerte de paraíso fiscal oculto. –Esta es una parte de la historia. Falta mucho para que el IOR, el Banco del Vaticano, responda a los criterios de transparencia de la Unión Europea. Pero efectivamente hubo una confrontación muy fuerte en torno del control y de los mecanismos de transparencia de este banco. Sus actores fueron Gotti Tedeschi, el ex presidente del Banco del Vaticano partidario de la transparencia, y el secretario de Estado, monseñor Bertone, partidario de la opacidad. Tedeschi asumió como suya la misión que le encomendó el papa de limpiar las cuentas del banco, pero fue impedido de llevar a cabo su misión. –Bertone emerge como el malo de esta historia. ¿A qué sector representa? –Bertone es un salesiano, es el primer secretario de Estado que no viene de la escuela diplomática del Vaticano. Bertone ha aunado contra él una enorme cantidad de críticas y controversias. De hecho, Bertone ha defendido sus propios intereses y nada más. Es un hombre que ha designado a sus hombres en todos los puestos clave de la economía del Vaticano. Muchos lo acusan de ser el centro de las conjuras, las conspiraciones y las operaciones de lavado de dinero. –Usted revela que hay en el Banco del Vaticano cuentas sin nombre. –Bueno... esto no es nuevo. En las décadas del ’70 y del ’80 hubo fuertes sumas de dinero de la Cosa Nostra que fueron... digamos blanqueadas por el IOR. Basta con recordar el asesinato de Roberto Calvi, en 1982. Calvi era el presidente del Banco Ambrosiano y conocía cómo circulaba el dinero mafioso a través del Banco del Vaticano. 12/03/13 Página|12 GB

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