miércoles, 6 de febrero de 2013

LA VIOLENCIA SIMBOLICA Y LOS CARGOS PUBLICOS. OPINA SANDRA CHAER.

La violencia simbólica y los cargos públicos
Por Sandra Chaher

La violencia que ejerció ya le valió una denuncia judicial iniciada por colectivos sociales que lo acusan de infringir la Ley 26.485 de violencia de género.

Por Sandra Chaher

Pocas veces la misoginia se muestra en forma tan evidente. A medida que las críticas sociales a la violencia simbólica aumentan en Argentina, las expresiones violentas se matizan, metamorfosean y difuminan entre discursos menos agraviantes. Pero Miguel Del Sel acaba de concedernos un fragmento condensado de prejuicios, misoginia y violencia en media hora de micrófono libre. Quizá pensó que estaba resguardado porque el teatro estaba en Carlos Paz y no en la calle Corrientes, o porque no había una cámara de televisión delante. La cuestión es que desparramó insultos y agresiones, y desnudó prejuicios de género para todos los costados, estimulado por un anfitrión tan burdo y agresivo como él, Jey Mammon.

Invitado al espectáculo teatral ¿Dónde está Jey Mammon? en la Sala Del Sol de Carlos Paz, Del Sel fue entrevistado por Estelita, uno de los personajes del humorista. El primer descargo de violencia fue hacia los varones homosexuales. Cuando Estelita le preguntó si tenía algún perfil para definirse, dijo "putón" riéndose; al saberse públicamente que Del Sel es heterosexual, el comentario es una burla de los varones que eligen a otros varones como compañeros sexuales. Un clásico del varón violento: la desvalorización de las mujeres va unida a la de los varones homosexuales, ambos grupos humanos le evidencian una sensibilidad que teme y por eso rechaza.

Luego, la agresión fue hacia la presidenta. Y fue la que generó más repercusiones y rechazos. Tomando como ejemplo un sketch que hace en el que su hijo le tira un plato de sopa de letras en la cara y le deja escrito en la frente "Vieja chota hija de puta", dijo que se tomaría también con la presidenta una sopa de letras "y le puedo llegar a dejar escritas bastante cosas en la cabeza". Esto recuerda al remanido "yegua" que recibieron en la historia argentina todas las políticas peronistas: Eva Duarte, Isabel Martínez y ahora Cristina Fernández. La misoginia característica de una persona individual, como Del Sel, se entrelaza entonces con la misoginia social y se potencia con el odio social hacia el peronismo por parte de quienes ven amenazados sus intereses.

Este enfrentamiento de clases entramado con la discriminación de género afloró en forma evidente durante el conflicto del campo y ya no retrocedió, sólo se agazapó, y cada tanto da el zarpazo, amparado particularmente por partidos políticos como el PRO –al que pertenece Del Sel– que representan los intereses de los sectores enriquecidos y que resuelven las problemáticas sociales con bajísima contención y alta violencia. Hay que recordar que el mismo Del Sel, hace dos años –y cuando iniciaba su meteórica campaña por la gobernación de Santa Fe–, dijo con total falta de conocimiento sobre las mujeres adolescentes en situación de embarazo que los provocaban para cobrar la Asignación Universal por Embarazo.

Otras víctimas de los comentarios humillantes, violentos y discriminatorios de Del Sel en Carlos Paz fueron Franco Macri, a quien la vejez no lo haría atractivo para intentar sacarle dinero a través del sexo; Florencia Peña, a quien calificó de "argolluda" por difundir una carta que le envió la presidenta cuando fue difundido sin su autorización un video en el que mantenía relaciones sexuales; las travestis, a quien dijo temerles porque podrían mostrarse violentas durante el acto sexual –la asociación entre travestismo y violencia no fue explicada por el humorista–; las mujeres en general, "algunas minas son muy boludas"; y el público, en especial las personas sentadas en las primeras filas a quienes ambos trataron en distintos momentos de "putas" y "putos".

Del Sel también se declaró consumidor de prostitución. Unos años atrás esto no habría sido cuestionado en Argentina, y de hecho las críticas de medios, instituciones y personajes públicos a los comentarios del humorista casi no mencionaron esta confesión. Sin embargo en la Argentina actual, donde se sabe que muchas de las mujeres en situación de prostitución son víctimas de explotación sexual y/o de trata de personas, y donde hay una conciencia creciente sobre el vínculo entre la violencia simbólica y la física y emocional, es criticable el consumo de prostitución. Un varón consumidor, cliente de prostitución, promueve y perpetúa con su acción la violencia de género que se expresa en la prostitución, ya sea por la forma de explotación de las mujeres por parte de terceros, como por el sentido mismo del pago de dinero para el consumo de sexo, y por los abusos de poder que tienen lugar en este vínculo.

El discurso expuesto por Del Sel expresa la violencia simbólica aún circulante en la sociedad: la discriminación y humillación del género femenino, expresado en el cuerpo de mujeres, de travestis, de varones homosexuales o de cualquier otra identidad de género. Y la violencia que ejerció ya le valió una denuncia judicial iniciada por colectivos sociales que lo acusan de infringir la Ley 26.485 de violencia de género. Pero, en este caso, el agravante es que quien expresa este discurso estuvo a punto de ganar las elecciones a gobernador de la provincia de Santa Fe en el 2011 y ya es candidato a una diputación nacional para el 2013, siempre por el PRO. La postulación para el acceso a un cargo público implica una enorme responsabilidad para con el electorado, entre ellos más del 50% de la población integrado por mujeres. La violencia simbólica debería ser una de las pruebas de fuego de las candidaturas políticas. Quien la expresara, no debería poder tener acceso a cargos públicos.

06/02/13 Tiempo Argentino
 
GB

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