sábado, 9 de febrero de 2013

LA EDUCACION POR RAMIRO ROSS

La educación Por Ramiro Ross La educación no tiene una, sino muchas definiciones, ya que éstas varían según la sociedad, el momento histórico, la ideología y quien intente una definición puede encontrar una nueva forma, o tal vez se podría sintetizar si decimos que varía de acuerdo a que clase responde (conciente o no) el que lo haga. En un rápido y seguramente incompleto pantallazo, si partimos desde los griegos antiguos, veremos que la formación de los jóvenes se basaba en el conocimiento de la agricultura, ya que de la tierra dependía la supervivencia del grupo familiar (Homero labraba su propia parcela), despreciándose las demás tareas, por lo que casi no existían los comerciantes griegos (los comerciantes de la Odisea eran todos fenicios), tiempo después, el ideal de la educación para un joven griego era el estímulo a las ‘virtudes ‘ guerreras, por el afán de las clases dominantes de tomar tierras ajenas y acrecentar su riqueza. En el caso de los espartanos, desde los 7 años el estado se apropiaba del chico y no lo abandonaba mas. Hasta los 45 años pertenecía al ejército activo y hasta los sesenta a la reserva, y su educación se basaba en la ‘nobleza de las armas’. Asegurar la superioridad militar sobre las clases sometidas era el fin supremo de la educación, por lo que ‘instrucción’ en el sentido que hoy e damos a ese término, casi no existía entre los espartanos, muy pocas personas de la nobleza sabían leer, tal era su desprecio por lo que no fueran las ‘virtudes’ guerreras, que prohibían a los jóvenes interesarse por cualquier asunto que pudiera distraerlos del ejercicio de las armas. Por supuesto que esta educación, producía seres salvajes, brutales, taciturnos, astutos, crueles y a veces heroicos. En Roma, para la misma época, las cosas no eran muy distintas, los nobles, ansiosos de poder y riqueza, al igual que los nobles griegos, preparaban a sus hijos para salir a invadir tierras ajenas, con el fin de tomar prisioneros que convertían en esclavos y se aseguraban que con un costo mínimo (un magro plato de comida). Les labraran la tierra y sirvieran como personal doméstico en sus palacios, como así también como maestros para que sus hijos aprendieran a leer y escribir. Al crearse escuelas particulares, el estado se alertó por el terror a lo que los maestros enseñaran, la idea de enseñanza no permitía exceder los conocimientos mas allá de los dioses, ya que la ‘libre enseñanza’, no significaba ‘libre doctrina’, la censura no tardó en llegar y se crea la figura del regente, para controlar que la enseñanza no se aparte de la ‘vida y costumbres’ de la sociedad que el estado no tenía ninguna intención de modificar. La preocupación en Roma por la instrucción que recibía la juventud, que al ser privada era solo accesible a las familias pudientes era tal, que llegó a subsidiar estas escuelas con la condición de instalar en cada una un censor que se preocupaba de que no se excediera esa educación de los límites que el senado romano había impuesto, dejando afuera al maestro que se atreviera a hablar del Cristianismo. Años mas tarde, en el siglo V de nuestra era, el estado empieza a abonar salarios, aunque irregularmente, a los maestros, a condición de que éstos solo serán nombrados por las municipalidades. El emperador Juliano pocos años mas tarde regularizó esos salarios. La enseñanza a cargo del estado ha aparecido en la historia. En tiempos de la edad media, la Iglesia, ya desarrollada y con una normativa rígida, había acumulado riquezas que le permitían financiar guerras, invasiones, y sobre todo ser prestamistas de príncipes, reyes y agricultores, que en tiempos de sequía o magras cosechas, necesitaba dinero para mantenerse. Este clero se organizó de tal manera que solo enseñaba a leer y escribir en latín, lo que limitaba a los alumnos a leer solo las escrituras llamadas ‘sagradas’ de la Iglesia. Por su enorme poderío, no es asombroso que las primeras escuelas fueran los monasterios, aunque hay que aclarar que las ‘escuelas de instrucción’ (para campesinos y artesanos), no enseñaban a leer ni a escribir, ya que según ellos mismos aclaraban, que su objetivo no era instruir, sino familiarizar a las masas campesinas con las doctrinas cristianas, o sea que su afán se centraba en mantener a os campesinos en la docilidad y el conformismo, no se preocupaban en instruir, sino en predicar y recordar constantemente que para la Iglesia, todo lo que no aleja al hombre del pecado es positivamente dañoso. Un historiador benedictino, ha escrito que los jornaleros de los monasterios, por el hecho de ser analfabetos ‘presentaban mas resistencia a la fatiga y eran capaces de soportar una tarea mas larga y mas penosa’. Ya en el siglo XI empieza a nacer una nueva clase: La burguesía, nacida de los mercaderes que se enriquecieron, muchos de ellos, acompañando a los nobles en las cruzadas, comprándoles las joyas, junto con los esclavos y los bienes que éstos saqueaban a su paso por las ciudades (todo en nombre de Dios) y que los mercaderes vendían después a muy buen precio. Estos burgueses, necesitaron burócratas que les administrasen sus posesiones y empezaron a preocuparse en la instrucción de sus hijos. Así nace la Universidad, como una necesidad de mercado. En esa Universidad, el muchacho que deseba estudiar las artes liberales, adquirió, paso a paso, el grado de bachiller, licenciado y doctor. La conquista de un título universitario, ponía al buen burgués, casi al ras de la nobleza, cuando se paseaba con su anillo, su toga y su birrete, lo empezaban a tratar como un noble. Al llegar el Renacimiento, la cultura, siempre al servicio de los poderosos, cambia sus prioridades y fue su objetivo formar hombres de negocio, que fueran al mismo tiempo ciudadanos cultos y diplomáticos hábiles. ‘Una lengua universal, un tipo uniforme de cultura y la paz perpetua’, tal como lo sintetizó Erasmo en el año 1500. El brillo extraordinario del Renacimiento no modificó la situación de la educación de los explotados, ‘Escribo para los cultos y no para la plebe’ había dicho Ponciano y ese fue el sentir de lo que hoy llamamos ‘humanismo’. Recodemos que en el 1400 Leonardo Bruni había escrito ‘he sospechado siempre de las multitudes’, 100 años mas tarde otro intelectual había afirmado ‘Quien dice pueblo, dice loco, porque es un monstruo lleno de confusión y temores’, los humanistas siempre han despreciado al pueblo. Toda la cultura renacentista descansaba sobre finanzas de banqueros y su objetivo fue darle utilidad y lustre a esa clase, dejando de lado a las clases populares. Recién con la aparición del libro impreso se empieza a vislumbrar una nueva educación mas integradora, si bien durante los primeros tiempos el precio de un libro solo estaba al alcance de las familias acomodadas y las universidades. La aparición de Lutero y la reforma crearon una nueva expectativa esperanzada para la educación popular y que contuviera más ciencia que dogma, ésta fue pronto traicionada por el mismo Lutero que, la ver la actitud de la gente que avanzaba en a búsqueda de conocimientos iba mas lejos de lo que él creyó, no solo frenó su guerra de exterminio sobre el Vaticano, sino que llegó a afirmar a los príncipes de Sajonia que el espíritu rebelde era un instrumento de Satán y que esa actitud debía ser abolida en el país porque incitaba a la resistencia contra las autoridades, afirmando que al pueblo ‘se le debe empujar corporalmente a trabajar y a cumplir con sus deberes piadosos, como se tiene a las bestias en prisión y encadenadas’. El hombre de las clases inferiores siguió excluido de la enseñanza. Febrero 2012 GB

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