sábado, 9 de febrero de 2013

EXORCISAR LOS DEMONIOS

Exorcizar los demonios Por Ramiro Ross ramiroross07@hotmail.com (De sabihondos y suicidas II) A veces me pregunto si esto de reunirnos entre viejos militantes y ex guerrilleros bajo cualquier pretexto, tanto sea un asado, unos mates o un café, es porque sentimos una necesidad no declarada de ‘exorcizar’ nuestros viejos demonios que a veces nos visitan sin que los llamemos, y es cuando descubrimos que la amistad y el afecto tienen el don de devolvernos la fortaleza que a veces amenaza con abandonarnos. ¿ Como aparecen en nuestro horizonte psíquico estos fantasmas ?, en realidad no tenemos deudas con nuestro pasado, todas nuestras actividades de aquel entonces tuvieron un para qué, un porqué, y destinatarios muy puntuales que, antes de llevarlas a cabo, fueron pensadas y discutidas entre todos los compañeros. Podríamos asegurar con orgullo que nunca nuestro enemigo fue la clase obrera, nosotros no nacimos para apalear estudiantes ni obreros, mucho menos torturar o violar mujeres y, definitivamente no fuimos nunca ‘desaparecedores’. En lo personal, tengo una frase que ya conocen mis compañeros y amigos: “Nunca le hicimos daño a seres humanos, solamente a milicos asesinos, y tal vez a algún representante de la burguesía aliada a los milicos ”. Así se puede entender porqué se realizaron algunas acciones, como incendiar algunos supermercados cuando un representante del imperialismo visitaba la Argentina como quien revisa su estancia y era necesario demostrarle al mundo que acá había un pueblo que no olvidaba ni perdonaba las invasiones a países hermanos de América Latina o los intentos de invasión a Cuba, y que si había golpistas dispuestos a recibirlos como si fueran nuestros virreyes, acá había hombres y mujeres que aún tenían dignidad. Alguna vez, hablando con un ‘bien pensante’ sobre este tema, me planteaba que haber destruido tanta cantidad de alimentos era una falta de respeto para aquellos que tenían hambre, pero le contesté que si él creía que los dueños de esos supermercados estaban dispuestos a repartir esos alimentos no conocía las reglas del capitalismo y que si la clase obrera pasaba hambre, no era por la escasez de alimentos, sino por los precios que ponen los dueños de los alimentos que no están a alcance de los hogares de los trabajadores. Creo también que esta ansiedad por vernos y recordar viejas historias de militancia, nos hace sentir que seguimos preparándonos para dejar nuestra experiencia a las nuevas generaciones, porque la historia popular, esa que solo pasa por la narración oral de generación en generación, fue cortada por la desaparición de casi una generación, que eran quienes debían ser los referentes de las generaciones actuales, pero hubo un genocidio que no lo permitió y su labor nos corresponde a nosotros como una nueva responsabilidad que nos impone la realidad. Cada uno desde su nueva trinchera. Para ese será la poesía, para aquel otro, la palabra escrita, para el de mas allá, le está reservada la difusión consecuente y esclarecedora de aquellas luchas, sin temores y sin descanso, porque al capitalismo no hay que darle tregua y cada día que pasa debemos salirle al cruce, en cada escrito, en cada publicación. Estamos concientes que con el tiempo se fueron aclarando algunas dudas, pero siguen los grandes interrogantes de no haber hecho lo suficiente, de no haber podido salvar la vida de muchos de los 30.000 compañeros nuestros, de no haber sido capaces de llegar mas lejos y quizás, tratando de encontrar respuesta a éstos interrogantes es que nos buscamos, para alentarnos a seguir adelante, para asegurarnos que nuestro compañero no aflojó y encontrar en él, el apoyo cuando nuestras fuerzas parecen languidecer. Y finalmente, pensar que esta vida se nos está escapando entre las manos y queda tanto por hacer. Septiembre 2010 GB

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