sábado, 9 de febrero de 2013

DE SABIONDOS Y SUICIDAS, RAMIRO ROSS

De sabihondos y suicidas Por Ramiro Ross ramiroross07@hotmail.com (De sabihondos y suicidas I) Siempre buscamos un justificativo, y siempre lo encontramos, el asunto es reunirnos, hablar como si no hubiera pasado el tiempo, y cada tanto, nos buscamos mutuamente por el placer de hablar de cosas que no necesitan mayores explicaciones entre nosotros, con solo mencionar un apodo, ya sabemos de quien se trata, con solo hablar de un lugar, ya sabemos de que hecho estamos hablando y eso nos crea una sensación de camaradería, de complicidad, de esa sensación extraña que a veces sentimos al encontrarnos con compañeros con los que nos une una vida de lucha y un pasado con cosas incumplidas y con muchas otras que hasta hoy, luego de tantos años, no nos cansamos de recordar con alegría y orgullo. Esta vez fue el cumpleaños de uno del grupo, con la complicidad de su compañera que prometió dejarnos solos en la casa para que habláramos mas cómodos, y como el día no ayudaba para hacer un asado, nos pedimos 3 docenas de empanadas unas botellas de vino y fuimos llegando como por casualidad. Todos sabemos que las leyendas son eso, nada mas que leyendas y no se les debe exactitudes porque cada uno la cuenta de diferentes maneras y con el tiempo es el pueblo que las toma como propias y quedan instaladas en la memoria colectiva. En nuestro caso se da muy rara vez, ya que cada uno narra lo que realmente vivió y formó parte de su vida, y tal vez por eso nos escuchamos atentamente. Luego de recibir las empanadas y acomodarnos, como marca nuestra ‘rutina’, charlamos sobre los nuevos libros que salen sobre la lucha de los 70’ y que a veces nos hacen pensar que si en realidad todos los que dicen haberla vivido lo hubieran hecho en realidad, las fuerzas populares hubiésemos sido tantas que seguramente el poder ya sería nuestro, y eso nos molesta bastante, ya que algunos escritores de ocasión cuentan cada pavada con mala memoria y peor justeza, cuando no con mala intención, que dan ganas de ir a buscarlos, pero bueno, estamos en el 2010 y todo lo que es negocio es válido… Luego de unos vasos de vino empezaron las anécdotas de un tiempo que muchos tratan de llamar ‘pasado’, pero que a otros nos parece de mucho valor histórico. Todos recordábamos cosas y la rueda se respetaba para hablar por turno. Cuando le tocó al anteúltimo, y con la vista puesta en la computadora del dueño de casa, porque, supongo, no quería que nos diéramos cuenta si se emocionaba al relatarnos la historia dijo: el día que ocurrió lo que voy a contar, amaneció frío, yo estaba viajando desde Córdoba con destino a San Nicolás, para participar de una reunión con compañeros de varias regionales, como era temprano, estuve dando vueltas hasta las 9,30 hs. hora en que debíamos reunirnos en un lugar de la costa. Nos fuimos reuniendo en el muelle de San Nicolás, éramos unos 30 compañeros. Cerca del medio día, comenzamos a subir de a 4 o 5 en dos botecitos a remo y luego de unos 20 minutos llegamos a un pequeño muelle de las islas Lechiguanas, sobre el margen derecho del río Paraná, era un islote chico y desierto con solo tres edificaciones. A medida que llegábamos, dejábamos las armas a un compañero que las guardaba en una casita mas chica al costado de la principal. Una vez que estábamos todos en la casa principal, una compañera fue la primera en hablar, el informe nos decía que el clima en nuestro país era irrespirable, los dictadores se pasaban el gobierno uno a otro sin importarles el pueblo, este y otros temas fueron desarrollados por la compañera, luego fuimos hablando todos y coincidíamos en la necesidad de organizarnos para enfrentar a los golpistas. Sabíamos que la lucha sería muy desigual, enfrentar a una fuerza de represión formada por fuerzas de tierra, mar y aire, sería una patriada difícil y quizás heroica, sin barcos, sin aviones, ni helicópteros, sin tanques y sin contar con el apoyo económico y tecnológico que recibiría nuestro enemigo por parte de la burguesía nacional e internacional, encolumnada tras la ideología del Banco Mundial y el F.M.I., siempre dispuestos a sostener dictaduras y tiranías que someten a los pueblos y respetan a rajatabla los planes económicos que diseñan sus especialistas para apropiarse de las riquezas de otros pueblos. Sin duda, el proyecto sonaba a suicida, pero ninguno lo pensó así, debíamos hacerlo, sentíamos, y así lo hablamos, que debíamos dejar a las siguientes generaciones un ejemplo de lucha, demostrar al resto del mundo que la muerte reciente del Ché en combate no surtiría el efecto que ellos buscaban, que en este continente había hombres y mujeres dispuestos a dejar la semilla de la libertad en la conciencia popular. Sin alargar mucho el trámite, un compañero salteño propuso el nombre y nuestra bandera pasó a ser la que izó el General San Martín en Mendoza, a la que se le quitó el sol y se le puso una estrella de cinco puntas. Serían las 20 hs. cuando cada uno volvió a su regional con tareas concretas para realizar, luego de ese día la vida de nosotros y de muchos que luego se incorporaron a la lucha cambió para siempre. Ese día, el 27 de junio de 1970, el Comandante Mario Roberto Santucho dio por fundado el ejército Revolucionario del Pueblo. Terminado su relato se bebió o que le quedaba en le vaso, tal vez para que no se notara que la voz se le quebraba, todos miramos para cualquier parte para no romper ese instante y luego de unos minutos de silencio, donde nadie sabía que decir ni como seguir la charla, alguien propuso poner un tema de los Huerque Mapu para darnos un respiro, porque ya nos estamos poniendo viejos para algunas emociones. Septiembre 2010 GB

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