lunes, 18 de febrero de 2013

de amor y de guerra

Metáforas discursivas del amor y de la guerra Sábado 16 de Febrero de 2013 ¿Qué relación puede haber entre San Valentín y “la mejor foto del 2012”, entre un festejo que “representa” al amor, a los enamorados y una foto que “retrata” la guerra, el conflicto entre Palestina e Israel? Por Mariela Genovesi | En el marco del festejo foráneo de San Valentín -pues es una celebración de origen anglosajona que poco tiene que ver con tradiciones propias- esta foto fue galardonada como la mejor del 2012. Su autor es Paul Hansen y el certamen designador del premio es el World Press Photo.( ver foto en página web agenciapacourondo.com.ar) Pero poco importan esos detalles. Lo que importa sí, es el lugar, el acontecimiento. Un grupo de hombres –todos son hombres y ese sí que no es un detalle menor- camina por una calle de Gaza. Una calle angosta, gris, rudimentaria. Este grupo, avanza (hacia una mezquita) y peregrina, está ejerciendo un ritual. Pero este grupo también, se manifiesta, están ahí con los brazos en alto y sosteniendo cadáveres con los puños cerrados. Es un funeral político. Conviven los gestos de dolor, de indignación, de llanto con los gritos que no podemos escuchar pero que se ven en las vociferaciones, en las exclamaciones de esa multitud en movimiento, aglutinada en el fondo. De ese fondo perdido, que parece “la nada”, una nube gris, el punto de fuga de esas dos pequeñas muertes que están ahí, en primer y en segundo plano. Eso es lo primero que nos muestra la imagen. La muerte de dos niños producto de los bombardeos israelís en la Franja de Gaza. Dos muertes estéticamente bellas. Dos rostros apacibles, parecen que durmieran en los brazos de sus padres. Cubiertos, envueltos en una tela (“sábana”) blanca. Pero esos niños, no están dormidos, no los recubre el Corán como si fuera una especie de “nana”; esos niños están muertos y muertos por razones políticas. Esas mismas razones que se cuelan en el fondo y en los pequeños detalles de la foto; pero que la foto no muestra, oculta. No aparece la sangre, la mutilación, la desfiguración, el hecho violento en sí. Aparece una consecuencia soporífera, embellecida. Un relato político, capturado por una foto (no menos política) que recorre y se muestra al mundo así. ¿Dónde está el conflicto? ¿Dónde está la muerte cruel y verdadera? Su aparición se vale de metáforas –el puño, la lágrima, el grito, el gesto de dolor “en lugar de”-. ¿Dónde está el fuego? ¿Dónde están las ruinas? ¿Dónde está el ejército? Apariencia, la foto es una gran apariencia que des-politiza lo que nos quiere mostrar al ocultarlo, al escamotearlo, esconderlo tras esos “detalles” vacuos. “Esto es el conflicto Palestina-Israel”, “Este es el combate en la Franja de Gaza”. Esas parecen ser las grandes metáforas discursivas que la foto intenta hacer circular en este dejo de representación minusválida. ¿Dónde están las mujeres, las madres de estos niños? “Esto es una guerra”, “la guerra es cosa de hombres” y parecería que el cortejo funerario también. Esas son otras de las metáforas discursivas que aparecen indiscretamente en la foto. Claro que, si a esto le sumamos la representación convencional que se tiene del lugar que ocupan las mujeres en el “mundo árabe” –las que deben ocultar su rostro y su cuerpo, las que son mutiladas, las que son encerradas, etc- esta representación del cortejo refuerza esa idea de ausencia y desplazo de la femeneidad. Es decir, refuerza el prejuicio misógino que usualmente se tiene de ese “mundo árabe”. Ahora bien, y esto es importante tenerlo en cuenta. Cuando se trata de estas otras metáforas, el dispositivo visual, funciona de otra manera. Aparece la mujer mutilada, “el horror” tanto en forma simple como en versiones estetizadas y estetizantes. Al mejor estilo “Time” que acompaña la foto de la mujer mutilada por su marido –historia, metáfora discursiva que recorrió el mundo bajo un relato puntual, sesgado y concreto- con la frase “Lo que sucede si dejamos Afganistán”. Otro recorte discursivo, lo da como un hecho, no como una pregunta. “Esto”, “la mutilación”, “la misoginia”, es lo que sucede. Pero, en concreto, ¿qué sabemos del “mundo árabe”? ¿Qué sabemos de sus creencias, sus hábitos, sus costumbres, sus rituales, su historia, su política social y cultural? Tanto seguramente, como lo que el padre del chiquito muerto sabe de Argentina, quien porta otra metáfora discursiva, la campera de la Selección Argentina de Fútbol. Nosotros estamos ahí metidos y de manera fortuita. ¿Qué hace la campera de la selección en esa foto que hoy recorre el mundo con la consigna “la mejor del año 2012”? No tengo respuestas para eso, más que pensar en el hecho anecdótico, casi ridículo. Aunque, si quisiera forzar el análisis –y sí, lo voy a forzar- está bueno que estemos ahí, dándonos cuenta de que no tenemos nada que hacer en ese lugar, porque nos posiciona en justamente en el terreno del extrañamiento. Ese extrañamiento en el que nos debemos situar para mirar al mundo, para interpretar esas metáforas discursivas cerradas, contundentes (“lo que sucede si vivimos en Afganistán”), para analizar las imágenes visuales y su relato visible e invisible. Para ser menos prejuicios, para no reproducir meras opiniones y pensar que son “así”, una verdad en sí misma. Y al principio hablábamos de San Valentín, por eso la pregunta ahora es ¿no pasa algo similar con el amor? El amor devenido en una relación más o menos formal o informal. En estos tiempos del facebook, del contacto virtual, de los datos, de la información, de las cosas que se muestran del otro y que el otro nos muestra acerca de él, todo ayuda a generar una gran apariencia. Una imagen congelada, como “la mejor foto del 2012”. ¿Qué nos muestra el otro y qué no nos muestra? Hasta donde una relación apunta a llegar a desentrañar lo oculto, lo invisible sin quedarse en el terreno de lo superficial, me gustas así y punto. Camino que implica un esfuerzo, un sinceramiento, un acercamiento distinto pero no menos real. Al contrario, eso es mucho más importante y “real” que la mera tarjetita de San Valentín, con el osito y la foto en el restaurant. Pero ojo, aquí no se intenta juzgar al festejo ni a los enamorados, sino a las prácticas y metáforas discursivas que se nos imponen como las más “románticas” y “honestas” del mundo (porque lo que yo te muestro “es así”) y en realidad son construcciones concretas, con detalles que se muestran y con detalles que no. Alegorías de la vida, de quién soy, de quién eres y de quiénes somos ante el resto

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