lunes, 28 de enero de 2013

MACRI Y EL IMAGINARIO DEL CHETO MEDIO, POR JORGE MURACCIOLE, OPINION

Macri y el imaginario del "cheto" medio

Por Jorge Muracciole

A más de 12 años de sus logros como dirigente deportivo, el 'Pibe', ese ingeniero con poco rodaje profesional, hijo de un próspero empresario arribado a la Reina del Plata en la post guerra tras la caída del fascismo, supo instalarse como uno de los candidatos más destacados en las grandes ligas de la política argentina, sin demasiadas virtudes y con una cuota de fortuna verdaderamente envidiable. Su llegada a la política no se dio por sus conocimientos minuciosos sobre los griegos y las concepciones clásicas sobre la organización de la polis; tampoco llevado por su tardía vocación política se obsesionó por la lectura de los clásicos de la teoría política moderna: ni Locke, ni Hobbes, ni El contrato social de Rousseau ni El espíritu de las leyes de Montesqieu fueron sus libros de cabecera. Pero sin saber de Maquiavelo, se encontró paradójicamente en plena competencia política por ocupar el lugar del Príncipe, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Tampoco fue producto de una consecuente militancia política que abrazara en su años mozos. Ni por haber sido un destacado estudiante en la universidad privada donde realizó sus estudios. Todo lo contrario: una de las virtudes que valora un significativo espectro de vecinos de la Ciudad Autónoma es su talento para hablar generalidades y su gramática discursiva impregnada de lugares comunes y latiguillos mediáticos.

Por desgracia para la historia reciente, la Argentina no ha sido la excepción en estas cuestiones, ya que algún ex inquilino del sillón de Rivadavia que tuvo que partir desde el helipuerto de la Rosada hace más de una década, también se destacó por su verba poco locuaz y sus análisis poco profundos. También hubo otros venidos de la profusa vertiente deportiva, bien vistos como presidenciables, que se destacaron por sus silencios, abandonando la competencia a la primera magistratura o quedándose sin gasolina muy cerca de la meta.

Mauricio, como afirmaría el filósofo más destacado del siglo XX, Martin Heidegger, es una demostración empírica de la importancia capital de saber aprovecharse de la oportunidad. Debacle económica mediante, tras varios intentos supo convertirse en el Alcalde de una de las ciudades más ricas de Sud América. Para ese logro fue necesario que su principal adversario sufriera la catástrofe del boliche República de Cromañón y se esfumara abruptamente su capital político, para hacerse con el Gobierno de la Ciudad.

Pero más allá de estos datos objetivos, lo sorprendente es que, con la ayudita sistemática del llamado blindaje mediático de la red de medios de la derecha ligada al establishment, logre su llegada a las capas medias y medias altas y su conexión con el imaginario "shopping" de amplios sectores capitalinos. Constituye una suerte de combo, que hace que a pesar de su gestión deficitaria, sus períodos vacacionales extensos, y su poca afición al trabajo, se invisibilicen sus idas y vueltas durante más de un año sobre la administración de la red de transporte subterráneo, o se naturalice el ajustazo de tarifas del ABL y el caos en materia de salud, educación y en temas tan neurálgicos como la basura y el tránsito.

Cabe preguntarse si la empatía del ex presidente xeneixe va más allá de su gestión como jefe de Gobierno, y en realidad hay un puente identificatorio de los sectores más afines en términos patrimoniales pero que además trasciende los sectores más acomodados de la metrópolis. Numerosos sectores medios y hasta medios bajos que se obnubilaron con las excentricidades del caudillo riojano en la década de las privatizaciones y la modernidad sin chimeneas, hoy a más de una década de los inicios de la post convertibilidad, debido a múltiples razones y en consonancia con la crisis de representación política a escala planetaria de la cual Argentina no es ajena, a pesar de los avances en los años de reconstitución del tejido social, este síntoma social se expresa en formas identificatorias, propias de los efectos secundarios de décadas de atomización social, individualismo exacerbado y sálvese quien pueda. Esas frases de desprecio hacia lo político, tan asiduas en las declaraciones de Mauricio, no son vistas por su audiencia como una suerte de proto-fascismo discursivo. Es más, la idea de priorizar la gestión sobre la política no es pensada como un déficit sino como un lugar común de un imaginario asistemático y heredero del procesismo del proyecto neoliberal a escala cultural. Esa matriz se gestó como una suerte de laboratorio social para la dictadura cívico-militar, y persiste en forma residual en las prácticas y el imaginario de no pocos conciudadanos.

El llamamiento a la moderación ante el supuesto "confrontacionismo kirchnerista" no se expresa en las prácticas macristas con los sectores más vulnerables de la Ciudad, a quienes los persigue con sus cuerpos especiales en desalojos de vivienda, les reduce los subsidios y les aplica la tan mentada mano dura del orden conservador en el espacio público. No es casual que poco tiempo atrás recordara como al mejor intendente de la capital al brigadier Osvaldo Cacciatore, ese joven aviador que el 16 de junio de 1955, en un fallido intento de golpe al gobierno constitucional de Juan Perón, descargó bombas.

En sus equívocas concepciones, coincide con el tilinguismo del medio pelo que apuesta a un consenso light que no nos haga pelear con los poderes económicos y las corporaciones empresarias, en una suerte de minué del continuismo neoliberal. Obsesionado con el qué dirán los gobiernos de los países serios, desprecian cualquier alianza estratégica con el bloque latinoamericano que lucha por una autonomía económica y política de América del Sur. En síntesis, en un mundo donde la sociedad del espectáculo gobierna los humores del tele-ciudadano, la mojigatería consumista seguirá pariendo cómicos para la devaluada política y deportistas para armar equipos ajustados al orden de los poderosos.

El fenómeno Macri no es más que un subproducto cultural de una parte de la sociedad que tiene como la Meca a Miami, indignados por cualquier restricción a su lógica de acumulación, sea monetaria o patrimonial, más allá de las necesidades coyunturales o estratégicas de la sociedad de la cual forman parte. Nadar contra la corriente y priorizar en política los intereses y necesidades de la inmensa mayoría de los que viven de su trabajo es el desafío como sociedad, a pesar de los Mauricios por venir.

28/01/13 Infonews
 




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