miércoles, 5 de diciembre de 2012

OBISPOS DE UNA IGLESIA QUE COMULGA A VIDELA

El peligro de dividirnos en bandos irreconciliables
Arancedo tiene derecho a expresarse desde su posición política, pero no como las palabras de la Iglesia.

Por Clelia Luro de Podestá

Felizmente el 8N no contaba como en aquellos tiempos con un ejército como antes, adonde los políticos que promovían la marcha golpeaban las puertas de los cuarteles produciendo el golpe cívico militar más horrible de nuestra historia. La Iglesia entonces, aunque tarde, hizo un mea culpa por no haber actuado como debía haberlo hecho, pero los políticos hasta el día de hoy no lo han hecho.

El 8N los periodistas preguntaban a los manifestantes cuál era la razón que los llevaba a la marcha y fuera de lo más fuerte que escuché, que fue pedir la muerte de Cristina o que se fueran todos, no había propuestas; sencillamente porque no las tenían.

Los que estaban detrás de la organización, o sea la "Oposición", no estaban presentes: los que no saben vivir en la Democracia que tanto nos costó recuperar, los que solo están ansiando llegar al poder sin saber esperar su momento, si les llega, y mientras tanto irse preparando sacando proyectos, formando sus remplazantes de Cristina, y sin poner palos en la rueda, dejando simplemente gobernar y deseando que la Patria crezca. Si no sienten la Patria por encima de sus ansias de poder, al menos inteligentemente debieran pensar que si el país mejora, más fácil será para ellos gobernar, sin encontrar un país arrasado como el que dejaron en el 2000.

Monseñor Arancedo creo que no pudo ni supo analizar estas cosas tan simples, porque tiene otro pensamiento político propio y refiriéndose a la preocupación de los obispos implicó a todos, pero la verdad y realidad vivida de cerca por mí, es que el Episcopado ayer y hoy no es un cuerpo donde todos piensen lo mismo. La única diferencia es que los unen códigos que dolorosamente les impiden expresar libremente sus diferentes formas de pensar. Yo recuerdo bien, cuando Jerónimo (Podestá), (Jaime) De Nevares, (Enrique) Angelelli y otros lo sufrían en su tiempo cuando teníamos un (Antonio) Plaza, un (Adolfo) Tortolo, un (Victorio) Bonamín y otros que obligatoriamente por pertenecer al Episcopado callaban.

Cuando a Jerónimo (Podestá), a pesar de no tener sanción canónica no lo dejaban entrar y participar de la Asamblea, no hubo un año en que no escribiera una "Carta a los Obispos en tiempo de la Dictadura Militar" y las entregaba en mano a cada obispo para no callar. Las tengo publicadas en varios libros que he entregado durante estos 12 años de ausencia.

Sería largo analizar las palabras de Arancedo. Tiene derecho a expresarse desde su posición política, pero no como las palabras de la Iglesia: es una pena, el Documento que sacaron en Pilar estuvo mejor que otros salvo el punto 4 cuando no se pronuncian con la fuerza de la Verdad que todos esperábamos. Ya la justicia se había pronunciado con respecto a algunos miembros. Esperamos que así como Arancedo hoy analiza sus puntos, prontamente aparezca un análisis más veraz sobre el comportamiento de algunos obispos durante la época nefasta de la Dictadura. También como Pueblo de Dios en marcha, les pedimos que soliciten a Roma la excomunión para el General Videla que confiesa públicamente su conducción del golpe sin manifestar arrepentimiento por todas las atrocidades que se cometieron.

Como decía Jerónimo "me duele mi patria, me duele mi Iglesia". Yo sufro con la misma intensidad y cuando se expresa un obispo en nombre de la Iglesia, me duele con mayor profundidad, porque querría escucharla agradeciendo a Dios los momentos políticos que estamos viviendo, agradecer a Dios la Libertad para pronunciarse si no se está de acuerdo, sin represión, con libertad de palabra. Cuando veo los rostros de los que escuchan a Cristina con una mezcla de emoción y alegría, doy gracias a Dios y le ruego que la ayude a gobernar, que no es fácil con tantos argentinos que parece hemos perdido la memoria.

05/12/12 Tiempo Argentino
GB

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