lunes, 10 de diciembre de 2012

LA OPOSICION PRESA DE CLARIN.





El triste destino elegido por las fuerzas de la oposición
Por Felipe Yapur

Triste destino el que se adjudicaron para sí las fuerzas de la oposición. En una democracia, como la que vivimos desde hace 29 años, los referentes de los partidos políticos tienen, entre otras varias tareas, la de elaborar programas, proyectos, estrategias que les permita obtener el respaldo de las mayorías y así transformar el país de acuerdo a lo que su partido considera que debe ser un Estado y una Nación. Para ello es preciso obtener el poder que otorgan las urnas.

Sin embargo, desde hace diez años a la fecha, todo esa tarea está concentrada en una sola fuerza política, el Frente para la Victoria. El resto de los partidos, que tienen representación parlamentaria, se han limitado al rol de ser meros actores secundarios de dos corporaciones hoy aliadas, la mediática y la judicial. Ser voceros de intereses ajenos a lo que necesita y requiere una sociedad como la Argentina es la opción elegida por esta oposición.

La opción no es reciente, en todo caso es más notoria y desenfadada. Durante esta última década fueron mostrándose cada vez más inclinados en asumir la estrategia antikirchnerista del todavía principal opositor al modelo, el grupo mediático Clarín. Una de las expresiones más fuertes fue el debate por la Resolución 125 en los albores de la primera presidencia de Cristina Kirchner. No dudaron en sumarse a la actitud destituyente de las patronales del campo, respaldada sin rubor por los medios dominantes.

El éxito prestado no les alcanzó para transformarse en una opción al modelo del gobierno nacional. La victoria pírrica de las legislativas de 2009 los mostró luego, cuando controlaron el Parlamento, como incapaces de elaborar proyectos de ley que beneficien a la sociedad y surja de entre ellos una alternativa válida. Fueron, para la oposición, dos años perdidos en lo que hace a la vida legislativa. Desorganizados y desconfiados entre sí e incluso amonestados por el monopolio ante sus errores, protagonizaron torpes sesiones y reuniones de comisiones, algunas de ellas de inexplicable condición de secretas, de las que intentaron sacar rédito político a partir de mentiras como fue la tan cacareada embajada paralela en Venezuela. No fue así para el FPV que, a pesar de estar golpeado, avanzó con la sanción de leyes como la de Servicios de Comunicación Audiovisual.
Justamente esta norma es la que termina por desenmascarar a la oposición que, luego de tres años, no sólo insiste en desconocerla sino que además se suma a una falacia impuesta por los medios dominantes, y que no es otra que el supuesto peligro que transita la libertad de expresión. Lo gritan desde sus bancas y en cuanto set de televisión o estudio de radio visitan.
Por estos días, a ese papel de simples voceros de las necesidades de las corporaciones mediáticas se les sumó el de anfitrión de la supracorporación de medios como lo es la Sociedad Interamericana de Prensa. La SIP, como se la conoce, es la que en 1951 uno de sus fundadores, Miguel Otero Silva (por entonces propietario del diario El Nacional de Venezuela, dijo que los estatutos de la SIP habían sido transformados y violaban "… sus normas más fundamentales y dándole el carácter que ahora tiene: una entidad exclusivamente patronal de intercambio comercial, estrictamente controlada por los vendedores de papel, las agencias noticiosas y los buscadores de avisos que residen en Estados Unidos. Nada más inoportuno en ese ambiente que un periodista."

Las senadoras Eugenia Estenssoro, de la casi inexistente Coalición Cívica, y la abstencionista Norma Morandini del FAP, le abrieron las puertas de la Cámara Alta para que sus popes y empleados dieran cuenta de aquella falacia sobre la libertad de expresión. Hablaron y se expresaron con total libertad, dicho sea de paso.

Sin embargo, los legisladores de la oposición, alguno de los cuales supieron ausentarse al momento de votar la Ley de Medios, hoy tienen que encolumnarse detrás de otra grupo de intereses quedando aun más lejos de los que debieran ser sus representados naturales. Ahora también están a la cola de la corporación judicial que dice sentirse presionada por el Poder Ejecutivo y los legisladores del FPV. Las tensiones que se producen en un marco democrático son naturales y habituales. Si durante tres años la justicia dejó dormir la medida cautelar que impuso Clarín sobre la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, tiene lógica que el Ejecutivo promueva su total funcionamiento para poder aplicar una norma que está sancionada y reglamentada e incluso asumida por la casi totalidad de los medios del país.

¿Por qué la oposición toma como lógica la presión que se realiza contra la ANSES por los fallos judiciales en su contra e insensato y peligroso el reclamo del gobierno para que se pueda aplicar una norma que pretende democratizar la palabra? ¿Por qué la oposición usa sus tiempos en las sesiones para repudiar a la ANSES y no a una corporación que pretende sostener sus privilegios a lo que de lugar? ¿Por qué la oposición no repudia la actitud de la familia judicial que ni siquiera paga impuestos a las Ganancias y que se abroquela como un contrapoder para evitar que una ley democrática y constitucional se pueda aplicar? ¿Por qué dirigentes como Ricardo Gil Lavedra, presidente del bloque de diputados radicales y de probadas condiciones intelectuales y jurídicas, prefiere optar por el lado equivocado, el costado conservador que pretende mantenerle a la Argentina a merced de las corporaciones, y no por los viejos ideales del partido que integra?

Sin duda, es un triste destino el que eligió para sí la oposición argentina. Y ya que se está hablando de corporación judicial, otrosí digo: días pasados, luego de conocerse la denuncia penal que realizara el Grupo Clarín contra periodistas, entre los que figura el ex director de Tiempo Argentino, cientos de voces se elevaron en contra de este verdadero ataque a la libertad de expresión.

Fue una reacción saludable de la mayoría del periodismo y de buena parte del arco político que obligó al monopolio a volver sobre sus pasos. Eso es lo que debería comprender el titular de la AFIP, Ricardo Echegaray, y desistir de las demandas que presentó contra dos periodistas, uno de ellos del diario Clarín.

Por último, al final del sábado se conoció, por boca del propio presidente Hugo Chávez, la recaída en su lucha contra el cáncer que lo obliga a una nueva cirugía en Cuba. No es una batalla fácil la que debe enfrentar el presidente bolivariano y por ello, desde este pequeño espacio se hacen votos para que su consigna “Viviremos y Venceremos”, sea una realidad efectiva.

10/12/12 Tiempo Argentino

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