domingo, 16 de diciembre de 2012

ARMAS, POBREZA Y GUERRAS, OPINION, POR GUSTAVO SIERRA.

De Disneylandia a la casa de Psicosis

Por Gustavo Sierra

El suburbio de Newtown, escenario de la matanza que esconde armas, soledad y graves desequilibrios mentales.

16/12/12
El escenario de la matanza tiene una belleza gélida y solitaria. El suburbio es desde hace setenta años el asiento del sueño americano y desde hace treinta también el de las peores pesadillas . La gente que vive en los pueblos y barrios estadounidenses como el de Newtown, Connecticut, está convencida de que se encuentra en un permanente Disneyworld . La realidad es que están más cerca de la casa aislada de la colina de la película Psicosis, de Hitchcock. Allí, en ese medio ambiente, es donde se crían los personajes capaces de cometer masacres como la de la escuela Sandy Hook.
Las armas, la soledad, el desequilibrio son el caldo de cultivo de una cultura que provocó ahora la muerte de 20 niños de entre 5 y 10 años. Desde 1982 se registraron más de 60 ataques armados contra inocentes en los suburbios de 30 estados. En casi todos los casos, los atacantes usaron armas que obtuvieron en forma legal.
Newtown tiene la particularidad de ser un antiguo pueblo de la tradicional New England, fundado en 1705, y que en los años setenta comenzó a recibir a las familias de clase media que trabajan en Manhattan (a una hora y media en tren o auto) y que quieren criar a sus hijos en la naturaleza , llevando la vida bucólica de un pequeño pueblo con buenas escuelas públicas. Allí hay hoy 27.560 personas repartidas en 6.776 familias. Son un 95% blancos . El 30% son menores de 18 años. Y su ingreso anual promedio por familia es de unos muy acomodados 119.175 dólares.
En la última década, a estos suburbios de la prosperidad les creció un costado inédito que provocó enormes divisiones internas . Apareciéron bolsones de pobreza que aumentaron un 25% en diez años. Son 51 millones de familias que viven mayoritariamente de la ayuda social. El 55% de los más pobres de los 314 millones de estadounidenses viven en los suburbios. Son lo que los otros, los adinerados, llaman despectivamente “White trash” (basura blanca). No participan, no logran conciliar el sueño americano. Pero están ahí en la misma escuela, en la misma iglesia, en el mismo parque que los que se mudaron a ese lugar para no verlos.
El hijo de la maestra salió de una casa que si bien no estaba en la pobreza extrema, tampoco se encontraba cerca de los 120.000 dólares anuales de sus vecinos. Fue desde siempre un “weirdo”, un extraño, un distinto, un loquito. Lo describió así anoche en la CNN una chica que iba con él a a la escuela. El “weirdo”, un día consigue unas cuantas armas que ya estaban en la casa. Su propia madre, la que iba a morir alcanzada por esas balas, las había comprado. Fue a una armería (¿con su hijo?), mostró su licencia de conducir (equivalente a un documento de identidad de cualquier otro país) y esperó una semana hasta que el armero tuvo la aprobación para venderle.
¿Quién le podría haber negado un arma a una inocente maestra jardinera?
Los estadounidenses tienen el derecho constitucional de llevar armas y lo hacen. La maestra era una fanática del tiro al blanco. Probablemente tendría entrenamiento militar. Hoy, también hay en los suburbios 2,4 millones de veteranos de Irak y Afganistán que influyen en sus familias y vecinos.
El “weirdo” tomó las armas, mató a la madre proveedora y a los “otros hijos”, sus alumnos, chiquitos de cinco años. No es muy difícil entender que este muchacho estaba desequilibrado desde hacía mucho, que sus padres sabían que era una bomba de tiempo protegida por la soledad del suburbio.

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