miércoles, 28 de noviembre de 2012

LOS CUSTODIOS DE LA SEMILLA

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Hace dos años, el 11 de noviembre, falleció en París, luego de una larga agonía, el presidente de la Autoridad Nacional Palestina Yasser Arafat.
Mohammed Abed Ar’ ouf Arafat nació en 1929 en El Cairo (Egipto), aunque él mantenía que había nacido en Jerusalén. Pasó su infancia y juventud entre El Cairo, Jerusalén y Gaza, en el seno de una familia palestina acomodada. Ya en esta época participó en movimientos de resistencia palestina como Hermanos Musulmanes y el Partido Árabe de Palestina.

Tras la primera guerra árabe-israelí de 1949, en la que participó en tareas de logística, entró en la Universidad de El Cairo a estudiar Ingeniería Civil. Allí lideró la Federación de Estudiantes Palestinos hasta que formó su propia organización en 1953 con el nombre Unión General de Estudiantes Palestinos. Por estos años Arafat comenzó a planificar actividades guerrilleras contra el Estado de Israel desde Egipto, de cuyo gobierno recibió el permiso para ello. Acabados ya sus estudios, fundó y presidió la Unión de Graduados Palestinos, desde la que prosiguió su activismo político y guerrillero.

Participó en 1956 en la segunda guerra árabe-israelí por el canal de Suez, como miembro del cuerpo de ingenieros del ejército egipcio. Terminada la guerra le fue otorgado el grado de teniente y se instaló en Kuwait. Allí fundó junto con Jalil al-Wazir (asesinado por el Mossad en 1988) y Salah Jalaf (asesinado por los disidentes de Abu Nidal en 1991) la organización Al Fatah, cuyo primer Congreso tuvo lugar en octubre de 1959 en Kuwait. Los inicios de Al Fatah no fueron fáciles ya que fue tachada de subversiva por varios gobiernos árabes como Jordania y Egipto. En 1963 Arafat se trasladó a Siria y desde allí dirigió varias incursiones armadas contra Israel, llevadas a cabo por el brazo armado de Al Fatah. En 1968 Al Fatah consiguió integrarse en la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), una organización que estaba bajo la tutela del gobierno egipcio. La pretensión de Arafat era conseguir el control de la OLP y alejarla de la intromisión del gobierno de Nasser. También criticó a los egipcios por su papel en la Guerra de los Seis Días de 1967, que provocó la ocupación por parte de Israel de Cisjordania, Jerusalén oriental y Gaza.

Tras la derrota árabe en esta tercera guerra árabe-israelí, Arafat y los suyos consideraron que había llegado la hora de rechazar la excesiva influencia del Egipto de Nasser y renació con fuerza la Organización para la Liberación de Palestina, convirtiéndose Arafat en su líder en febrero de 1969.
En esos últimos años de la década de los 60 y antes incluso de convertirse en presidente del comité ejecutivo de la OLP, Arafat comenzó a hacerse conocido en la comunidad internacional como el más destacado líder de la resistencia palestina por episodios como el que protagonizó en 1968 cuando junto a 300 fedayines y con la ayuda del ejército jordano, resistió en Al Karameh el ataque de la aviación israelí y de una división blindada del ejército hebreo. Por estas fechas la OLP había asentado sus bases en Jordania y Líbano, desde donde llevaba a cabo operaciones armadas contra territorio israelí, lo que entorpeció su relación con ambos gobiernos.

En estos años Yasir Arafat adoptó claramente una estrategia armada y guerrera contra el Estado de Israel, encaminando la lucha por la liberación palestina por la vía terrorista, hasta que después de haber moderado sus posiciones y acciones, la ONU reconoció en 1974 a la OLP como representante legítima del pueblo palestino en su Resolución 3210.
En su ya famosa intervención del 13 de noviembre de 1974 ante la Asamblea General de las Naciones Unidas Arafat propuso la creación de un Estado laico en Palestina para la convivencia de musulmanes, judíos y cristianos y dijo, desafiando a elegir a Occidente: “Vengo con el fusil del combatiente de la libertad en una mano y la rama de olivo en la otra. No dejen que la rama de olivo caiga de mi mano. Repito: no dejen que la rama de olivo caiga de mi mano. Repito: no dejen que la rama de olivo caiga de mi mano”.

Pero ya antes de este reconocimiento de la OLP por la ONU, Arafat había ido paulatinamente moderando sus planteos en un evidente cambio hacia una estrategia más factible y realista. Esto se evidenció en verano de 1974 cuando ante el Congreso Nacional Palestino (CNP) —un órgano en el cual consiguió aglutinar a la mayoría de grupos guerrilleros palestinos— admitió por primera vez la tesis de los dos Estados, la posibilidad de la existencia del Estado de Israel dentro de las fronteras de partición de 1947, aunque sin renunciar a la fundación de un estado palestino democrático a través de una guerra panárabe si fuera necesario.

En 1978 defendió la necesidad de un boicot árabe a Egipto por la decisión del presidente egipcio Sadat de firmar los acuerdos de paz de Camp David con Israel. Un paso que Arafat consideró “como un acto unilateral y traidor de Egipto hacia los palestinos”.
Ya asentado como líder de la OLP, su liderazgo se vio sin embargo en entredicho, por una parte por la hostilidad del nuevo gobierno sirio de Hafez al-Assad y sus intentos por deshacerse de Arafat y su organización, que eran vistos por Siria como un problema para sus aspiraciones hegemónicas sobre el Líbano, y también por la invasión israelí del Líbano en junio de 1982 y la derrota de las facciones armadas palestinas, que forzó a Arafat a abandonar el país junto con los hombres fuertes de la OLP librándose por poco de ser liquidado y haciéndole huir a Túnez.
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El 9 de diciembre de 1988 estalló la llamada ‘primera intifada’, una revuelta popular que surgió en los territorios de Gaza y Cisjordania contra la ocupación israelí. Esto llevó al rey Hussein de Jordania a romper definitivamente sus lazos administrativos y legales con esos territorios que estuvieron bajo soberanía jordana de 1950 a 1967. La OLP de Arafat se disputó el control sobre la ‘intifada’ con el Movimiento de Resistencia Islámico que después sería conocido como ‘Hamas’, que ejercía gran influencia en las generaciones más jóvenes del interior de los territorios palestinos. Yasser Arafat aprovechó también la ‘intifada’ para proclamar en 1988 el Estado de Palestina, ante el Congreso Nacional Palestino que lo había reelegido una vez más su presidente. En diciembre de ese mismo año acudió de nuevo a las Naciones Unidas para reafirmarse en estas decisiones así como para rechazar el terrorismo como instrumento político. Y vino a reconocer de una manera implícita la existencia de Israel, al aceptar todas las resoluciones de la ONU sobre Oriente Próximo.

Al estallar la Guerra del Golfo tras la invasión de Kuwait por el ejército iraquí, Arafat decidió apoyar a Saddam Hussein. Una decisión que provocó que occidente desconfiara más de él y también que varias monarquías árabes se replantearan una vez más su ayuda financiera a la causa de Arafat. La derrota iraquí en este conflicto bélico provocó a su vez que la ‘primera intifada’ perdiera gran parte de su impulso inicial. Una vez terminada la Guerra del Golfo, sin embargo, Arafat consiguió recuperar su posición cuando se celebró la Conferencia de Paz para Oriente Próximo en Madrid en 1991, a pesar de que él decidió no asistir. Aquí se abrieron rondas negociadoras entre israelíes y palestinos que culminaron en diciembre de 1993 con la firma de Arafat de los acuerdos de Oslo —que exigían a Israel y la OLP el reconocimiento mutuo y la retirada de las fuerzas israelíes en las franjas de Gaza y Cisjordania— en Washington con el líder israelí Isaac Rabin, que permitieron el autogobierno de Palestina a partir de 1994. Por estos acuerdos, le fue otorgado el Premio Nobel de la Paz junto a Rabin y Simon Peres.
Así, en 1996 se celebraron elecciones legislativas en los territorios palestinos, de las que Arafat salió elegido Presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP). Pero el cumplimiento de los acuerdos de paz no fue tarea fácil y tanto el asesinato de Rabin como el cambio de gobierno en Israel con la elección de Benjamin Netanyahu, tampoco ayudaron. Para evitar el fracaso de los acuerdos y tratar de salvaguardarlos, Arafat firmó con Netanyahu el 23 de octubre de 1998 y tras una semana de intensas negociaciones, el Tratado de Wye Plantation a instancias del presidente Bill Clinton. En base a este tratado, Israel se comprometía a no dar marcha atrás en los progresos para aumentar la autonomía palestina y a retirarse progresivamente del 13,1% adicional de Cisjordania, aunque sólo lo hizo inmediatamente del 2%. Por su parte Arafat y la ANP se comprometían a esforzarse por contener las oleadas de atentados provocadas por los terroristas de Hamas, tomando para ello nuevas medidas garantizadas por la CIA. También ante la presencia de Clinton, Arafat pidió al Parlamento palestino la anulación de las cláusulas de la Carta Fundacional de la OLP que implicaban la destrucción del Estado de Israel (14 de diciembre de 1998). Pero el proceso de paz quedó bloqueado ante la falta de entendimiento y los deseos de Israel de bajar las expectativas de los palestinos.
En julio de 2000, fracasó el diálogo celebrado en Camp David entre Yasir Arafat y el entonces jefe de Gobierno israelí, Ehud Barak, en presencia de Bill Clinton. Israel acusó a Arafat de haber rechazado una propuesta israelí que posibilitaría la paz y de provocar deliberadamente una ’segunda Intifada’ (que se desató tras una controvertida visita del entonces líder opositor Ariel Sharon a la Explanada de las Mezquitas en septiembre de 2000), para alcanzar con medios violentos lo que no había sido capaz de lograr mediante el diálogo. Ante esta difícil situación, en diciembre de 2000 EEUU presentó una nueva propuesta conocida como ‘Plan Clinton’ que fue recibida con interés por Yasser Arafat, pero que quedó desechada tras la victoria del Likud en las elecciones israelíes de febrero de 2001.
Los atentados de Nueva York del 11 de septiembre sólo agravaron la situación del ya casi muerto proceso de paz. Arafat trató infructuosamente de ser recibido en Washington por el nuevo presidente Bush e intentó desmarcarse de todos los atentados terroristas, pidiendo su final. Aún así, fue confinado en su cuartel general de Ramala por las tropas israelíes en diciembre de 2001. EEUU puso como condición imprescindible para relanzar el proceso de paz, el nombramiento de un primer ministro palestino como un intento por aislar definitivamente a Arafat. Esta delegación parcial de la autoridad en un primer ministro (primero fue nombrado Abu Mazen, que fue después sustituido por Abu Ala) venía dada por prescripción de la llamada “hoja de ruta”, un plan ideado por EEUU, la ONU, la Unión Europea y Rusia, y dirigido a encaminar de nuevo el proceso de paz, que tampoco ha llegado a aplicarse.
Mientras continuaba la ’segunda intifada’ en los territorios palestinos, Yasser Arafat parecía ser cada vez menos importante en el tablero internacional. Continuó siendo el presidente de la Autoridad Nacional Palestina y, a pesar de haber perdido la confianza de EEUU como el único interlocutor legítimo de los palestinos, otros como la Unión Europea lo seguían considerando todavía, aunque sin mucho entusiasmo, un interlocutor válido para lograr la paz en la zona.
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Cuando murió Arafat, circuló (gentileza de Alia) un anónimo “poema palestino”, traducción de Susana Merino, Il granello di sabbia nº 135, que dice:
Los custodios de la semilla
(poema palestino)
Incendiad nuestra tierra
quemad nuestros sueños
arrojad ácido a nuestro canto
cubrid de polvo
la sangre de nuestra gente masacrada
cubrid con vuestra tecnología
las voces de todo lo que es libre
selvático e indígena
destruid
destruid
nuestra hierba y nuestro suelo
derribad nuestras fábricas y todos los pueblos
construidos por nuestros antepasados
cada árbol, cada casa
cada libro, cada ley
todo lo que es
justo y armonioso
arrasad con vuestras bombas cada valle
borrad con vuestra imposición
nuestro pasado, nuestra literatura, nuestras metáforas
despojad la selva
y la tierra
hasta que ningún insecto
ningún pájaro
ninguna palabra
puedan encontrar ya un rincón donde esconderse
haced esto y aún más
no tengo miedo de vuestra tiranía
no me desesperaré jamás
porque conservo una semilla
un pequeño germen vivo
que custodio
y plantaré de nuevo.
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FUENTE agendadereflexión.com
GB

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