viernes, 23 de noviembre de 2012

EL ORIGEN DEL MATRIMONIO IGUALITARIO FUE SIEMPRE PERONISTA


El Frente de Liberación Homosexual estuvo presente en la asunción de Cámpora (25/05/73) y en Ezeiza (20/06/73)

¡Los putos con Perón!
"Los putos con Perón", decía el cartel que el puñado de muchachos con pantalones Oxford levantó en Plaza de Mayo el 25 de mayo de 1973. Era la segunda aparición pública del Frente de Liberación Homosexual Argentino (FLHA, un grupo de universitarios, intelectuales y sindicalistas que llegaba a la revolución a través de su sexualidad, cuyo despliegue se debió en gran parte al liderazgo del escritor Néstor Perlongher.
Néstor Perlongher hace la crónica de la emergencia y desarrollo de los grupos que intentaron crear un "estado de conciencia" sobre las condiciones de opresión en que vivían los homosexuales hacia fines de los 60. Inicialmente estos grupos bregaron por llevar a la esfera de lo público el mundo oculto de la homosexualidad, y su objetivo político apuntó a denunciar la represión policial y judicial contra los homosexuales y lesbianas, que bajo el gobierno de Onganía se había agravado.

El Frente de Liberación Homosexual de la Argentina se creó en agosto de 1971 "...en medio de un clima de politización, de contestación, de crítica social generalizada, y es inseparable de él." Como buena parte de los argentinos de entonces, cree en la liberación nacional y social y aspira al logro de las reivindicaciones específicamente homosexuales en ese contexto.

De la reunión fundadora participaron Juan José Hernández, Héctor Anabitarte (sindicalista expulsado del Partido Comunista por su condición de homosexual quien, hacia fines de los 60, había participado de la primera agrupación, "Nuestro Mundo", que intentó crear un estado de conciencia sobre las condiciones de vida de los homosexuales), los escritores Manuel Puig, Blas Matamoro y el analista social Juan José Sebreli.

La seducción del peronismo: Desde el Frente de Liberación Homosexual al Frente para la Victoria (Foto de la Marcha del Orgullo 2007)
En marzo de 1972, según relata Perlongher, ingresan una decena de estudiantes universitarios al Frente –el grupo Eros– provenientes de las carreras de Filosofía y Letras, Psicología y Sociología y con militancia en diferentes partidos y agrupaciones de izquierda y anarquistas, como el propio Perlongher, que militaba en el Partido Obrero. La incorporación de estos jóvenes entrenados en las prácticas políticas produjo un impacto en el movimiento, que fue desde el reformismo inicial a posturas radicales y revolucionarias. El movimiento caracteriza a la opresión derivada del sistema "heterosexual compulsivo y exclusivo" como propia del capitalismo y llama a la alianza con los movimientos de liberación nacional y social y con los grupos feministas de aquella época, tales como la Unión Femenina Argentina (UFA), el Movimiento de Liberación Feminista (MLF) y la Asociación de Mujeres Socialistas.

Más tarde, el FLHA promueve un acercamiento a la izquierda peronista y participa dentro de las columnas de Montoneros en la asunción de Cámpora con un enorme cartel con una frase extraída de la marcha peronista: "Para que reine en el pueblo el amor y la igualdad" y en Ezeiza, en junio de ese mismo año, en ocasión del retorno de Perón. Pero las reacciones desde dentro de Montoneros son disímiles frente a esta alianza. El recelo y la desconfianza se agrava a partir de las pintadas que en las calles de la ciudad denuncian una alianza "entre la izquierda, los homosexuales y los drogadictos" y de los comentarios que en ese sentido publica El Caudillo, órgano de prensa de la ultraderecha peronista, que en su artículo "Acabar con los homosexuales" había expresado: "A los que ya son proponemos que se los interne en campos de reeducación y trabajo, para que de esa manera cumplan con dos objetivos: estar lejos de la ciudad y compensarle a la Nación trabajando por la pérdida de un hombre útil. (…) Tenemos que crear brigadas callejeras que salgan a recorrer los barrios de las ciudades, que den caza a esos sujetos vestidos como mujeres, hablando como mujeres. Cortarles el pelo en la calle o raparlos y dejarlos atados a los árboles con leyendas explicatorias y didácticas." Estos argumentos son un calco de las prácticas discriminatorias nazis, ya que el nacional-socialismo alemán declaraba que los gays eran incompatibles con sus principios "debido a que no se reproducen y no perpetúan la raza aria", sobrado motivo para recluirlos en campos de concentración junto a judíos, gitanos y otros indeseables. Pero la respuesta de Montoneros a la prédica fascista no se hace esperar y la consigna "No somos putos, no somos faloperos, somos soldados de FAR y Montoneros" pasa a formar parte del repertorio de las manifestaciones. En ese clima en el que se agudiza la paranoia, Montoneros esquiva establecer cualquier tipo de alianza que pudiera implicar una identificación con los grupos de homosexuales militantes.

Luego de la fallida alianza con el peronismo, el FLHA pasa a adherir al FAS (Frente Antiimperialista por el Socialismo), propuesta frentista y policlasista del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT): "En 1974 convergieron el trotskista Partido Socialista de los Trabajadores, las feministas y el FLHA, por la derogación de un decreto que prohibía la información y difusión de métodos anticonceptivos". En el discurso de la izquierda trotskista, aunque menos ortodoxo, también se hablaba de decadencia burguesa y el lugar que se le otorgó a grupos como el FLHA fue minúsculo y en última instancia clandestino. Resulta representativo el espacio físico que les concedieron en la sede del Partido Socialista de los Trabajadores (PST) por la directa intervención del dirigente Nahuel Moreno, quien había entrado en contacto con algunos militantes del FLHA: una habitación minúscula, siempre bajo llave, y con un cartel en la puerta que advertía "Prohibido entrar". Y con la condición de mantener el secreto para que no se enterasen de esas reuniones el resto de los militantes.

Por su parte el PRT llegó a protestar porque a sus militantes solían encerrarlos "con las maricas que caían en las redadas morales de cines y bares". La enfermedad debía quedar recluida y los enfermos en cuarentena.

GB

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