viernes, 2 de noviembre de 2012

7 D, POR MARTIN RODRIGUEZ, OPINION.

01 noviembre 2012

Política y Medios/8D/Por Martín Rodríguez


8D

El 7D empieza algo. El 7D termina algo. El 7D no pasa nada. Muchos problemas del país concreto, estructural, de difícil gestión, siguen ahí. Antes, durante o después de Clarín. Como la tragedia del tren Sarmiento, que expuso la política de transporte y que tiene funcionarios culpables. Más allá de la suerte de Magnetto, un país tan grande y tan complejo como la Argentina no se merece este mono-tema por tantos años. Que la justicia ayude a dar vuelta la página. Y que todos se ajusten a ella.    

Por Martín Rodríguez*

(para La Tecl@ Eñe)


1.

Sólo invocando su “espíritu” podemos decir que la ley más anticapitalista es la que derriba al engendro más capitalista del país. La tan mentada ley de medios ofrece (relativamente) “un mundo ideal” ajeno a los fines de lucro de cualquier negocio frente a una criatura maquiavélica y feroz, tal como se presenta al grupo Clarín, crecido y amparado por diversos gobiernos temerosos de su poder siempre en alza. La ley de medios está diseñada por un núcleo duro de organizaciones sociales e intelectuales que en nombre de la representación popular proyectaron un ideal alternativo y plural de comunicación insostenible si sólo dependiera del mercado. (No hay nada que sólo dependa del mercado, pero entendamos de qué estamos hablando.)


2.

Los medios existen y son poderosos porque son rentables, porque son negocios, porque son medios para otros negocios, y así sucesivamente. Clarín fue expuesto no sólo como un multimedios sino como algo más: como un grupo de poder económico y político, abanderado de la independencia del estado en una actividad siempre bajo el foco de la influencia de la pauta oficial. Es independiente pero “influye” sobre diversos estamentos políticos, parlamentarios y judiciales en beneficio propio. O sea, Clarín es independiente en tanto resiste con su propio mercado su rentabilidad, pero cualquier repaso de su historia obliga a mirar los mil nexos que lo unieron al estado argentino para asegurársela, para crecer, etc. El gobierno expuso la calidad y la raíz de esa “mano invisible” que colocó al grupo en un lugar hegemónico, pretendiendo visibilizar esta batalla como la última de la transición democrática. Clarín enfrenta una gran operación que lo ubica como contradicción principal de un "materialismo histórico" de la democracia argentina. Y su historia atenúa y devuelve una imagen casi heroica del alfonsinismo (con el que también aplicó su rigor). Y un dato más: Menem en 1995 también paladeó el placer triunfante contra un enemigo íntimo en su victoria electoral. También dijo que le ganó a Clarín. Un grupo que lo “acosaba” para beneficiarse en su plan de privatizaciones. Cosa que ocurrió. En suma, derribar a Clarín (según el análisis del kirchnerismo más duro) está a la altura del disciplinamiento a los carapintadas de los primeros años democráticos. Aquel partido militar, siguiendo esta línea, sería la primera capa de un conjunto de corporaciones que hicieron imposible la soberanía de la política. Política versus corporaciones, en estilo alfonsinista, y Clarín –tal la narrativa- representa el lugar de mayor condensación de ese mantra llamado “complicidad civil” de la dictadura (con su rol en Papel Prensa como evidencia de intimidad con el poder de aquellos años duros). Nota: la obligación de un medio por vocación mercantil será siempre la de acompañar los humores sociales. Las mutaciones de las líneas periodísticas, a medida que la democracia y el mercado avanzan, minan un poco el juicio ético. La confusión entre política y negocios es el centro del problema y es un problema sin solución. Que alguien nombre un solo diario sin vinculaciones, tráfico de información e influencias políticas. La ley, esta nueva ley, también disciplina a la política y sus tentaciones de crear corporaciones. Ya que las corporaciones no se crean solas, y, mucho menos, sin ayudas políticas.

3.

Seamos realistas: en el mundo de los negocios nadie puede ser acusado de codicia, de romper códigos o de expandirse sin límites. Todo empresario tiene ese impulso animal, al que desde la sociedad de consumo, la ley o lo que sea se va poniendo límites. Por eso es difícil la narrativa de un grupo económico: ¿cómo contar la colonización de espacios, la sujeción y las trampas como un movimiento moral? ¿Sobre qué vertebra el grupo su relato? Clarín  llevó años de ganador imbatible cuya fuerza alguien la dictaminó así: ningún gobierno resiste más de dos o tres tapas del diario en su contra. Sin embargo todos los razonamientos o argumentos que colocan a ese grupo en el centro de una gran escena maquiavélica se ponen cerca del límite de la paranoia: ¿todo lo inventó Clarín? ¿Clarín fue el aliado oculto del Proceso? ¿Clarín derribó a Alfonsín, planificó privatizaciones e inventó a la Alianza? Ya no sólo su presente, su rol político, sino también toda su historia parecen desproporcionadas, el centro del movimiento de todos los hilos invisibles de los últimos años de historia.


CONTINUA...
GB

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