martes, 30 de octubre de 2012

ELECCIONES YANQUIS II

Elecciones críticas
Por Luis Tonelli

La disputa entre Barack Obama y Mitt Romney, los equívocos demócratas y los pronósticos sombríos ante un eventual triunfo republicano.

Tiempo de elecciones críticas. Ésas que pueden cambiar un rumbo, definir una nueva época. Que pueden producir bifurcaciones históricas. Elecciones en Estados Unidos. Elecciones de muy diferente factura en China.

Para el ámbito regional, no han sido de poca importancia las elecciones en Venezuela. Allí ganó la continuidad, y sorpresivamente, en su “no sorpresivo” triunfo -salvo para aquellos opositores que en vez de dedicarse a la construcción política disfrutan de la masturbación política- Hugo Chávez no tensó más la cuerda con la oposición. Se lo vio, para su estilo, hasta magnánimo. La misma moderación poselectoral mostró Henrique Capriles, quien hizo campaña como indica el manual, yendo por los “dubitativos”, teniendo ya a toda la derecha de su lado, y reconociendo los logros sociales de la Revolución Bolivariana. ¿Será que ahí hay pistas para entender una futura transición? 
Es probable.

Moderación que, paradójicamente, se transforma en discusión fanática fuera de Venezuela, por ejemplo, en el Palermo District porteño. Allí se trenzan “lanatistas” y “neochavistas” en discusiones alucinadas, para, en realidad, hablar de la Argentina, de la que también tienen una imagen alucinada.

Pero volvamos a las elecciones críticas a nivel global, que se vienen el 6 de noviembre en Estados Unidos y dos días después en China, aunque en realidad, en el gigante asiático las cosas parecen haberse decidido en términos chinos: había mucha expectativa en lo que aparecía una elección que signaría el futuro inmediato de China (lo cual abarca a muchos integrantes de la especie humana) entre quien prometía remozar la continuidad (el vicepresidente Xi Jinping) y Bo Xilau, hasta hace poco, el secretario general del Partido en la ciudad de Chongqing, la más poblada de China, quien representaba un ala más populista, y mercado-internista.

De repente, la esposa de Bo, Gu Kailai, aparece implicada en la muerte del empresario británico Neil Heywood, se la condena a muerte (en suspenso) y Bo es destituido en marzo. Luego vendría la “desaparición mediática” de Jinping por dos semanas, quien vuelto a la luz pública, es el candidato diríamos único para que sea elegido durante el XVIII Congreso del Partido Comunista Chino, en reemplazar a Hu Jintao, garantizando el milenario cambio dentro de la continuidad, que caracteriza a la política china.

De este modo, restan las elecciones estadounidenses como las únicas que serán realmente competitivas, y vaya si lo son. Solo los “cabeza quemada” del marketing político pueden sostener que la contienda electoral entre Barack Obama y Mitt Romney ha sido una campaña vacía, irrelevante y aburrida. Será porque hasta ahora no han visto un spot onda Ridley Scott o algún desarrollo innovador para el iPad.

Lo cierto es que desde Nixon versus Kennedy que no se veía una lucha tan pareja e intensa entre candidatos tan opuestos en sus personalidades e idiosincrasias en Estados Unidos. Es como si ocurriera la batalla final entre Word, un procesador de texto (Barack Obama) y Excel, una planilla de cálculo (Mitt Romney). Entre la prosa elegante y la fría aritmética. Entre el negro que obtuvo un master en derecho en Harvard y pudo llegar a la Casa Blanca en el summun del American Dream y el W.A.S.P. mandíbula cuadrada (que según estudios estadísticos, es la característica del 67 por ciento de los políticos estadounidenses exitosos), que tiene también un master en derecho pero también uno en finanzas, ambos en Harvard (¡Dos títulos de Harvard!. ¡Qué snob! exclamó irónicamente Obama).

En una polarización extraña, alimentada por lo que Obama pensó equivocadamente que sería su antídoto: un bipartidismo, como “justo medio”, que lo llevó a intentar salir de la crisis heredada de Bush Jr. convocando a los diseñadores de la globalización financiera precisamente en crisis, Tim Geithner y Larry Summers. Se quedó a medio camino. Desairó a los propios y enfureció a los ajenos, con un Tea Party llevándose puestos a los republicanos moderados. Los “bipartidismos” exitosos no son los presidentes que “partieron diferencia”, sino los que trascendieron el conflicto entre ambos partidos, como lo hizo magistralmente Ronald Reagan.

Realmente tiene que darse una polarización muy intensa en la política estadounidense para que el que le está dando pelea a Obama sea miembro no de una sino de dos elites exclusivas: por un lado, un activo miembro de la Iglesia de los Santos de los Últimos Días -ésos que van vestidos como los malos de Matrix-, descendiente de los mormones ingleses que fundaron el culto, nacido en México dado que sus familiares tuvieron que exiliarse del paisaje lunar de Utah para poder seguir practicando la poligamia. Y, por el otro, un integrante millonario de la elite financiera, dedicado a generar instrumentos innovadores financieros (como las hipotecas tóxicas). Un especialista en downsizing, en crear “valor”, no “trabajo”, quien salió grabado de queruza en YouTube discursiando ante ricachones como él, que el “47 por ciento que no pagan impuestos federales jamás lo votaría” porque se veían a sí mismos como “víctimas que creían que el Gobierno tenía la responsabilidad de cuidar de ellos”. O sea, millones de personas que contribuyen con sus impuestos al consumo, entre ellos jubilados, discapacitados y desempleados. ¿Puede alguien que aspira a ser Presidente ignorar esos datos?

Quizá Romney represente el superhéroe que bravuconea con salir de la crisis con las políticas que, precisamente, la generaron y contagiaron al mundo. Que pueda revertir la inevitable decadencia (relativa) de su país. Asumiendo, como lo hace Arvind Submranian, en su libro Eclipse: Living in the Shadow of China´s Economic Dominance dos supuestos muy conservadores acerca de la marcha de la economía mundial en las próximas décadas: que el crecimiento chino disminuirá del 11 a un 7 por ciento promedio; y que Estados Unidos crecerán a un ritmo del 3,5 por ciento (bastante por encima de las predicciones más optimistas), en 2030, el PBI de China será un cuarto más grande que el de Estados Unidos y los chinos dominarán el doble del comercio internacional que el exhibido por los estadounidenses. Bajo estos números bastante realistas es realmente ingenuo seguir pensando, por ejemplo, que el dólar seguirá siendo la moneda de reserva global por mucho tiempo más.

Así, no importa la “falta de conexión” de Romney con la “gente”, cuando es un hombre exitosísimo en su vida privada, que acaba de propinar una verdadera paliza en el primer debate presidencial justo a Obama, el “señor de las palabras” (o del Teleprompter, como se ha deslizado maliciosamente).

Performance que le permitió poner de su lado a Florida, de 29 delegados, y empatar en Virginia, de 13 delegados al Colegio Electoral, sumando por ahora, según el recomendable sitio http://www.centerforpolitics.org del politólogo Larry Sabato, Obama-Biden 277 delegados y Romney-Ryan 235, con 26 delegados en juego. Una situación delicada, porque si siguen las gafes de Obama, por ejemplo, Ohio, en donde los demócratas tienen una luz de ventaja y que con 18 delegados es clave en esta contienda, puede, de cambiar, darle el triunfo a Romney.

Pero, por ahora, Obama reelige y mejor no imaginarse qué pasaría no sólo en Estados Unidos si perdiese. El nivel de polarización y conflicto ante el descalabro social de las políticas de ajuste que impulsaría Romney, no sólo en Estados Unidos, sino en todo el mundo, en nuestra región y muy especialmente con nuestro país. Esperemos que los resultados del martes 6 de noviembre eviten esa pesadilla. 

Revista Debate


GB

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