martes, 4 de septiembre de 2012

EL JUEGO DEL DINERO MACRISTA

El juego de la hipocresía

Por Gustavo Lesbegueris *

El 21 de marzo de 2007 los entonces candidatos a jefe y vicejefa de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri y Gabriela Michetti, realizaron una visita a la Escuela de Educación Especial y Formación Laboral Nº 28 D.E. 16º Bartolomé Ayrolo, para alumnos/as con discapacidad auditiva, sita en Av. Lincoln 4325 de Villa Devoto. Al día siguiente, un matutino tituló: “Macri y Michetti salieron a mostrarse en campaña”. Días después, el PRO informó en su sitio web que “Mauricio y Gabriela quieren inversiones eficientes para educación”, reseñando que “Macri concurrió acompañado por su candidata a vice, Gabriela Michetti, en lo que constituyó la primera actividad que realizaron juntos desde que fue definida la fórmula de PRO para competir en las elecciones de junio”.
}El 2 de noviembre de 2010, la Defensoría del Pueblo dictó la Resolución Nº 3546/10, en la que analizó críticamente el programa “Más allá del dinero”, implementado en escuelas de la Ciudad por la Fundación Junior Achievement, observándolo “sesgado, en tanto se presenta a los/as alumnos/as un modelo de sociedad individualista, estratificada e insolidaria”. El objetivo de la propuesta educativa de la fundación es “enseñar habilidades financieras básicas a niños de quinto y sexto grado de primaria. Se presentan los siguientes conceptos clave: el rol del dinero en la sociedad; compartir, ahorrar y gastar; cómo ser un consumidor inteligente; ganar dinero iniciando una empresa”. Las actividades consisten en cinco encuentros en horario escolar en los que se proponen dos juegos de mesa denominados “El Juego de la Comunidad”, cuyo objetivo es que los alumnos puedan “identificar la función del dinero en la vida diaria y manejar una cuenta bancaria personal”, y “El Juego de la Empresa”, a fin de que puedan “practicar cómo usar el sistema ‘consumidor inteligente ahora’ para tomar decisiones como consumidores inteligentes, e identificar la diferencia entre los gastos personales y los gastos empresariales”.

Dentro de la bibliografía recomendada en los materiales que acompañan la propuesta, figura el libro Padre Rico Padre Pobre para jóvenes, de Robert T. Kiyosaki, en el que el autor recuerda los dilemas de su infancia al momento de elegir entre el modelo de vida de su padre biológico (supervisor de escuelas) o el de su padre adoptivo (hombre de negocios). Así los resolvió: “Siendo niño, y al tener dos padres, comencé a estar agudamente atento de cuidar qué pensamientos elegiría adoptar como propios. ¿A quién debía escuchar? ¿A mi padre rico o a mi padre pobre? Uno quería que yo estudiara para convertirme en un profesional, abogado o contador. El otro me animaba a estudiar para ser rico, para entender cómo funciona el dinero, y para aprender cómo tenerlo trabajando para mí. ‘¡Yo no trabajo por el dinero!’ eran palabras que él repetía una y otra vez, ‘el dinero trabaja para mí’. A la edad de nueve años, decidí escuchar y aprender de mi padre rico acerca del dinero. Al hacer esto, elegí no escuchar a mi padre pobre, aunque fuera él quien tenía todos los títulos universitarios”.
Los casos reseñados constituyen sólo una muestra y eximen de mayores comentarios acerca de la ausencia de escrúpulos de quienes se “rasgan las vestiduras”, habilitando centrales telefónicas para denunciar lo que entienden como “intromisión política” en las escuelas, instaurando climas de sospecha, persecución ideológica y enfrentamiento en el seno de las comunidades educativas, de impredecibles derivaciones.
Aunque provocan escozor, lamentablemente a esta altura ya no sorprenden medidas de ese tenor, impulsadas por un gobierno que ha dado sobradas muestras de su vocación autoritaria y censora, como ha evidenciado una vez más ahora separando de sus cargos a autoridades escolares y docentes que expresaron públicamente sus críticas a la política educativa, o del penoso exabrupto-”fallido” del jefe de Gobierno con relación a El Eternauta y el juego del “héroe colectivo” en las escuelas.
Es claro que el gobierno porteño se reconoce en el modelo del “padre rico” y “el juego de la empresa”, por eso monta en cólera y resbala cuando advierte que sus dispositivos controladores no logran impedir que circulen en las escuelas saberes, actitudes y valores que confrontan con los del individualismo y la meritocracia que pretende inculcar.
* Licenciado en Educación, ex defensor adjunto del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires.
GB

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