miércoles, 23 de mayo de 2012

MALVINAS Y BRASIL SEGUNDA Y ULTIMA PARTE.


Cooptación de la Junta Militar

Por lo tanto, poco después de la asunción del presidente Ronald Reagan, el 20 de enero de 1981, su secretario de Estado, general Alexander Haig, suspendió las sanciones impuestas por el ex-presidente Jimmy Carter (1977-1981) y trató de acercarse a la Junta Militar, con el objetivo de contraponer a Argentina y a Brasil. Y el esfuerzo para cooptar a los militares argentinos e influenciarlos en el sentido de modificar la política exterior del país se intensificó en el curso de todo el año y comienzos de 1982. Altos funcionarios y militares argentinos y americanos realizaron asiduos viajes entre Buenos Aires y Washington. Argentina recibió la visita de varios oficiales americanos, de la más alta calificación, tales como el almirante Harry Train, comandante de la flota del Atlántico, contralmirante Peter K. Cullins, comandante de las fuerzas en el Atlántico Sur, el brigadier general Richard A. Ingram, comandante de la Fuerza Aérea y de la Escuela del Estado Mayor, y el general Edward C. Meyer, jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos/10 . El general Vernon Walters, apoyado por Jeane Kirkpatrick, embajadora norteamericana en la ONU, y Roger Fontaine, en el Consejo de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, visitó varias veces Buenos Aires, en su condición de embajador especial del presidente Ronald Reagan/11 , y negoció, por lo que todo indica, el suministro de armas a la Argentina, que había gastado entre 1978 y 1982 cerca de U$S 16,7 mil millones, casi la mitad de su deuda externa, con su adquisición de otros países, inclusive de Gran Bretaña/12 . Las compras de armamentos, entonces, “se concentraron bruscamente en los proveedores representados por el general norteamericano Vernon Walters, de la United Technologies Corporation, cuya presidencia había sido ocupaba por el general Alexander Haig”./13

En sus esfuerzos para seducir a los militares de Argentina, el general Edward C. Meyer invitó al general Leopoldo Fortunato Galtieri, comandante en jefe de las Fuerzas Armadas a visitar los Estados Unidos, donde, sólo en 1981, estuvo dos veces, siendo la última en noviembre, cuando pasó diez días en Washington, y fue recibido por casi todos altos escalafones de la Casa Blanca - excepto el presidente Ronald Reagan. Y ahí él buscó revivir la propuesta, inspirada por el Departamento de Estado, para el establecimiento de un pacto político militar en el Atlántico Sur, comprometiendo a África del Sur, pacto este rechazado por Brasil, y comenzó a cooperar estrechamente con la política de Reagan en América Central, adonde envió asesores en contrainsurgencia y agentes de los servicios de inteligencia de Argentina, con experiencia en la “guerra sucia”, con la misión de entrenar las tropas de El Salvador en el combate a las guerrillas del Frente de Liberación Nacional Farabundo Martí y participar de operaciones encubiertas contra el régimen sandinista de Nicaragua/14 .

La Junta Militar imaginó que los Estados Unidos, por interés propio y como contrapartida por la colaboración de Argentina en América Central, evitasen una reacción armada de Gran Bretaña y ésta se limitase a protestas verbales. “It has been suggested that the Argentinian believed that the United States would tolerate their aggression” (”Se ha sugerido que los argentinos creyeron que los Estados Unidos tolerarían su agresión”) - escribió en sus memorias el secretario de estado Alexander Haig, afirmando que no había ninguna base para este error de interpretación y de cálculo./15 El general Haig confirmó, sin embargo, que, de hecho, el general Galtieri había sugerido al embajador Harry W. Schlaudeman que Washington debía estar de acuerdo con la invasión de las Malvinas/Falklands como un quid pro quo por el apoyo de Argentina a los Estados Unidos, en el hemisferio Sur./16 Dicha perspectiva, según se supo, fue insinuada por el general Vernon Walters, la embajadora Jeane Kirkpatrick y Roger Fontaine.

De cualquier manera, de la íntima cooperación con el Pentágono, la Junta Militar infirió, correcta o incorrectamente, que los Estados Unidos estarían también interesados en una solución favorable a la Argentina, en el litigio sobre las Malvinas/Falklands, de modo que, en tales circunstancias, Gran Bretaña no podía concordar con el proyecto de los Estados Unidos de instalar una base militar en aquel archipiélago/17 , ligada con el montaje de otra, en la Patagonia, junto al Estrecho de Magallanes. Los Estados Unidos, desde la Segunda Guerra Mundial, ya planeaban la instalación de dichas bases, con el objetivo de fortalecer la estructura defensiva en el Atlántico Sur y, globalizando la seguridad continental, enfrentar y detener la expansión de la Unión Soviética./18

Las Falklands/Malvinas, en efecto, constituían un puesto avanzado para el control en torno al Cabo de Hornos, aunque su valor estratégico hubiese disminuido desde que la apertura del Canal de Panamá había ofrecido una ruta más corta del Atlántico hacia el Pacífico. De cualquier manera, las bases americanas en el archipiélago de las Malvinas/Falklands funcionarían como una llave del Atlántico Sur, permitiendo a los Estados Unidos fiscalizar el transporte del petróleo proveniente del Oriente y vedando cualquier pretensión que pudiese tener Brasil con relación a la Antártida./19



El apoyo de Brasil

El apoyo efectivo de Brasil a la Argentina, en medio de la solidaridad prestada por los demás países latinoamericanos, fue de “crucial significance”, en la opinión del profesor Richard C. Trotón/20 . Brasil, que siempre defendió el derecho de soberanía de Argentina sobre el archipiélago, asumió la representación de sus intereses en Londres y procuró evitar que Gran Bretaña emprendiese ataques a su territorio continental, que lo llevaría a entrar en el conflicto armado./21 Además, al principio, el presidente João Figueiredo pretendió hacerlo, invocando el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), es decir, el Tratado de Río de Janeiro, (1947), alineando militarmente a Brasil a la Argentina. Sin embargo, el Itamaraty ponderó que la agresión había partido de la Argentina y no de Gran Bretaña.

 De ahí que, solamente por no estar de acuerdo en la acción armada como medio para resolver el litigio, el gobierno de Brasil se mantuvo neutral, pero con una neutralidad imperfecta, es decir, favorable, de hecho, a la Argentina. De acuerdo con la información del general Octávio Aguiar de Medeiros, jefe del Servicio Nacional de Informaciones (SNI) y documentos del Itamaraty, el presidente João Figueiredo determinó al ministro de Aeronáutica, Délio Jardim de Matos, que suministrase a la Argentina once EBM-326 Xavante, cazas a chorro, los primeros fabricados por Brasil y ya en uso por parte de la Fuerza Aérea Brasileña (FAB)/22 . No cobró nada por ellos y estos cazas a chorro ni llegaron a entrar en operación, debido a la corta duración del conflicto. Brasil también cedió a la Argentina dos aviones de patrullaje EMB 111, fabricados por la Embraer y estacionados en la Base Aérea de Santa Catarina, a fin de patrullar el litoral y seguir los movimientos de la escuadra británica. Repintados con los colores de la Argentina, los mismos oficiales brasileños tuvieron que pilotear los aparatos, en los vuelos de rastreo sobre el Atlántico Sur, por cuanto no había tiempo para entrenar a los argentinos/23 .


Brasil suministró, incluso, tubos para obuses y piezas para fusiles y ametralladoras, por un valor de U$S 2,7 millones, y esta participación directa e indirecta sólo no alcanzó una proporción mayor, con el suministro también de cohetes del Sistema Balístico Aire Tierra (SBAT-70) de 2,75 pulgadas, tanques y otros pertrechos bélicos, porque el conflicto terminó enseguida con la victoria de Gran Bretaña.



Las dificultades en Washington
La invasión de las islas Malvinas/Falklands creó serias dificultades para la administración del presidente Ronald Reagan. Los Estados Unidos nunca habían reconocido la soberanía ni argentina ni británica y el inner-sircle de Washington estaba dividido en cuanto a la actitud a tomar frente a la aventura del general Leopoldo Galtieri. El propio presidente Ronald Reagan se refirió en sus memorias a la “some resistance” de la embajadora Jeane Kirkpatrick a su decisión de alinearse con Gran Bretaña./24 Y Haig relató que ella “vehemently” se opuso a que los Estados Unidos asumiesen una posición que condenase a la Argentina y apoyase a Gran Bretaña, basada en la ley internacional./25 Jeane Kirkpatrick dijo a Reagan que dicha posición le costaría a los Estados Unidos “a hundred years of animosity in Latin América./26″
La conexión secreta de la CIA con los argentinos, financiando el entrenamiento de los contra, creó problemas para el gobierno de Washington, que temió una represalia por parte de la Junta Militar de Buenos Aires, suspendiendo su colaboración en la lucha contra el régimen sandinista.

No obstante, luego del fracaso de sus buenos oficios, apuntando a solucionar pacíficamente el conflicto, el presidente Reagan,/27 no tuvo otra alternativa sino respaldar abiertamente a Gran Bretaña, aportando todo el soporte logístico a los efectivos enviados por la premier Margareth Tatcher, para recuperar las Malvinas/Falklands. Los compromisos de los Estados Unidos con la OTAN eran más fuertes e importantes que el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR). Y la Argentina, cerca de dos meses y medio después de la invasión del archipiélago, perdió la guerra. Sus mal entrenadas tropas, el 14 de junio, se rindieron mientras el general Galtieri, un “comic dictator in la gaudy uniform”, según la expresión de Alexander Haig/28 , gritaba estar “sorprendido” con la “traición de Washington”./29





Lección de la Guerra de las Malvinas

Poco después de la rendición de la Argentina, el embajador John Hugh Crimmins declaró, ante el Sub Comité de Asuntos Interamericanos de la House of Representatives de los Estados Unidos que, si alguna vez existió en Washington la tentación de intentar modificar, por la vía militar, la política exterior de Brasil, ella debería ser “rápidamente superada”, pues representaría un “salto al vacío”, con serios riesgos para la cohesión del régimen, para el destino de la apertura democrática y para la posición de los Estados Unidos./30 Esta advertencia él la hacía, según destacó, porque le parecía como una “predisposición” a que Washington viera, de forma indiscriminada, a los militares de América Latina como baluartes de la estabilidad y seguridad./31 Pero esperaba que la experiencia de las Malvinas/Falklands pudiese inducir a algunas reflexiones, dado que la “asidua instrucción” de los militares de Argentina, en general, y del general Galtieri, en particular, no había aumentado ni la estabilidad en este país, ni la seguridad en América Latina./32 Antes, la posibilidad era la de que fuese a causar el efecto opuesto, de acuerdo a lo que estimaba el embajador John Crimmins, cuya declaración dejó entrever que, efectivamente, la administración del presidente Ronald Reagan había estimulado el derrocamiento del general Roberto Viola y su sustitución por el general Leopoldo Galtieri, con el objetivo de modificar la política exterior de la Argentina de alineamiento con Brasil.

* Luiz Alberto Moniz Bandeira es cientista político e historiador, profesor titular de historia de política exterior de la UnB y autor de más de 20 obras, entre las cuales se encuentra “Brasil, Argentina y Estados Unidos - Cooperación y conflicto en América del Sur (De la Triple Alianza al Mercosur). Columnista en varios diarios de su país, periódicos del mundo y en La ONDA digital.



10/Thorton, Richard C. The Falklands sting: Reagan, Tatcher, and Argentina’s bomb. Washington, DC: Brassey, 1998, p. 63.
11/Roett, Riordan & Wiegand, Gunnar - “The Role of Argentina and Brazil - la View from the United States”, SAIS, Center of Brazilian Studies, John Hopkins School of Advanced International Studies, Washington, D.C., p. 2-3. Grabendorff, Wolf - “De País Aislado la Aliado Preferido? Las Relaciones entre la Argentina y los EUA: 1976-1981″ in El Poder Militar en la Argentina - 1976-1981, Buenos Aires, Editorial Galerna, 1983, pp. 159-160. Cardoso, R. Kirschbaum, & Van Der Kooy - 1983, pp. 22-27.
12/Thornton, Richard C. The Falklands sting: Reagan, Tatcher, and Argentina’s bomb. Washington, DC: Brassey, 1998 p. xv. “Los vendedores de armas hicieron gigantescos negocios con la Argentina cuando se elevaba la temperatura del conflicto con el Chile, que en el llegó la estallar, y en el dejaron de hacerlos en los años siguientes”. Garcia Lupo, Rogelio. Diplomacia secreta y rendición incondicional. Buenos Aires: Legasa, 1983, 124.
13/Ibid. p. 124.
14/Ibid., pp. 180-183.
15/Haig JR., Alexander M. Caveat: Realism, Reagan and Foreign Policy. New York: MacMillan Publishing Company, 1984 , p. 296.
16/Ibid., p. 275.
17/Ibid., pp. 10, 43, 51 y 53.
18/Carlos, Newton - “Definindo el Papel de los EE.UU.en la Crise”, in Folha de São Paulo, São Paulo, 07.05.1982, p. 8. Sobre la pretensão de los EE.UU.de estabelecer bases en la Patagônia, desde la Segunda Guerra Mundial, Scenna, 1970, p. 231. Peterson, 1970, p. 562.
19/Opinião del embajador Álvaro teixeira Soares, ex-diretor del Departamento Político-Diplomático del Ministério de las Relações Exteriores de Brasil. el Globo, 14.5.1982.
20/Thornton, Richard C. The Falklands sting: Reagan, Tatcher, and Argentina’s bomb. Washington, DC: Brassey, 1998, 1998, p. 226.
21/Ibid., p. 228.
22/Memorandum para el Sr. Chefe del DPR - Confidencial - DAM-I 102. 05.11.1986. Relações Brasil-Argentina - Visita presidencial. Pedido de subsídios. Secretaria de Estado de Relações Exteriores. PNEMEM Argentina - Maço II.Cooperação Técnica y Industrial 11.06.1980 - 03.10.1985. AMRE - B. Entrevista del general Octávio Aguiar de Medeiros in revista Veja, São Paulo, 9.7.1997, pp. 55-59.
23/Essa informação fue por la primeira vez publicada en obra de Luiz Alberto Moniz bandera. en la época, el jornalista Geneton Moraes, al preparar una reportagem sobre el fato, levada al ar en - Fantástico - programa dominical de la TV Globo, enviou por fax al Ministério de la Aeronáutica un questionário con perguntas, aqui transcritas con las respectivas respostas del Centro de Comunicação Social de la Aeronáutica:
“Em atenção al su fax vimos informá-lo de que:
1.   Quanto tempo de treinamento un piloto necessita até ficar apto para comandar aviões desse tipo ?
R.   Em tempo de paz, dois años de treinamento para plena operacionalidade, para pilotos que não estejam qualificado en la aeronave y en la missão.
2.   O que el Ministério de la Aeronáutica tem la dizer sobre la participação de pilotos brasileños en missões de patrulhamento ? los pilotos brasileños tiveram tempo de treinar los pilotos argentinos ?
R.   Não houve participação de pilotos brasileños.
3.   Quantos EMB, que ya estaban incorporados a la frota de la Força Aérea Brasileira, foram repassados para la Argentina ?
R.   O assunto, por envolver relações internacionais, deverá ser melhor conduzido pelo Ministério de las Relações Exteriores”.
Centro de Comunicação Social de la Aeronáutica, Fax n°. 061 313 2156 ; Assunto: venda de aviões de patrulha para la Argentina. Brasília, 6.10.1993. AA.
A resposta del Centro de Comunicação Social de la Aeronáutica, embora afirme que “não houve participação de pilotos brasileños”, confirma el fato, al informar que, en tempo de paz, eram de dois años el prazo necessário para treinamento de pilotos que não estivessem qualificados en la aeronave y en la missão. la Argentina não possuía pilotos con qualificação para pilotar aquele tipo de avião fornecido pelo Brasil. y la guerra en las Malvinas/Falklands não durou más del que três meses, não sendo possible, nesse curto espaço de tempo, el treinamento de qualquer piloto argentino, por más intensivo que fosse.
24/Reagan Ronald. An American Live. Nova York: Simon & Schuster, 1990, p. 358.
25/Haig Jr, Alexander M..Caveat: Realism, Reagan and Foreign Policy. New York: MacMillan Publishing Company, 19841984,., pp. 268-269.
26/Ibid., pp. 268-269.
27/Ledeen, Michael A. Perilous Statecraft. An Insider’s Account of the Iran-Contra Affair. New York: Charles Scribner’s Sons, 1988, pp. 28-29.
28/Ibid., p. 266.
29/Garcia Lupo, Rogelio. Diplomacia secreta y rendición incondicional. Buenos Aires: Legasa, 1983 , p. 71.
30/Depoimento del embajador John Hugh Crimmins in United States-Brazilian Relations - Hearing before the Subcommittee on Inter-American Affairs, July 1982, pp. 58-59
31/Iibid., pp. 58-59.
32Ibid., pp. 58-59.
Publicado en LA ONDA® DIGITAL
Y en Dossier Geopolítico del Lic. Carlos A. Pereyra Mele.




No hay comentarios:

Publicar un comentario