lunes, 28 de mayo de 2012

LA GUERRA DE LA TRIPLE INFAMIA PRIMERA PARTE

            Dedicado a la memoria de Ortega Peña


                                                                “El Paraguay no tiene deuda publica, no porque le falte
                                                                  crédito, sino porque le han bastado sus recuraos mediante
                                                                  el buen precio con que los invierte” (Alberdi)

Este verdadero genocidio que como una diabólica peste bíblica se ciño sobre el Paraguay a lo largo del quinquenio 1865/1870, callada por la historiográfica liberal y desconocida por muchos fue acertadamente calificado como “crimen de la guerra” por el insospechable Alberdi, tuvo su comienzo real cuando en el lejano 1766 nació en el “Paraíso de Mahoma” –calificativo puesto por los colonizadores españoles al aprovechamiento que ellos mismos hacían del ancestral modelo poligámico de los naturales del lugar- don Jose Gaspar Rodríguez de Francia en Asunción.
Los sucesos de la decadente España de Fernando VII , y su reflejo en la Cuenca del Plata pusieron al Paraguay ante una disyuntiva triple: permanecer leales al impresentable monarca, aceptar la sujeción porteña o iniciar el camino por cierto riesgoso, hacia la independencia.
La tercera vía fue la tomada por los criollos en mayo de 1811, quienes vieron en el doctor Francia al hombre indicado para echar a los realistas del poder y constituir un Triunvirato, acompañado de Juan Cevallos y el ex gobernador Bernardo de Velazco Al año siguiente se sacaron al godo de encima , creando con Fulgencio Yegros una Junta Superior Gubernativa, que deshecho –por consejo de Francia- participar en un Congreso en Buenos Aires, en el que seguramente los porteños tratarían a los paraguayos como hermanos menores tratando de reemplazar a la Metrópoli en el cobro del odiado estanco –impuesto a la yerba y al tabaco- que quedaría en las arcas de la antigua capital virreinal. Claro que para ello debieron derrotar a las tropas de Belgrano ...... vieron que Billiken mentía.
Para 1813 con el apoyo de los diputados que representaban a los aborígenes y al campesinado Francia logro que el Congreso creara el Consulado –cuya presidencia compartía rotativamente con Yegros; este organismo decidió la definitiva ruptura con España, así como con Buenos Aires, viendo como Artigas era expulsado del Rio de la Plata el Consulado- siguiendo sabiamente los consejos de Francia no se inmiscuyo en los asuntos internos del Plata como herramienta para conservar férreamente la independencia. Para ello mando encarcelar a todos los que se opusieran a tal glorioso objetivo, embargo sus bienes y luego expulso a los españoles díscolos.

Para 1814 logro liberarse de la timorata figura de Yegros, transformándose en el Dictador Supremo del Paraguay, pero no para tiranizar al pueblo, sino como veremos, para iniciar un esplendoroso desarrollo que duraría medio siglo. Durante su mandato se centro en crear escuelas –en el campo y la ciudad- y adoquinar las principales calles de Asunción.
El pensamiento de Rodríguez de Francia emanaba de la admiración que, en partes iguales, le guardaba al hacedor del Contrato Social y a Robespierre, con lo cual instituyo una especie de Despotismo Ilustrado, que pese a las criticas de sus opositores –exilados en Buenos Aires y Rio de Janeiro, claro esta- le permitió al país un crecimiento sustentable y un igualitarismo social que nunca conocieron los guaraníes; claro que los Señores de frac y levita no ahorraban adjetivos despectivos para calificar su gestión como tiranica.
Como acertadamente señala Pablo Pozzi “Fue el aislamiento político y económico que obligo a la clase gobernante del Paraguay –integrada por medianos y pequeños propietarios agrarios- a levantar una economía defensiva , basada en el monopolio estatal de la propiedad de la tierra y de la comercialización de los productos exportables. Esto les permitió capitalizarse pese a su pobreza en relación con los ricos hacendados porteños convirtiendo al Estado en enclave de la dinámica del país, lógicamente su lealtad al doctor Francia era indiscutible. La política del Dictador, una vez aniquilada la poderosa oligarquía terrateniente española y nativa, se dirigió netamente hacia el desarrollo de una economía nacional, convirtiéndose el Estado en el rector económico del país. Se hacia hincapié en la diversificación de la agricultura, con la mira puesta en los productos destinados al consumo de la población, relegándose a segundo plano toda aquella mercancía que se hubieran destinado al comercio exterior; de esta forma se entregaron lotes de tierra a los peones rurales –indígenas en su mayoría- que hasta ese momento habían laborado en las grandes plantaciones privadas: No obstante, la mayor parte de la propiedad territorial del país permaneció en manos del Estado, donde se crearon las Estancias de la Patria en las cuales se apacentaba ganado yeguarizo y bueyes para el ejercito, y vacuno para el abastecimiento de la población”.

La política indígena de Francia fue respetar a rajatabla la concepción comunitaria  de la producción que ellos practicaban, apoyando la creación de “Pueblos de Indios”, así como libero a estas comunidades del odioso “Diezmo eclesiástico”. A cambio los guaraníes debían servir militarmente cada vez que el Paraguay los necesitara.

En cuanto al comercio exterior el virtual bloqueo al que lo sometía Buenos Aires obligaba al gobierno de Asunción a imponer el monopolio sobre dicha actividad en beneficio de la cultura artesanal, por ejemplo prohíba la exportación de cueros en pelo   para favorecer el curtido de las mismas con tanino paraguayo. Todo ello permitió exportar yerba mate, madera, tabaco, el preciado algodón, cuero curtido, cigarros y naranjas; se debe dejar sentado que el gobierno de Asunción fijaba los precios de tales productos, no como el resto de Sudamérica que se mostraba genuflexo frente al monopolio britanico. Aunque nunca llego a saberlo el doctor Francia, muy lejos de la paradisíaca Asunción, en la nublada Londres Lord Canning escribía proféticamente “La América Española es libre y si nosotros os ingleses manejamos nuestros negocios con habilidad, ella será inglesa”

Para 1840 falleció el doctor Francia y fue sucedido por una Junta Provisoria, integrada por Carlos Antonio Lopez Ynsfran y Mariano Roque Alonso, cuatro años mas tarde el primero fue ungido como Presidente Constitucional del país, para el periodo 1844/1854, al termino del cual fue reelecto hasta 1867, aunque en 1862 vio trunca su continuidad por fallecimiento.

Manteniendo el modelo alternativo iniciado por su antecesor, que empezaba a causar suspicacias en la Corte de Río de Janeiro y en Buenos Aires dado la heterodoxia del mismo, puso en marcha un plan destinado a desarrollar al máximo los recursos naturales del país, lo doto de un ejercito moderno, sin apartarse un ápice del autoritarismo inaugurado por Francia. Entre sus obras mas importantes figuran la concreción del primer tramo del Ferrocarril Nacional –el pionero en Sudamérica- , la creación de la Flota Naval, las fundiciones de hierro del Ybycyui, el desarrollo de arsenales militares, y la firma de jugosos contratos comerciales con Gran Bretaña y los Estados Unidos.

Declaro del carácter libre y gratuita de la enseñanza primaria –para la que doto al país de 300 escuelas, le concedió la ciudadanía paraguaya a los olvidados aborígenes, instalo las primeras imprentas del país, y logro el reconocimiento de la independencia paraguaya por sus vecinos y las potencias europeas, contrato los servicios de la empresa inglesa Blyth para que la proveyera de equipos, maquinarias, armamentos y buques. Así mismo su gobierno se preocupo por enviar jóvenes paraguayos sobresalientes a estudiar a Europa, así como contratar un centenar de técnicos y científicos extranjeros que vertieran sus conocimientos sobre el floreciente país. 

Mientras tanto se despreocupo por ir formando a su sucesor –su hijo, el futuro Mariscal Francisco Solano López, quien medio en el conflicto entre Buenos Aires y la Confederación urquicista, llegándose a la firma del Pacto de San José de Flores . Desde Brasil y la Argentina confiaban en que el ascenso del Mariscal al poder revirtiera la política desarrollada en las cálidas tierras tropicales de Roa Bastos: menuda sorpresa se iban a llevar los Señores de la oligárquica Buenos Aires y el esclavista Imperio del Brasil cuando en septiembre de 1862 Carlos Antonio López sucediera a su padre en el poder, situación ratificada por el Congreso Nacional por el termino de 10 años. Paradójicamente para la misma época asumía la presidencia en nuestro país el general Bartolomé Mitre, ferviente opositor al Mariscal, Don Bartolo era un personero del liberalismo europeizante que solo veía progreso en la entrega del patrimonio nacional al capital extranjero, único capaz de arrancar de la barbarie a esta América sumida todavía en lo indígena y lo hispánico. Urquiza en cambio admiraba al Mariscal , incluso había advertido a los brasileros que no aceptaría sus pretensiones expansionistas sobre el este de las tierras guaranies .... ya veremos como el entrerriano lo traicionaría en el transcurso de la guerra.

PROFESOR LUIS MERA
UNIVERSIDAD NACIONAL DE LOMAS DE ZAMORA

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