martes, 3 de abril de 2012

MEMORIA PERONISTA V



Los argentinos vivimos entre golpes, cautivos de ese miedo durante medio siglo.  
Escrito por Ana Jaramillo
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Quien osase transgredir el orden o luchar contra el poder hegemonico terminaba inexorablemente preso, exiliado o muerto. Asi nos sucedio a miles de argentinos.
SIN RUIDO DE SABLES, SE ACABÓ EL MIEDO A LA LIBERTAD


Por Ana Jaramillo*
 
 “ EN LA LECTURA DE SUS ENJUNDIOSOS LIBROS HE ENCONTRADO LA ECUANIMIDAD QUE SOLO PUEDE INSPIRAR UN PROCEDER HONESTO Y LOS CONOCIMIENTOS QUE SÓLO UNA GRAN CULTURA PUEDE PONER A SU ALCANCE; ELLO ES UNA GARANTÍA PARA TODOS… LA NUEVA GENERACIÓN DE ARGENTINOS, EN CUYAS MANOS QUEDARÁ EL DESTINO NACIONAL, ENCONTRARÁ EN SUS LIBROS EL ESCLARECIMIENTO INDISPENSABLE, SI ES QUE UN DÍA NECESITAN RECIBIR EL TESTIMONIO DEL PASADO, TAN FALSEADO POR LAS LUCHAS Y LAS PASIONES, QUE LOS ‘ESCRIBAS` NO TITUBEARON EN ENVILECER POR PASIÓN O POR DINERO”
                                                                                              Juan Domingo Perón
 
Desde el exilio, Perón le escribía esta frase a Rodolfo Puiggrós, después de leer sus libros de historia y particularmente Argentina entre golpes. En la edición de 1969, los conceptos de Perón figuran en la contratapa.
 
En los sesentas, los que éramos la nueva generación de jóvenes tuvimos a nuestro alcance los libros y a los  maestros como Puiggrós, Jauretche, Scalabrini Ortiz y tantos otros que nos contaban la otra historia. Esa que había sido tergiversada, ocultada y envilecida por los escribas en el poder.
 
Poco tiempo después de la muerte de Perón, otra vez volvieron los militares, primero camuflados bajo la Triple A como les escribió Walsh  y después las Tres Armas vistieron sus uniformes junto a sus escribas con más violencia que nunca a clausurar la democracia y con ella la libertad.
 
Los jóvenes de los años sesenta, crecimos escuchando las marchas y los comunicados número 1, 2, 3… casi siempre por Radio Colonia donde se anunciaban las medidas inmediatas que tomarían los Generales que habían asaltado el poder. Los escribas bautizaban con distintos nombres a los golpes, así llamaron Revolución Libertadora, Revolución argentina,  Proceso de reorganización nacional y tantos otros que no tuvieron tanta difusión. Llamaron revoluciones a los golpes de estado para seguir manteniendo y conservando el poder económico y la organización nacional  de acuerdo a sus necesidades y ambiciones.
 
Los argentinos vivimos entre golpes, cautivos de ese miedo durante medio siglo. La política también. Quien osase transgredir el orden o luchar contra el poder hegemónico terminaba inexorablemente preso, exiliado o muerto. Así nos sucedió a miles de argentinos.
 
Después de recuperada la democracia en 1983, el miedo seguía vigente. Así se sancionaron las siniestras leyes de Obediencia debida y de Punto final y también se instrumentó la vergonzante política de desmalvinización. Ambas políticas surgidas del miedo y esquivando en forma brutal y vergonzante la memoria y la justicia.
 
Tuvimos que esperar durante casi tres décadas a Néstor Kirchner para que se derogaran las oprobiosas leyes y se juzgaran a todos los genocidas y tuvimos que esperar la llegada de Cristina Kirchner para que se honrara a los combatientes sin temor a que se los confunda con los asesinos del pueblo.
 
Cuando uno vuelve a releer los argumentos para sancionar las leyes que perdonaban a quienes habían cometido crímenes aberrantes e imprescriptibles, vuelve a reconocer el país del no me acuerdo, o no me quiero acordar. El Presidente de la Cámara de Diputados el 24 de diciembre de 1984 lo explicitó diciendo “para tener futuro es preferible no tener memoria”.
 
En treinta años, las escuelas y universidades omitieron cumplir con la Constitución y con la Ley de Educación. Nada se enseñaba y nada se sabía de los padecimientos de los veteranos. Parecería que la guerra no existió y los patriotas muertos tampoco.
 
Así  quienes lucharon en nuestras islas soportaron la indiferencia, la ignominia, la hipocresía, el olvido, el desamor y el deshonor, y la pusilánime actitud social, temerosa de que la merecida honra a los combatientes se confundiese con el apoyo a los dictadores.
 
Muchos de los que fueron a la Plaza a defender la soberanía de las Islas, los que donaron dinero o joyas, las que tejían bufandas o escribían cartas a los soldados, las que recolectaban víveres y todos los argentinos que ayudaron a los soldados, vivieron con miedo recordarlo,  creyendo que se los podría confundir con el apoyo a los genocidas.
 
Pero como decía Perón, otra generación llegó, sin temor a que los confundan con ningún represor, sin haber nacido cuando los jóvenes que lucharon en la guerra en 1982 tenían su misma edad. No tienen miedo a la libertad ni al chasquido de ningún sable, porque nacieron y vivieron en democracia, porque se acabó el miedo a la libertad de la cual disfrutan. Están viviendo en la permanente búsqueda de la verdad, mientras se recuperan nietos apropiados por los genocidas y se siguen los juicios a los represores, mientras se amplían día a día los derechos ciudadanos, y mientras van conociendo la verdadera historia.
 
Algunos que éramos jóvenes en los sesentas y setentas, nos hemos reunido en el Instituto Dorrego para contarles a los jóvenes la otra historia que durante muchos años silenciaron los escribas del poder, esos que nos siguen vilipendiando, calumniando e insultando. No nos importa, porque fuimos algunos de los tantos que no tuvimos miedo y cuando lo tuvimos, lo enfrentamos para poder construir esta Patria más Grande y para todos. En honor a quienes ya no están, amigos y compañeros asesinados por la última dictadura, escribimos sin miedo y en la total libertad de la cual gozamos.
 
Seguro que nuestros jóvenes podrían decir como Artigas “con la verdad no ofendo ni temo” o “con libertad no ofendo ni temo”, como el “Protector de los pueblos libres” hizo inscribir en el escudo de armas de la Provincia Oriental en 1815. Pero Artigas murió en el exilio, como San Martín y como Rosas. Afortunadamente, son nuestros jóvenes los que continuarán forjando el destino nacional y seguirán luchando por la justicia, por la memoria y por la verdad. Ellos no permitirán que ningún “escriba” de los poderosos tergiverse su propia historia y no temen a ejercer su libertad ni a asumir su responsabilidad.
 
 
 
*Miembro del Instituto Nacional Manuel Dorrego. Rectora de la Universidad Nacional de Lanús. Doctora en Sociología. Licenciada en Sociología por la Universidad de Buenos Aires y doctorada en igual disciplina por la Universidad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Obtuvo también la maestría en Sociología en Flacso -México- revalidada por la UBA.

FUENTE, RED NACIONAL Y POPULAR DE NOTICIAS.
Prof GB



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